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Voto de Antonio Morales:
6
Comedia El hermano Pío, limosnero de unas monjas que sostienen un orfanato, viaja a Madrid con una imagen del Niño Jesús. Lucio, un ladronzuelo de poca monta que acaba de salir de la cárcel, se la roba. (FILMAFFITY)
10 de agosto de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la película pueda pecar de complaciente y bienintencionada, para algunos incluso ridícula, la religión y la fe, están abordadas de forma amena y divertida, sin prestarle especial solemnidad pero sí respeto, especialmente dirigida a los católicos. Pues siempre fue difícil esquivar a la mezquina censura, y este simpático film que destila humanidad y picaresca lo consigue, pues tanto los buenos como los menos buenos son tratados con una cierta tolerancia y comprensión, demostrándonos que todos podemos cambiar, es el mensaje que nos deja este ejercicio de comedia pícara y castiza de la época de los sesenta en la gran urbe de Madrid. Una metrópolis deshumanizada y putrefacta de timos, chanchullos y comisiones en intereses espurios.

La inocencia y la candidez personificada en un Pepe Isbert colosal (Hermano Pío). Planta cara con su tenacidad al chulapo, sinvergüenza y rufián encarnado por un Tony Leblanc esplendido (Don Lucio). Nieves Conde como nos mostraba en “Surcos”, una vez más nos presenta, la bondad y el humanismo rural, contra la maldad y el desprecio por el prójimo en la gran urbe, la nobleza contra la villanía. Una ingenua fábula moral impregnada de ternura y compasión, una historia inverosímil de buenos sentimientos que denuncia la insolidaridad como siempre se plasmó en el cine social de Jose A. Nieves Conde .

Esta emocionante historia costumbrista esconde una soterrada crítica de la hipocresía en las clases pudientes y burguesas que aportan una pequeña cuantía económica, una limosna para calmar sus conciencias y lucir sus almas caritativas. En cambio, vemos a las gentes humildes aportar su ayuda modesta por devoción. De cómo la bondad puede redimir al falso “Hermano Anton”, cumpliendo las directrices morales del régimen político, pero dejando unos cuantos recaditos a las mentes biempensantes y cínicas.

Articulada a través de un anciano entrañable de voz singular y mirada limpia, de boina calada, ejerciendo de limosnero para un convento de huérfanos, perdido en la gran ciudad, en busca de su preciado tesoro, trovador de causas nobles y amor por los desfavorecidos, que es engañado por un ladino ex convicto de buena planta y generosa galantería, un caradura y timador de cretinos provincianos para su provecho. Conmovedora historia sin especiales pretensiones artísticas, humilde pero directa al alma humana y a la buena fe, que enaltece valores obsoletos que no cotizan al alza en estos tiempos de decadencia moral y abnegado materialismo, pero que guarda un mensaje esperanzador.
Antonio Morales
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