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Voto de Antonio Morales:
5
Drama Carmen, una mujer dedicada a la restauración de obras de arte, sufre un ataque sexual poco después de reencontrarse con su único hijo. Pero el trastorno psicológico que ella sufre no afecta al hombre con quien vive. Hondamente decepcionada, decide emprender por su cuenta un viaje al pasado. (FILMAFFINITY)
11 de marzo de 2017
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una historia intimista, femenina que no feminista, reflexiva, excesivamente fría y contemplativa que no termina de empatizar con el espectador, en mi opinión. Podría también calificarse como la secuela espiritual de “Gary Cooper que estás en los cielos” por el tema similar que aborda, aunque aquí con mayor complejidad. De una mujer independiente que se reconoce imperfecta, coherente con sus ideas, que no es considerada buena madre por su hijo Enrique (Carlos Hipólito) un joven altanero y egoísta, condenada por los estereotipos y convencionalismos sociales, y es además, una mujer acostumbrada a la soledad. Una mujer que se busca a sí misma como todos lo hacemos constantemente. Una mujer madura que debe hacer balance de su vida, tras una experiencia traumática.

La visita a sus padres y a su tierra, el regreso a sus raíces en el norte de Cataluña, en la que recuerda su amor frustrado de juventud le sugiere cambiar el norte por el sur intentando buscar esa paz y sosiego espiritual para concentrarse en su trabajo. Una trama donde los hombres son débiles y mezquinos en cierto modo, como su hijo o su ex marido. El personaje de Eduardo (José Sacristán) tampoco aporta avances significativos a la vida de esta mujer, que parece humanizarse algo más cuando recibe en su apartada casa-estudio a su nuera (Aitana Sánchez-Gijón) y su bebé de pocos meses. Hasta entonces sólo la conmueve la lectura de Pío Baroja, uno de sus versos pertenecen al título del film. La poesía de Ángel González, otro de sus poetas favoritos, y la pintura que restaura con delicada textura, igual que lo intenta con su vida.

La película está construida sobre una elegante y cuidada puesta en escena, de planos largos y conversaciones llenas de reproches, pero sin apenas emoción, vida y sentimientos explícitos. Seguramente por el carácter de la directora que a pesar de ser sensible y humana, parece interponerse un abismo entre la inteligente Carmen (Sampietro) y el espectador al que va dirigido la historia. Hay también un exceso de imágenes más efectistas que efectivas, de algunos planos gratuitos que son sugerentes pero que no aportan nada a la historia. A veces esa pretendida exploración psicológica se viene abajo a fuerza de acumular tópicos y escenas banales. Excelente fotografía de J. L. Alcaine que retrata perfectamente desde la luz fría del pre Pirineo gerundense de Ripoll, hasta la luminosidad del mar y las tierras áridas de Almería.

La banda sonora de Jordi Savall y el aria “When I´m laid in earth” de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell destilan un aura de estilo barroco acorde con el universo personal de una restauradora de arte como Carmen, que a la vez intenta restaurar su vida. Una mujer adulta, independiente y culta, en una historia un tanto autobiográfica de su directora, pese a que el argumento sea de Mario Camus, ella se encargó de “pulirla” a su estilo. El personaje de Mercedes Sampitro, actriz habitual en sus películas, tiene mucho de Pilar Miró como mujer, casi su “alter ego”. La crónica de una mujer que busca un sentido nuevo a su vida aprovechando lo esencial de la existencia. En definitiva el film de la Miró, es como ese pájaro al que sus débiles alas no le permiten levantar el vuelo de una gran película.
Antonio Morales
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