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Terror. Ciencia ficción. Fantástico
Año 1912. Andrew Braddock, un náufrago que ha ido a parar a una isla solitaria del Pacífico, es salvado del ataque de unos extraños animales por un hombre que lo lleva a una preciosa casa situada en el centro de la isla. El dueño de la casa es el doctor Moreau, un científico que vive con una joven. Braddock siente curiosidad por el trabajo del doctor y acaba descubriendo que sus experimentos consisten en dar apariencia y conducta ... [+]
22 de marzo de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La isla del doctor Moreau es la segunda adaptación cinematográfica de la novela homónima de ficción escrita por H. G. Wells luego de Island of Lost Souls (1933) y antes de la regular oferta brindada por John Frankenheimer The Island of Dr. Moreau (1996).
Esta película nos introduce fielmente a la idea central del libro: el de experimentar genéticamente con la naturaleza humana y la animal en una especie de juego a ser Dios que da la vida y que impone las normas básicas para el funcionamiento civilizado de las comunidades que respetan las jerarquías.
La cinta nos mete dentro de una historia donde un doctor expulsado por la comunidad de científicos por utilizar métodos que van más allá de lo éticamente tolerable se confina en una isla desierta para realizar macabras experimentaciones. Las mismas buscan transformar a salvajes animales en seres racionales lo más parecidos a los humanos que acepten las normas del “creador” (no andar en cuatro patas, no comer carne, no derramar sangre ni asesinar, etc).
De esta manera vemos cómo se establece un parangón entre Dios y el doctor Moreau, ya que ambos dan la vida e imponen normas de conducta para una sana convivencia y para desterrar lo instintivo y visceral de las bestias.
Bien se podría también interpretar que esta cinta muestra de una manera liviana una versión cinematográfica de la teoría evolutiva del Darwinismo donde se explica que el ser humano desciende del animal.
El filme comienza como una sólida oferta cinematográfica donde la isla perdida en un lugar del mundo y sus fascinantes escenarios naturales cautivan al espectador, además de que la trama del filme sugiere mucha intriga cuando nos vamos metiendo dentro de las sugestivas variantes que se plantean en el relato.
Tenemos a Burt Lancaster como el doctor Moreau y a Michael York como el individuo que cae en sus manos y que deberá contrarrestar tanta locura y tanto delirio científico.
Sin dudas que la cinta se enmarca más como una oscura aventura de supervivencia dentro de un contexto desfavorable que un sólido tratado genetista sobre una teoría evolutiva, donde hay incluso buenos ratos de horror ya que se producen escenas bien fuertes cuando el instinto asesino de las especies animales irrumpen en la conciencia artificial impuesta por las experimentaciones de Moreau.
Aún así, y si bien el filme al final se descompensa y termina siendo un producto acelerado con bastante acción, nunca cae en el malogrado espectáculo circense que nos ofrecía la versión de John Frankenheimer.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO, NO SE DEVELA NADA QUE NO DEBA SABERSE
Esta película nos introduce fielmente a la idea central del libro: el de experimentar genéticamente con la naturaleza humana y la animal en una especie de juego a ser Dios que da la vida y que impone las normas básicas para el funcionamiento civilizado de las comunidades que respetan las jerarquías.
La cinta nos mete dentro de una historia donde un doctor expulsado por la comunidad de científicos por utilizar métodos que van más allá de lo éticamente tolerable se confina en una isla desierta para realizar macabras experimentaciones. Las mismas buscan transformar a salvajes animales en seres racionales lo más parecidos a los humanos que acepten las normas del “creador” (no andar en cuatro patas, no comer carne, no derramar sangre ni asesinar, etc).
De esta manera vemos cómo se establece un parangón entre Dios y el doctor Moreau, ya que ambos dan la vida e imponen normas de conducta para una sana convivencia y para desterrar lo instintivo y visceral de las bestias.
Bien se podría también interpretar que esta cinta muestra de una manera liviana una versión cinematográfica de la teoría evolutiva del Darwinismo donde se explica que el ser humano desciende del animal.
El filme comienza como una sólida oferta cinematográfica donde la isla perdida en un lugar del mundo y sus fascinantes escenarios naturales cautivan al espectador, además de que la trama del filme sugiere mucha intriga cuando nos vamos metiendo dentro de las sugestivas variantes que se plantean en el relato.
Tenemos a Burt Lancaster como el doctor Moreau y a Michael York como el individuo que cae en sus manos y que deberá contrarrestar tanta locura y tanto delirio científico.
Sin dudas que la cinta se enmarca más como una oscura aventura de supervivencia dentro de un contexto desfavorable que un sólido tratado genetista sobre una teoría evolutiva, donde hay incluso buenos ratos de horror ya que se producen escenas bien fuertes cuando el instinto asesino de las especies animales irrumpen en la conciencia artificial impuesta por las experimentaciones de Moreau.
Aún así, y si bien el filme al final se descompensa y termina siendo un producto acelerado con bastante acción, nunca cae en el malogrado espectáculo circense que nos ofrecía la versión de John Frankenheimer.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO, NO SE DEVELA NADA QUE NO DEBA SABERSE
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con respecto a algunas secuencias de acción, hay varias que verdaderamente nos causan un alto impacto donde vemos luchas cuerpo a cuerpo entre las criaturas de Moreau y animales verdaderos como tigres y leones salvajes. No hay dudas que en esas partes el relato se torna extremadamente salvaje y sangriento, y en verdad no dejo de sorprenderme por la asombrosa capacidad del director Don Taylor por capturar escenas muy frenéticas donde dobles disfrazados y animales salvajes se traban en brutales batallas cuerpo a cuerpo.
En fin, una interesante versión cinematográfica de la vetusta novela, donde nos metemos en un polémico panorama de experimentaciones genéticas en la búsqueda de la mutación de especies.
Un claro ejemplo de cómo un hombre trasciende las barreras éticas y juega a ser Dios dando vida a una nueva concepción de animal racional.
Un doctor desquiciado que busca que el animal resigne de su condición de tal para adentrarse en una especie de “humanización” artificial tan trastornada como peligrosa.
En fin, una interesante versión cinematográfica de la vetusta novela, donde nos metemos en un polémico panorama de experimentaciones genéticas en la búsqueda de la mutación de especies.
Un claro ejemplo de cómo un hombre trasciende las barreras éticas y juega a ser Dios dando vida a una nueva concepción de animal racional.
Un doctor desquiciado que busca que el animal resigne de su condición de tal para adentrarse en una especie de “humanización” artificial tan trastornada como peligrosa.