Directamente de las Antípodas nos llega esta producción neozelandesa de Ian Sharp, veterano director de documentales y telefilmes.

El filme narra la historia de Arajan (Ray Winstone), un soldado veterano de la guerra de los Boer entre británicos y sudafricanos, y experto rastreador. Bajo una sustanciosa recompensa, le encargan de buscar y capturar, vivo o muerto, a Kereama (Temuera Morrison), el supuesto asesino de un soldado británico. Una vez que lo encuentra, se entabla entre ellos una relación de respeto mutuo.

Los abiertos escenarios del filme, con unos preciosos paisajes neozelandeses, son el principal atractivo que enmarca una historia de amistad entre dos hombres castigados por la vida sin razón aparente, desprovistos violentamente de sus familias, lo que les hace simpatizar el uno con el otro durante el camino. Arajan no se cuestiona la inocencia o la culpabilidad de Kereama, tan sólo hace su trabajo cual mercenario, pero sus convicciones morales más profundas salen a la luz a la vista de la injusticia.

El desarrollo de la cinta bebe mucho del western. El mismo Ian Sharp comenta su influencia de John Ford, al que venera. Un filme correcto con el que se disfruta de la belleza de sus paisajes y sus silencios.