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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
8
Drama Un cineasta griego, exiliado en los Estados Unidos, regresa a su ciudad natal para emprender un apasionante viaje. De Albania a Macedonia, de Bucarest a Constanza (Rumanía), a través del Danubio hasta Belgrado y por fin a Sarajevo. En su camino se cruza con su propia historia, con el pasado de los Balcanes, con las mujeres que podría amar. Espera recobrar con estas imágenes olvidadas la inocencia de la primera mirada... (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2006
54 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bendecida por el temible hisopo de la crítica internacional y/o nacional. Narra el viaje de un cineasta griego (Keitel) a su país natal y desde allí a varios países eslavos a fin de encontrar una vieja película perdida de dos hermanos pioneros del cine heleno.
Obra autoral, como es común a Angelopoulos ("El viaje de los comediantes"), e indudablemente incómoda, a contracorriente y de díficil y hermética entrada en la misma, dado su carácter altamente metafórico y simbólico.
Película irregular, con indiscutibles aciertos formales y conceptuales, pero también con baches o partes en los que no acaba de cuajar (cuando plúmbea cuando ligera, cuando retórica cuando diáfana, cuando pedante cuando necesaria), tiene en su debe no la interpretación en sí misma del gran Harvey Keitel sino su discutible y para mí errónea elección.
"La mirada de Ulises" dura casi tres horas y por todo lo apuntado y añadiendo su duración, es una película con multiplicidad de enfoques y niveles de reflexión: Angelopoulos hace un reencuentro con el pasado de este cineasta y a través de ello con sus emociones (la familia, los amores, las guerras de antes y las de ahora, los amigos, la política...), hace una reflexión sobre el Tiempo y los lugares -el Espacio-, sobre la Imagen cinematográfica y la búsqueda de la pureza y la inocencia de la primera mirada (la de los pioneros), esa mirada perdida, nebulosa, triste, limpia y llorosa como la situación actual de los Balcanes, y que acaba precisamente en la derruida y mítica Sarajevo. Angelopoulos hace un recorrido melancólico, ensimismado, a veces espectral, que novela el mismo estado de desamparo y desorientación, de desmembramiento y tristeza contenidas que el que lleva a sus espaldas el protagonista de la película.
¿Dónde habrá quedado sepultada y embarrada, entre tanta suciedad, la primera mirada?. Quizás solo ya en la mente y el alma. Lo que está claro es que estamos ante una hermosa película, con pasajes y parajes inolvidables (el metafórico transporte de la gigantesca estatua de Lenin, Danubio abajo y los últimos treinta minutos, sobre todo), y ante una obra que debe ser revisitada, analizada y vista multitud de veces con la misma calma como está rodada.
kafka
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