No es mi intención entrar en detalles ni alabanzas, que ya sobran. Quiero sumar una reflexión que me produjo el haber revisionado la serie, que descubrí gracias a Filmaffinity.

La página por suerte me indica que valoré The Wire con un 10 en agosto del 2011. No solo me sigue maravillando, sino que la encuentro más actual que nunca. Más allá de los notables avances tecnológicos del 2002 a hoy, la "escucha" es una excusa para contar un drama épico de nuestra realidad; por tanto, atemporal.

Sin embargo, vengo a decir otra cosa. A día de hoy, The Wire cuenta con un 8,9 de media en la página. Me gustaría arriesgar que en años venideros esa puntuación irá descendiendo paulatinamente. El famoso "espectador medio" es cada vez más bajo, la sobreabundancia de plataformas de streaming y productos en formato serie lleva poco a poco a una competencia casi tan intensa como la que se da para ganar las esquinas de los barrios bajos de Baltimore. Y, como bien se dice en algún capítulo, increíblemente, cuánto más licuado y vacío es el producto, más vende y más dinero ingresa. Las producciones originales de las plataformas por ahora son bastante mediocres en su mayoría (Gracias Bojack Horseman por tanto, y alguna que otra joyita más suelta)

Vivimos una era en la que cada producción se esfuerza en captar tu atención ya no solo en el primer episodio, sino en los primeros 15 malditos minutos. Si en 15' no atrapa pues a otra cosa y a comentarle a tus amistades que tal serie es "lenta y aburrida". Una era en la que si una serie que pudo y supo ser una gran producción como Juego de Tronos fue brutalmente descuartizada para duplicar sus índices de audiencia año a año, una serie como The Wire, que no busca captar tu atención, sino que la necesita, no tiene lugar. Lo lamento, pero aun sin envejecer mal en su fondo, su forma cada vez va quedar más añejada para las nuevas generaciones de espectadores que se le quieran asomar.

Que se joda el espectador medio, obvio, pero no por eso deja de doler que cada vez menos podrán animarse a disfrutar de la experiencia que supone mirar la realidad luego de ver The Wire. Mirar la realidad nuestra, del día a día. Tampoco la experiencia de encontrarse con cualquier otra serie o película y darse cuenta rápido de sus grietas, sus fallas, su forma de manipularnos, su estupidez maniquea, sensacionalista y obsecuente con un supuesto "orden natural" de las cosas.

Duele porque, aunque parezca natural, la realidad no "es" así, sino que "está" así. The Wire es una herramienta para descubrirlo y, por lo tanto, en nuestra justa medida, modificarlo.

"¿Qué es la eficiencia en la vida sin la fraternidad, sin el amor, sin el interés por el otro?" preguntaba Livingston en 1990 a un radiante Neustadt, cuando las mieles del neoliberalismo seducían a propios y a ajenos, y sus grietas tardarían algunos años en mostrarse, ensancharse y engullir a un país entero.

Verdades como puños, lecciones de vida, humildad y soberbia, originalidad y creatividad puestas al servicio no solo del propio oficio, sino del otro. El método es algo tan simple y sencillo como registrar que el otro es humano, igual y diferente, extraño y cercano, capaz e inteligente, y partir siempre desde esa base.

Recomendadísima para cualquier persona, sacudón de vida y energía, dan ganas de ser un joven de 80 y largos.