Llevo un día de esos asquerosos en los que te gustaría meter la cabeza en el suelo como una avestruz y mandarlo todo a la mier… ! Pero voy a hacer el esfuerzo. Voy a ir esta noche al cine. Sí. Además, llevo un huevo de tiempo esperando la película. Y encima voy a cumplir los 40. Y uno empieza a notarlo en sus carnes. Todo ha cambiado y a la vez no ha cambiado. Y cada vez más a menudo tienes por costumbre de refugiarte en la nostalgia. Y estaba esa trilogía de Mad Max que tantos buenos momentos me ha hecho pasar. Y veo antes de empezar la película los trailers de Jurassic World y San Andreas. Y me digo; nos están volviendo gilipollas con tanta basura. Casi todos los blockbuster son de cartón piedra, no sientes autenticidad. Y empieza Mad Max. Yo miro la hora solo para cerciorarme de que llevo sentado en la butaca más de una hora y tengo la adrenalina que me sale hasta por las cejas. Me pellizco para ver si es cierto que todavía no he ni pestañeado ni una sola vez. Ni siquiera le echado ni una mirada lasciva a la tía buenorra que había localizado dos filas delante de la mía. Pero es que tengo las palomitas todavía sin comer y valen un huevo. ¡¿Quién quiere palomitas?! Si lo que tengo es el gaznate seco de sentir la arena del desierto, la gasolina y el glorioso espray gris en mi boca. Yo lo que quiero ahora es que no termine la película porque ya ni me acuerdo del cabrón de mi jefe, ni del político corrupto de esta semana, ni de la hipoteca, ni de que me veo prisionero de las circunstancias viviendo en un país que no es el mío. SOLO EXISTE EL MUNDO DE MAX.

Me cago en la ostia!! Qué son los títulos de crédito. Esto se ha terminado. ¿Y a mí porque me tiembla el pulso? ¡Si ya ni fumo porros!

Yo lo que quiero ahora es raparme la cabeza, maquear mi coche, vestirme de cuero, pegarle cuatro ostias a mi jefe y salir derrapando hasta mi casa, agarrar mi mujer y reventarla a polvos. Por Dios que estoy que me subo por las paredes!!!

Pues sí, todo es cierto. El viejo Miller desterrado del panorama cinematográfico y perdido entre pingüinos vuelve para dar una lección de cine, un delirio de dos horas sin apenas descanso. Esto no puede ser posible que lo haya hecho un tío con 70 años.

Visualmente todo lo que habéis oído y más. Si, son pinturas del Bosco salpicadas en sangre, arena y gasolina. Consciente de que el futuro post-apocalíptico que él había creado ha sido imitado infinidad de veces. Él se reinventa y riza el rizo.

Max está de vuelta en la piel de Hardy. Su dialogo en toda la película se reduce a dos folios. Pero tenemos un Max cojonudo y a la altura de Gibson. Sin embargo, queremos más Max. Su personaje está demasiado equilibrado con la estupenda Theron.

Y en efecto esto es ‘La Diligencia’, el espíritu de Ford se pasea en toda la espectacular persecución.

Y que no merece oír ni leer más sobre las críticas. Esto hay que verlo. Pero, ¿es cierto que todavía no habéis visto Mad Max?

¿Y QUE COJO… ESTAIS ESPERANDO?!

Qué los críticos no tienen credibilidad ninguna es un hecho. Lo que hacen con el señor Stallone es ya de traca. Estos tiempos de maricomplejines, esa crítica apocada y adulterada por lo políticamente correcto me agota.

Last Blood es una película estupenda. Una película en su género que supera con creces a otras menos dilapidadas y sobrevaloradas. Me he emocionado en varios momentos de la peli. Por supuesto el peso entrañable de este personaje que nos acompaña en nuestra vida desde hace casi 40 años influye en mi valoración.

Al que no le guste la saga comprendo que no tenga el más mínimo interés en verla. Pero al que sea fan de Rambo creo que no se sentirá defraudado. Un Rambo muy bien adaptado a la edad del actor. Ese actor que sigue demostrando que tiene unos memoles del tamaño del toro de Osborne y que su amor por el cine es incuestionable.

Una historia de vengada, simple, directa y efectiva. Personajes tópicos pero convincentes. Bien por Peris-Mencheta y Jaenada, dan el pego. El ritmo es correcto y la acción bien dosificada hasta ese final apocalíptico y catártico.

No es la mejor de la saga, pero tampoco es la peor. La mejor ya sabéis cuál es, no hace falta nombrarla. El resto aporta cada una su granito para ensalzar a John Rambo como el anti-héroe épico que es. Los calificativos fachas, las comparación políticas acordes que si a la era Reagan en su momento y ahora al oxigenado de Trump son memeces. Esto es Cine.

Por cierto Qué hermoso es el Cine! Cada cual que escoja su tema. Hay gustos para todos.

¿Pero tíos que os pasa? ¿Solo está mi crítica? ¡Qué estamos hablando de ‘El ultimo dragón’! ¡Merengue total! ¡Deliciosa ochentada!

Si, señoras y señores, hablamos de los 80, donde todo estaba permitido, donde el chico más tonto, solitario o incomprendido del barrio estaba predestinado a poder vivir la más grande de las aventuras.
Tenéis artes marciales, break dance, radio-casetes monstruosos de doble platina, pandilleros con hombreras embutidos en ropas amariconadas despojadas de la trilogía de ‘Mad Max’, gafas de sol diseñadas por los ‘teletubbies’ puestos de peyote hasta las cejas, dos de los villanos más casposos unidos para destruir a nuestro héroe, pelos oxigenados de todos los colores, peleas pandilleras, KUNG FU, proverbios chinos, BRUCE LEE, la chica guapa que esta para mojar sopas, mucho humor, luces rojas y azules y todo bien aderezado con buen ritmo a golpe de clip-musical como exigía la época.

Os lo juro, todo es verdad, no me he tomado nada, ¡todo es tan real como mis orondos genitales!

Yo quiero ser como Sambo!!! Y quiero que vuelvan los 80!!! Y lo quiero todo YA!!!

Ya sabéis lo que molesta cuando estás hasta los huevix de que te repitan una y otra vez lo buena que es una serie o lo buena que es una película o yo que sé; Tío, ¿no has visto “La naranja mecánica”?, Tío, ¿No te has leído el “Ulises” de Joyce?, Tío, ¿no has visto “El séptimo sello”?. Parece que si no conoces ciertos títulos eres un mongólico retrasado con menos intelecto que una ameba, un despojo carente de intelecto despechado por los grandes conocedores de Cine o el arte que sea. Así es la vida, hay mucho listo por ahí.

Llevaba mucho tiempo sufriendo la persecución sin descanso por parte de ciertas amistades contra mi falta de desconocimiento hacia un pilar cinematográfico tan esencial como es “The Wire”. Y también sabéis que cuanto más insisten en que veáis algo, más te tocan los atributos de tu entrepierna y se genera un sentimiento de contradicción y rebeldía contra la masa enloquecida, defensora y propagandística de algún producto. Al final dices, ¡qué os den por …! ¡No me sale de los … ver esto! ¡Ya estoy hasta los … de oír lo bueno y genial que esto y lo otro!

Y un día cedí, me dejé arrastrar como una colilla para introducirme en “The Wire”, la que parecía ser la serie de las series. ¿Y qué pasó? Vi el primer episodio, dije de ver el siguiente, su formato en 4:3 le daba un toque desfasado, su ritmo pausado parecía una excusa para dejarla, su look también parecía poco atractivo… Pero, yo seguí viendo “The Wire”. Y descubrí como todos los seguidores de esta serie que parecía estar viendo algo más real que la vida, veía la radiografía del alma de una ciudad, Baltimore, donde pululan personajes tan reales que piensas que no están actuando, que han nacido para hacer estos personajes. Sentí que me quitaban un velo que me cegaba y hasta ahora no me había dado cuenta que lo llevaba. Seguí viendo “The Wire”, presencié situaciones que te estremecían y te ponían la piel de gallina, te aterrorizaban de ver que la vida pueda ser así a pesar de que oyes cada día en las noticias sucesos que te revuelven las tripas de pensar que nos consideramos seres humanos.

Y así seguí hasta cinco temporadas, cinco temporadas que no dejaban títere con cabeza, daban un repaso al sistema despojándolo de todas sus hipocresías, mentiras y miserias. Y me enamoré de sus personajes, villanos, no villanos, eran todos tan reales. Y me enamoré de sus historias. Y quería más y más y tenía miedo que se acabase pero yo sabía que se acabaría porque eran cinco temporadas, cinco temporadas llenas de episodios con guiones tan bien cuidados, tan bien elaborados que me deprimían y me empequeñecían el pensar que existiese tal perfección.

Y “The Wire” terminó y mi vida volvió a su rutina.

Resulta agradable siempre ver otros enfoques diferentes sobre la II Guerra Mundial. Estamos tan habituados a ver a los alemanes en ese periodo tan marcado de la historia como unos fanáticos genocidas descerebrados arrastrados por la figura del maligno de los malignos, Mr. Hitler.

Sin embargo, ‘La ladrona de libros’ a pesar de que nos da una visión interna de los alemanes más humanizada, las interpretaciones son buenas, la ambientación está muy conseguida, la historia es interesante… es un producto ñoño, con un tufillo repleto de tópicos que no consigue disimular. En todo momento busca situaciones con intención de conmovernos, de emocionarnos con las desgracias continuas de esta niñita tan mona.

Pero yo lo siento, no me la creo, me entretuve pero me resultó vacía y eso que tenía una buena predisposición a verla.

Me quedo con ‘La cruz de Hierro’. Esos alemanes me resultan más interesantes.