Una rareza del cine de los ochenta.Transcurridos más de treinta años de su producción, dudo que pueda interesar a alguien más que a un puñado seguidores del gran Kevin Ayers, legendario y peculiar músico inglés surgido del "Canterbury sound" de los años sesenta, que aquí ejerce de protagonista, en su única aparición en el universo cinematográfico. Y no es de extrañar, porque no tenía el más mínimo instinto de actor (él lo sabía perfectamente).

La película es bastante extravagante, difícilmente clasificable, con elementos contraculturales y de comedia, y rodada en un tono indudablemente amateur (a este respecto, indicar que, aparte de que Kevin actúa como Dios le dio a entender, fue la primera película de Josetxo San Mateo ), si bien hay que destacar que en el reparto figuran como secundarios sólidos actores españoles como Mercedes Sampietro, Quique San Francisco, Jose Manuel Cervino o Antonio Gamero, entre otros.

Con los antecedentes descritos, supongo que a la mayoría de los escasos espectadores les parecerá un absoluto bodrio, aunque pueda tener su gracia si se sabe leer entre líneas y no se tienen prejuicios.