El cine negro siempre estuvo rodeado de cigarrillos, disparos de revólver, y suspense, pero en esta ocasión sobre todo de cigarrillos. Es difícil ver al protagonista más de dos segundo seguidos sin fumar o encender un pitillo, lo cual a los fumadores de la sala produce un profundo desasosiego; es más la película para un espectador objetivo es más un continuo alegato a favor del tabaquismo que una película policíaca ambientada en el Cairo en el 2011 con un entorno de revolución primaveral árabe, que tan solo sirve como decorado a la truculenta historia criminal que sirve de base al argumento.
Centrándonos en materia, la cinta nos sumerge en el ambiente decadente de corrupción policial y política de una sociedad que lucha por su derechos y se enfrenta un "stablishment" carente de valores que no se sujeten al tráfico de influencias, a la venta de información, o al dinero fácil obtenido de míseros comerciantes urbanos que luchan por su supervivencia. También nos trae la historia de un policía que, aunque corrupto como todos, intenta ser leal a su oficio a la hora de resolver el crimen cuya investigación le ha sido asignada, y en la que se vé impotente ante la corrupción generalizada de sus superiores y sometido a la imposición de los criterios de la élite política.
El film nos muestra un mundo del que es difícil o casi imposible escapar, no juzga a sus protagonistas, únicamente nos deja ver su realidad y nos permite entender hasta que punto nosotros en su circunstancias seríamos tan solo uno más de ellos.
Aunque calificable como cine negro, le falta a la cinta la agilidad de aquél y aunque no llega a aburrir, sí se echa en falta un ritmo narrativo más diverso; quizá le película se centra demasiado en la pobrísima vida del protagonista, la cual no aporta profundidad a al objetivo argumental, que no es otro que el de mostrar la indefensión de la ciudadanía ante un estado corrupto hasta la médula.

La inquietud, el desosiego, y la carencia de futuro que desprende esta historia de infancia, entre basuras, escombros y humanos miserables, es patente durante toda la cinta. Se palpa el ambiente de una sociedad fallida, sin reglas ni moral, en un ritmo narrativo lo suficientemente ágil para que esta historia te enganche a la suerte de sus protagonistas. El paisaje urbano degradado y miserable es el escenario de este relato necesario de la realidad de una infancia abandonada y superada por la superviviencia, donde el miedo y el terror a la muerte van decayendo hasta convertirse en metáfora de una justicia inalcanzable.
La interpretación es sólida en los niños, aunque sólo lo sean a ratos, la música acompaña bien al relato y los efectos especiales suficientes para no caer en una caricatura fantasmagórica. No es divertida ni pretende serlo; es una visión concreta del inframundo de la infancia abandonada a su suerte.

Cuando a los pocos minutos de comenzar una película observas un rosario de espectadores abandonar la sala, ya sabes lo que te espera sino sigues su camino: un bodrio infumable.
Tras un comienzo prometedor la película es una continua sucesión de gags en torno a los crímenes de Stalin, tales como fusilamientos, asesinatos, torturas, y recreación de autopsias innecesarias, que no solo no hacen gracia, sino que además provocan que tengas que apartar la mirada de la pantalla para evitar el asco que producen.
La caricaturización de los personajes los lleva a una infantilización grotesca que llega al esperpento cuando trata a los hijos de Stalln y la burda referencia hacia la homosexualidad del mariscal Gueorgui Zhúkov además de gratuita es hiriente para todo aquel que conozca algo de historia.
Pero lo peor de todo es que es una comedia que además de aburrida es de un metraje excesivo, lo cual incrementa el tedio del espectador que está ansioso de ver los créditos del final de la película para salir huyendo de la sala y olvidar lo antes posible la mala elección que ha hecho para pasar una tarde de cine.
Sino me creen vayan a verla, Quedan avisados.

Lo primero que necesita una buena historia, es que sea creíble, y la credibilidad de la historia se pierde en el minuto uno, pues la chica protagonista no pinta nada en un colegio de educación reglada donde no puede ni aprender ni convivir normalmente con sus compañeros
El tema sobre el que gira la historia, el bulling escolar, no esta tratado desde el `punto de vista de la víctima; se centra principalmente en lo que siente el acosador y en su redención personal y se hecha de menos el drama personal y la problemática social que crea el bulling en padres y adultos que giran de forma accesoria en la historia.
A nivel técnico, la animación y estética es buena y la música acompaña bien a una cinta que de tanto dar vueltas a la misma temática se me antojó aburrida, aunque reconozco que pueda resultar entretenida para un público adolescente.
Por último, creo que le sobran los numerosos planos subliminales a las cortas faldas de las chicas, no creo que aporten nada a la historia.