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Críticas de Nohaycolor
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de enero de 2022
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tiro en la nuca" sería la traducción aproximada del título alemán, que en los paises anglosajones, como figura en el aka de la ficha, se ha llamado "The last execution". Atribuir honestidad al personaje de esta interesante historia de espías de la Alemania del Este es desacertado, porque el espía es, más que nada, un hombre común, un buen científico, quizá ambicioso, quizá algo ingenuo, que se verá envuelto en una trama de alcance internacional.

Nada de esto es novedoso en historias de espías con transfondo histórico, al contrario: es un planteamiento al que asistimos frecuentemente. Lo novedoso es la honestidad -ahora sí- con la que esta nueva directora alemana aborda el asunto. En un género, el cine de espías, en el que los giros argumentales son habituales y también las trampas, tanto de los agentes del espionaje como del desarrollo de la trama.

No hay trampas en el film y, paradójicamente, se echan en falta. El buen aliento de cine de género con el que se inicia la historia se traslada luego a otras sensaciones, cuando vamos verificando que la acción discurre sin sobresaltos.

Película que puede encuadrarse en eso tan repetido de basada en hechos reales, en este caso es destacable la minuciosidad con la que reproducen unos hechos que seguramente ocurrieron así. Efectivamente, las autoridades de la RDA estaban obsesionadas con los alemanes que se pasaban a Occidente, en particular los futbolistas que aprovechaban partidos, oficiales o amistosos, para hacerlo. Hubo uno famoso, que fue fichado por un equipo de la RFA (el BFC Dynamo) y murió en un accidente de automovil que resultó sospechoso.

Al cine basado en hechos reales podemos pedirle veracidad y el film lo tiene al presentar el mundo de los espías dominado por burócratas no exentos de inteligencia emocional. Un mundo en que nuestro supuestamente honesto espía tendrá dificultades para surfear, pese a que a él y a su mujer les regalan unas tablas.

Una buena opción, dado el cansancio que provocan historias ocurridas en el siglo XIII y otros disparates que se proclaman basadas en hechos reales.

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3
6 de octubre de 2021
24 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre Los demonios, de Ken Russell, y El exorcista se mueve este film, que -se supone- reivindica el amor carnal como resultado de una verdadera fe religiosa. Jesucristo se aparece a una atractiva monja con la misma espiritualidad con la que Bogart se presentaba ante Woody Allen en Sueños de un seductor, aunque sin su gracia. No será porque la película no intente hacer alguna, con alguna broma aquí y otra allá, a veces para ofensa de la inteligencia del espectador. Otras veces la monja parece poseída y vocifera todo tipo de amenazas.

Benedetta está llena de incoherencias, que muchos parecen disculpar, cuando no de puros disparates. Su director bien podía haberse documentado -por ejemplo, leyendo o viendo Extramuros- de las dificultades para que una herida se confunda con un estigma, pero lo resuelve con un simple corte de cristal, practicado sobre la marcha.

Las escenas de sexo explícito entre mujeres se han visto mil veces desde Emmanuelle y casi siempre parecen dirigidas, más que a formular su reivindicación, a resultar gratas al ojo de los hombres.

En resumen, un puro entretenimiento, que deja el sabor agrio de los intentos de llamar la atención a cualquier precio.
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7
24 de marzo de 2021
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El título original de esta película es Der Student von Prag (El estudiante de Praga), como las dos anteriores que se realizaron en Alemania. Su base literaria es La maravillosa historia de Peter Schlemihl, de A. Von Chamisso, que cuenta la historia del hombre que vendió su sombra a cambio de la bolsa de Fortunato. El cuento de Chamisso, obra clásica del romanticismo alemán, fue muy elogiado por Thomas Mann.

Se realizaron tres versiones de El estudiante de Praga, las tres interesantes, ninguna perfecta. La primera es de 1913 y su la ausencia de primeros planos y de movimientos de cámara la convierten en un producto algo primitivo, incapaz de cautivar al espectador. La segunda, de 1926 y dirigida por Henrik Galeen, es en realidad la única que responde a las características del expresionismo, con atractivos decorados arquitectónicos. Conrad Veidt, el sonámbulo de Caligari, encarna al estudiante, y su actuación es la más vigorosa de las tres versiones del estudiante Balduin.

La tercera fue dirigida por Arthur Robison en 1935, ya con los nazis en el poder. Es interesante que este director, en sentido opuesto de la salida masiva de directores de Alemania con destino a EE UU que se produciría después, había hecho el viaje contrario, desde su Chicago natal a Múnich. La película fue la última del director, que murió al finalizarla.

En esta versión, en la que figura Galeen entre los guionistas, Robison renuncia a los elementos fantásticos de la historia, ya que el mago, antes llamado Scapinelli y que aquí se llama Carpis, aunque se vale de las pasiones ajenas, es también víctima de su propia obsesión, que le lleva a urdir una trama destructiva.

Después no se vería ya más en pantalla ni a Balduin ni a su doppelgänger.

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