Nadie sabe si la muerte espera en la otra esquina, esa suerte que es la muerte. Así, el devenir de la película, con un excelente ritmo cinematográfico, se va volviendo insosteniblemente aceitosa, pero resulta que para bien, no se sabe si por la campana, en un excelente manejo caractriológico de Kelley, actuación que hace de real protagonista. Así, los día puden pasar en el pueblo, pero el anciano, con el billete ganador en manos llega a la demostración de su sutil felicidad....una felicidad del humorismo detrás del humorismo. Al director por momentos se le escapa la orquestación de personajes, como los que caractrizan lynch y vaughman, a quienes más les hubiera valido haceptar su carácter secundario que no poder ahondar en su propio brillo que se cae, lo que sin embargo parece ser adrede. Resulta acabada, se agota, es integral.

En esta película, el argumento del medio oeste parece se tratado con una meta-ironía, pues al burlarse de sus propias circunstancias, los personajes se salen de contexto y por momentos hace coloraturas que recuerdan al buen cine surrealista europeo, donde la imagen al ser proyectada tiene que se radicalmente distinta a lo que el espectador espera de la trama que estas mismas imágenes le sugieren. La hermosura de las actuaciones de Henry Fonda y de Jackie Cooper, para el que el mismo aprendizaje le da una calidad de ejecución superior por su fascinación de estar produciendo imágenes, dan cuenta de su temprana y brillante evolución. Así, el rodeo como cultura de supervivencia en los buenos desiertos, se vuelve el anhelo del presagio de algo que ocurrirá en muchas de las escenas, donde el talento es despedido para poder hacer frente al estilo Masterson a este oeste profundo, retratado con una pericia casi documental. El resto es presagiado, lo que da un gran vació en la consecución del argumento. En ésta película, el argumento del medio oeste parece se tratado con una meta-ironía, pues al burlarse de sus propias circunstancias, los personajes se salen de contexto y por momentos hace coloraturas que recuerdan al buen cine surrealista europeo, donde la imagen al ser proyectada tiene que se radicalmente distinta a lo que el espectador espera de la trama que estas mismas imágenes le sugieren. La puntualidad de las actuaciones de Henry Fonda y de Jackie Cooper, para el que el mismo aprendizaje le da una calidad de ejecución superior por su fascinación de estar produciendo imágenes, dan cuenta de su temprana y brillante evolución. Así, el rodeo como cultura de supervivencia en los buenos desiertos, se vuelve el anhelo del presagio de algo que ocurrirá en muchas de las escenas, donde el talento es despedido para poder hacer frente al estilo Masterson a este oeste profundo, retratado con una pericia casi documental. El resto es presagiado, lo que da un gran vació en la consecución del argumento.

Algunas veces se hace preciso comparar la dirección con una cuaraduría, y creo que es ocasión de hacerlo en una película, que, en el pleno arrabato rosa de Holywood se da con una naturalidad que paradójicamente revela la técnica conceptual, que retoma los mismos fundamentos básicos del teatro clásico para el conjunto que jamás pretendió no ser cursi. Los recursos visuales, en el contexto de la época, armonizan con la personalidad de Andrews como el ícono de todo un sistema de valores y espectativas de la posguerra, en donde, el título hace más bien referencia a la espectativa de encontrar un alivio en los supuestos culturalizados de esa Segunda Guerra Mindial de gran frescura en el momento de la filmación, así como la natural ambición de sencillez que el papel de Andrews representa. Sin mayores alcances de un tratamiento plural en modo alguno, el estereotipo occidental es vehículo para representar el arquetipo del retorno a la vida por el canto que espera, con una toma de espectativas sincera y centrada en esa emoción musical. Fotografía y composcisión de una excelente curaduria, para museo documental.

Creo que la ficción, desde su cara explícita es tratada en esta película, donde las imágenes de documental dan pie al collage con lo que podría ser. Esta sensación de emergencia, es decir de encontrar singularidades diferentes al conjunto espontáneo me parece interesante al lado de una perspicaz actuación que le da un giro no automático a una historia convergente y que, por demás presenta algunos rasgos de deseo afines a El Principito, como frases rearmadas en el vocabulario intuitivo del zorro, donde se conducen de manera incidental los elementos del collage. Sin mayores pretensiones, alcanza a ser interesante su comedia ligera con la ubicuidad distando de la elegancia cinematográfica, resulta comercial, en el entendido del constante uso de los close-ups de la cámara, queriendo caracterizaer situaciones al modo de la ilustración de cuentos.

Hablamos de sistemas. Sistemas represivos, pero también formas de creación, o de emancipación. La actuación, si bien está liderada por Marko Kovcheski, resaltan papeles más o menos eventuales pero a la cruciales, como la de los amigos. En todo caso, resulta un manejo adecuado a lo largo de toda la película, que me parece, en el sentido de caracterización, sensible, desde los primeros contactos con la banda sonora que resulta ser una especie de continua postal. El director sabe guardar la necesaria (para el tipo de trama) ambigüedad, y ser sensible, pero no sensiblero viendo esta fuerza de la conocida frase de Nietzche pero reproducida por Frankl: "Quien tiene un porqué se impondrá a casi cualquier cómo". Logra transmitir este discurso a través de la reexcursión de elementos en una estructura de cuento redondo, pues la simplicidad del hecho hace que las "ventanas" del observador den a la situación interior de un muchacho que pasa por estas circunstancias, reconociéndolo como un elemento interdependiente de las circunstancias, pero al mismo tiempo retratando una vida interior, que nos lleva a hacer lujo de su valor intrínseco, de su ser que trasciende