Scorsese lanza una cinta que poco se corresponde con sus películas anteriores. Basada en una novela periodística que desbroza uno de los episodios más negros de la historia de Estados Unidos, y con un reparto estelar, el afamado cineasta logra, una vez más, presentar una obra que será historia del cine.

DiCaprio interpreta uno de los papeles más difíciles de su carrera. El de un tozudo e ignorante joven en lo personal, y veterano en lo militar, que vivirá un combate interno en el que se manifestarán todas sus debilidades y contradicciones. La psicología de una veleta presa de los dictados de quienes pueden hacerle rico, y, a su vez, esclavo de un amor y conciencia tan pobres como defraudadores.

De Niro borda el papel de un perfecto antagonista sediento de una ambición que le obligará a un extremo y macabro maquiavelismo, maquillado por el constante interés en mantener una imagen pública tan pulcra como popular. Todos, o casi todos los grandes papeles que ha interpretado se relacionan con la criminalidad o la delincuencia, aunque estas sean mínimas. Y tanto él, como Scorsese, saben explotarlo. De la impasividad de su rostro, y la vehemencia de su actitud y palabras, se desprende el mayor "lobo" de una historia increíblemente real en la que un cacique local actúa como recadero de unos intereses y poderes aún mayores.

Lily Gladstone es el alma de la película. Sus expresiones, miradas, y sufrimiento, marcarán de forma implícita la posición del "bien" y la inocencia en un contexto repleto de depredadores. Hacía mucho tiempo en el cine que unas miradas mudas decían más que cientos de palabras. Su lenguaje no verbal inquieta el espectador, y logra ponerlo en la piel de un osage.

Tres secundarios relevantes. Jesse Plemons está flojo. No es el Tom White que esperábamos los que hemos leído la obra de David Grann. Frío, ausente, poco relevante, sin apenas madera de líder de un grupo de agentes del FBI que sentaría buena parte del futuro de la organización. John Lithgow hace muy buen papel. Aunque escueto y directo, no se le puede reprochar nada atendiendo al tiempo que tiene en pantalla. Y Brendan Fraser se sale. Aparición relámpago, pero enérgica y verídica. Se nota que está de vuelta. Creo que los tres merecían más tiempo.

Hay quien dice que la película es lenta. Yo creo que es larga sin necesidad de acusarle falta de ritmo. Una historia así requiere de tiempo para sumergirse en la psicología de personajes tan complejos. Sí creo que podría tener una mejor BSO, más dramática y melódica, merecedora de una narración impactante. Quizá esto hubiera amenizado el discurrir de la cinta. No hay películas de Scorsese siguiendo este estilo. Tímidamente me recuerdan a "Silencio" -por la profundidad de los personajes- o a "El color del dinero" -por una ambición tutorizada, por no mencionar el recurrente juego de billar- entre sus anteriores obras.

En definitiva, una historia de lobos, coyotes e inocentes que refleja las heridas profundas del país de Martin Scorsese, quien no deja de innovar desde su estilo clásico el cine de Estados Unidos.

El ritmo vertiginoso de esta Miniserie -que puede aspirar, sin duda alguna, a ser la mejor que se ha producido en España hasta ahora- te ata al sofá mientras ves un capítulo detrás de otro. Puedes enlazarlos todos y quedarte sin aliento desde el primero, que empieza prácticamente por el "nudo" sin dar apenas tiempo para una introducción ahogada.

Con un reparto colosal, Sorogoyen no sólo ha traído lo mejor de "El Reino" al formato Miniserie, sino que además lo ha mejorado introduciendo más y mejores paralelismos con la historia política y social de nuestro país en los últimos años. No deja de ser una pequeña ficción dentro de una inmensa realidad que todos los días vemos en el telediario.

Raúl Arévalo y Roberto Álamo están que se salen. Vicky Luengo hace una genial interpretación de una agente incansable. Hovik Keuchkerian y Patrick Criado continúan en su consolidación como grandes actores, aunque sus papeles en los dos últimos capítulos están demasiado ausentes, nada que ver con los primeros. Y Álex García es en mi opinión el que mejor clava su personaje, y eso que podría ser el que menos Antidisturbios parece de todos. Raúl Prieto podría ser la revelación, aunque según la escena está más o menos fuerte. Y, personalmente, me ha gustado mucho el papel del ya legendario actor secundario Tomás del Estal. Habiendo interpretado infinidad de papeles, probablemente el de Policía -o funcionario- aburrido y deshalagador sea el que mejor refleje.

En definitiva, una obra maestra de un Sorogoyen que ha sabido reflejar las entrañas de la policía, la justicia, la corrupción y de la España de hoy en día.

Si te gusta la política estadounidense, y sobre todo si has seguido con atención todo lo que ha sucedido en los últimos años en Washington, no te puedes perder esta serie con unas interpretaciones brutales y un ritmo tan nervioso como el de todo lo que rodea la Casa Blanca.

La Miniserie muestra a través de James Comey, Director del FBI, dos episodios fundamentales (o mejor dicho, escándalos) en la historia reciente de EEUU: los correos de Hillary Clinton por un lado, y el Rusiagate y sus conexiones con la campaña de Trump por otro. A través de estos dos casos se viven duros dilemas en el FBI, especialmente atendiendo a como las grandes decisiones de la cúpula de la organización podían afectar de un modo u otro al devenir de la política americana con unas elecciones presidenciales tan cerca (2016).

El desarrollo de la Miniserie puede llegar a ser en ciertos momentos demasiado difícil de seguir debido a la enorme cantidad de información y personajes que son presentados en muy poco tiempo. Pero eso no la hace peor, sino que la acompleja y contextualiza como debe para presentar unos hechos tan polémicos y relevantes que cambiaron la historia. A veces incluso puede ser necesario parar la reproducción para recapitular un poco, sobre todo en los primeros capítulos, si tienes la percepción de que te estás perdiendo.

Jeff Daniels y Brendan Gleeson bordan sus papeles. No obstante, a mi parecer se abusa del papel antagonista de Trump. Durante toda la Miniserie se le ve cara de enfadado y de pocos amigos (excepto en una escena), incluso en sus declaraciones en público. Todos sabemos de su dureza y falta de escrúpulos, pero también de su carácter bromista e incluso "pasota" que la Miniserie parece evitar con tal de fortalecer su papel como el "malo". Ben-Adir clava a Obama, aunque podrían haberle maquillado un poco mejor, parece demasiado joven. Y las apariciones de Scott McNairy, Jonathan Banks, y especialmente la de Michael Kelly son la guinda del pastel a un pedazo de reparto.

"Il Spietato" se presenta como una película ambiciosa, y con una estética tan cuidada como sofisticada. Trata de contar una historia, cuanto menos, atractiva y violenta: la historia de Santo Russo, un hombre hecho a sí mismo, capaz de reconstruir su vida y empezar de cero cuantas veces sea necesario -sin importarle llevarse por delante lo que o quién sea. Un criminal tan "dandi" como "irresoluto"...-.

Sin duda alguna, lo mejor de la película, a mi juicio, es el reflejo de un norte de Italia industrial, urbano, desarrollado, y consumidor del arte más vanguardista. Todo ello se contrapone con la historia de un joven criado en una familia calabresa que emigró a Milán, precisamente huyendo de la mafia (la temida ´Ndragheta), y que desde pequeño aguanta dosis de desprecio, -e incluso lo que se podría denominar xenofobia-, hacia aquellos que venían del sur del país.

A partir de ahí, el protagonista comienza, casi por casualidad, una vida íntimamente ligada al crimen, al robo, a la extorsión, el secuestro, y cómo no, las drogas. No obstante, estas temáticas no son sino el contexto dónde se desarrolla la que es la trama principal de la película: la vida amorosa de Santo Russo. La relación que mantiene junto con la joven artista, medrando gravemente a su familia -especialmente a su esposa- en la casa a las afueras de Milán, es contada con una perspectiva que no se hace pesada, y que al mismo tiempo toca otro cariz que es especialmente relevante para una película que no pierde su esencia italiana: la íntima relación con Dios y la Iglesia Católica.

Netflix no ha doblado la película todavía al castellano, pero merece la pena sin ninguna duda verla en versión original subtitulada, dónde incluso se pueden apreciar los diferentes acentos entre los milaneses y los protagonistas con orígenes sureños.

Mi nota, un 8 sobre 10.