Tal vez porque todavía era adolescente. Porque era subtitulada, y hablada en francés con sonido directo, o porque en la pequeña sala casi todos eramos adolescentes, o porque todavía estamos en el franquismo,... el caso es que es una de esas películas que siempre se recuerdan, a pesar de no haberla vuelto a ver nunca más. Y esto a pesar de sus propios méritos cinematográficos.
Para Pascal Thomás, el director, esta era su primera "peli". No era un "enfant terrible". Era ese amigo de juventud, algo mayor que ya estaba en la universidad; un gamberro simpático e inquieto, que sabía contar historias, tenía una bonita sonrisa y gustaba a las chicas. estamos en 1962 ó 1963,... La historia es un fresco de la vida adolescente, explicado con ritmo y absoluta corrección. Los personajes, muy verosímiles, son interpretados con absoluta naturalidad, justo lo que la película necesitaba. ´La simpatía, ironía y cariño, del director con sus personajes, hacen el resto.
La historia en sí misma no es lo importante. Probablemente, Pascal nos recuerda "su" adolescencia. Las chicas y el sexo están en el centro de todo. Los primeros amigos de verdad. El bachillerato en una ciudad de provincias. Paris está lejos. El mito sexual de las suecas. El interrail.
En fin, como "Malizzia", aunque no tiene absolutamente nada que ver, es una de esas peliculas, que 30 años después, en esas cenas con nuestros viejos, pocos, amigos de siempre, todos recordamos perfectamente con cariño, aunque sólo la vimos una vez, cada uno por su lado.