En “La primera cita”, Jesús Ponce nos regala un melodrama amable y emotivo, lleno de momentos tiernos, profundamente humano y que atrapa y emociona al espectador desde la primera escena. Es una película sin complicaciones, con una historia lineal y perfecta, llena personajes creíbles, sencillos y empáticos. expresada en un guión que fluye sin tropiezos hacia un final emocionante y conmovedor.

La historia se sustenta en dos personajes perfectos a quienes Jesús Ponce ha sabido dotar de una humanidad y credibilidad que trasciende el arquetipo, especialmente en el teniente Haro, que a pesar de encarnar unos defectos muy asociados a la época y a la profesión militar, no resulta estereotipado en ningún momento.

Isabel Ampudía reviste su personaje de una ingenuidad alegre que te atrapa enseguida y resta dramatismo a la representación de una enfermedad tan terrible y despersonalizadora como el Alzheimer. Sebastián Haro está sencillamente magistral. Su personaje emociona en todo momento y conmueve en la maravillosa escena final. Sebastián Haro consigue que empatices de manera casi inmediata con el “terrible” teniente Haro y que resulte creíble que, quién trató a su mujer con absoluto desprecio e indiferencia, hoy la llene de atenciones y caprichos, descubriendo un amor tardío, sincero y conmovedor.

Arturo Fernández, actor de grandes recursos y longeva trayectoria, interpretó a finales de los cincuenta y principio de los sesenta, una serie de películas de temática policíaca o negra que, en mi opinión, están entre lo mejor de su carrera. Entre ellas dos extraordinarias cintas dirigidas por Juan Bosch: “A sangre fría “ y “Regresa un desconocido”. Pues bien, si cualquiera al ver los nombres de Arturo Fernández y Juan Bosch en este “Último verano” piensa que va a encontrar una obra con la calidad, profundidad y buen argumento que las dos mencionadas, se va a llevar un buen chasco.

“El último verano” es una película mediocre que, pese a estar filmada con evidente oficio, hace aguas por todos sitios: es lenta, pretenciosa y sobre todo aburrida. Lo peor que puede pasarle a un film es que sus personajes no capten el interés de la audiencia y justamente eso es lo que pasa aquí: las vicisitudes y problemas de los protagonistas no atraviesan la pantalla y, por tanto, no interesan. Podría pensarse que esta falta de conexión es debida a que los conflictos morales que “torturan” a los personajes han quedado anticuados y no despiertan la simpatía o la empatía del espectador. Pero no es eso, es simplemente la forma pretenciosa y antinatural en que, a través de unos diálogos artificiales y falsos, se presentan dichos conflictos. Conclusión: no llega y, por tanto, aburre.

Esta coproducción española-italiana, rodada en plena efervescencia de este tipo de colaboraciones, es, por decirlo de un modo sencillo, una de esas comedias donde todo está donde cabría de esperar.

La película está dirigida por un hábil artesano de la comedía como fue Pedro L. Ramírez y tiene, como cabría esperar, el mismo tono entre cómico y sentimental que otros trabajos suyos de los cincuenta como “Recluta con niño”, “Los ladrones somos gente honrada”, “El tigre de Chamberí”o “El gafe”.

Los protagonistas italianos Antonella Lualdi y Franco Interleghi hacen, como cabría esperar, el papel de guapos (ella bellísima), sositos, modosos y en todo momento contenidos.

El reparto español en general borda un conjunto de interpretaciones memorables donde, como cabria esperar, hacen brillantemente “lo suyo”: Antonio Garisa hace “lo suyo” con la soltura a que nos tiene acostumbrados; José Marco está genial en “lo suyo”; el inimitable José Luis Ozores hace “lo suyo” en un “papelín” de apenas tres minutos, y así con todo un maravilloso plantel de habituales de la época.

La historia, como cabría esperar dado el género y el año en que esta filmada esta película, es una hábil mezcla de comedia costumbrista y melodrama sensiblero, aderezada con unas gotas de critica social en el retrato de las “fuerzas vivas” de una ciudad de provincias.

En general, una peliculita entretenida, amable y sin pretensiones filmada con habilidad y oficio. Recomendable.