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España España · Hellín
Críticas de erinacevs
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de agosto de 2021
71 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen obras que trascienden a la propia industria a la que pertenecen. "Neon Genesis Evangelion" (1995) es una de ellas. Durante más de veinticinco años la serie de televisión y sus películas continuadoras se han mantenido como un fenómeno de masas que va más allá del anime. Tras múltiples retrasos desde su fecha prevista original en 2014, y con su lanzamiento definitivo confirmado para 2020 retrasado a causa de la pandemia de COVID-19, finalmente "Evangelion 3.0+1.0" llega a Occidente meses después de su estreno en Japón y, como no podía ser de otra forma observando la dinámica actual de grandes estrenos, a través de una plataforma digital, en este caso Amazon Prime.

La saga “Rebuild” que se inició en 2007 con el estreno de “Evangelion 1.0” ha tardado catorce años en completarse. Se dice pronto, y más teniendo en cuenta que entre el estreno de "Evangelion 3.33" (2012) y su continuación, punto final de la saga y quién sabe si de la franquicia, han pasado nueve años. Como referencia, más tiempo que entre el estreno de “The End of Evangelion” (1997) y el anuncio de su reboot. La pregunta a resolver resulta entonces obvia: ¿Está el film a la altura de su espera? Difícil respuesta, y más cuando se trata de una sombra tan alargada como la de la obra insignia de Hideaki Anno, pero defintivamente hay que inclinarse por un sí.

"Evangelion 3.0+1.0" cumple sobradamente con las expectativas de lo que pueda esperarse como final. ¿Es la mejor película de Evangelion? No, "The End of Evangelion", en la que esta intenta fijarse y mucho, mantiene un valor cinematográfico al que se aspira pero que no se alcanza. ¿Es entonces la mejor del Rebuild? En aspectos técnicos, 3.0+1.0 resulta una obra maestra de la animación, aunque en un compendio general y a título personal 2.0 siga siendo el clímax de este arco. Por otro lado, todo lo que hace única a 3.0+1.0, especialmente en el tratamiento de los personajes tanto en la primera hora de la película como en su final, es remarcable. ¿Dónde falla entonces? En un caos narrativo que solo puede leerse en la zona spoiler.

Como se dijo, la película es una delicia visual. Una experiencia obligatoria para cualquier amante del cine de animación. Fotografía cuidada, armónica y de impacto, un diseño de escenarios excepcional y un gran trabajo de animación, expresiva y detallista. En el apartado sonoro, la OST de Shiro Sagisu aporta a la película gran parte de su alma. Tanto en los temas nuevos como en las rearmonizaciones de clásicos, el compositor desarrolla un trabajo fantástico desde los créditos, con pistas variadas que van desde los icónicos solos de piano hasta las piezas orquestrales llenas de fuerza, coros y percusión. Mención especial a Hikaru Utada y el tema de los créditos, "One Last Kiss".

Sin embargo, y a pesar de la señalada como excelente animación, es importante también reseñar como se han diseñado y propuesto las escenas de acción. El CGI permite secuencias espectaculares, que desafían la física y que niega constantemente las leyes de la gravedad. Si bien el resultado es vistoso, entretenido y, aunque con excepciones, fácil de seguir sin perder la vista en un mar de explosiones y giros vertiginosos, como pudiera ocurrir en 3.33, es imposible no realizar comparaciones con la animación tradicional del NGE original y la propuesta de las dos primeras películas del Rebuild. El excelso combate entre la Unidad 02 y los EVA Series en “The End of Evangelion”, o la batalla final de 2.0, siguen siendo, incluso después de este estreno, ampliamente superiores, y es que aunque las ideas de los combates son muy buenas, el uso de la animación 3D en los EVAs llega en muchas ocasiones a romper visualmente con el resto del escenario, dando una extraña sensación de tosquedad o bajada de calidad. Quizá, a título personal, hubiera sido más interesante apostar por combates menos ambiciosos pero mejor integrados estéticamente.

El plano argumental será quizá donde la película sin duda levantará más debate y división. Evangelion siempre ha funcionado en dos planos: Uno construido alrededor de las idiosincrasias de los impactos, su funcionamiento, rituales y motivaciones de sus impulsores, y otro centrado en el desarrollo psicológico de sus personajes y las relaciones humanas entre sí. El primer marco sigue la dinámica habitual de la franquicia, planteando un misterioro puzzle lleno de símbolos y pistas falsas que los fans más acérrimos se encargarán de armar durante los meses o años venideros, donde encontraremos más preguntas que respuestas. De poco sirve profundizar ahora aquí, pues terminar la película con la sensación de no haber comprendido nada es parte del juego, y parece que no podría ser de otra forma. Sin embargo, se hubiera agradecido una mayor claridad tratándose del último episodio, y observándose como, aún así, se han propuesto enigmas nuevos prácticamente irresolubles.

El segundo plano, que es el que para muchos/as hace verdaderamente memorable el universo de Evangelion, resultará en esta ocasión mucho más directo y cerrado que en anteriores capítulos, consiguiendo mantener el equilibrio entre la profundidad de la psique de personajes con profundos traumas adquiridos durante un lapso de catorce años, y las limitaciones de cerrar sus historias en apenas dos horas y media. Lo consigue de forma bastante solvente. Indagar más sería caer en spoilers, pero todos los personajes importantes de la obra disponen de su momento de gloria, donde los espectadores podrán entender, o al menos intuir, qué rasgos de su personalidad se mantuvieron o evolucionaron durante el salto temporal que divide las dos primeras y las dos últimas películas de Rebuild. En spoilers, más sobre esto.

En definitiva, un gran final para Evangelion que satisfará a todo tipo de fans. O, al menos, les hará soltar alguna lágrima producto de la nostalgia y de un mensaje final que, sin duda, resulta incluso más edificante y positivo que el que tuviéramos hace 26 años en "The End". Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
erinacevs
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10
11 de febrero de 2020
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película debe tener tres cualidades: Contar realmente una historia; que esa historia, por pequeña que sea, sea bien contada y sin tomar al espectador por estúpido; y que se haga disfrutable a la vista y el oído. Todo lo demás son aderezos y gustos personales, independientes en cada persona.

“Gisaengchung” (Bong Joon-Ho, 2019), o “Parásitos”, lo consigue a niveles que han justificado convertirla en la primera película de habla no inglesa en conseguir un Oscar a Mejor Película. Y es curioso porque, en la superficie, se trata de un film nada grandilocuente, con una premisa sencilla que podríamos ver en cualquier comedia de situación, pero que en sus capas más profundas decide señalar directamente a la propia naturaleza humana.
Los grandes logros de esta película vienen precedidos por su fusión de géneros. “Parásitos” es un drama familiar y un thriller psicológico que decide esconderse en su narrativa, conviertiendose en una ingeniosa comedia negra. Todo mientras se logra dar una nueva vuelta de tuerca al tropos clásico del “hombre pobre/hombre rico”, y plasmando una historia cotidiana, que retrata las relaciones cordiales de hipocresía en las que se fundamentan nuestras interacciones sociales en la actualidad.

Bong Joon-Ho introduce con subliminal maestría todo el sustrato social de la cinta, que parte del clasismo imperante en la sociedad surcoreana como premisa. La película, y es de agradecer, nunca nos escupirá este mensaje a la cara, sino que bajo la aparente armonía y paz entre los personajes principales se encierran estos aspectos tan naturalizados para ellos hasta un punto que ni siquiera se cuestionan, solo se asumen y se disfrazan de respeto y cordialidad, tal y como la película se disfraza de simpática comedia. No hay diálogo al que no se le puedan apreciar dos o incluso tres capas, siendo frecuente la premonición o incluso la maldición en las palabras de los personajes.

Poco más se puede decir de la trama y el mensaje central de “Gisaengchung” sin entrar en el “spoiler”, pero tampoco es necesario. Cuanto menos se sabe de ella antes de verla, mejor.

El control absoluto de los espacios y la fotografía realza el valor técnico de “Parásitos”. Bong Joon-Ho contrasta con habilidad planos armónicos, proporcionados, casi minimalistas, llenos de orden, con otros que transmiten la idea absoluta del caos, en aquellos momentos en los que la trama se entrega al mismo sin más opción. El símbolo y la metáfora está presente en muchos momentos, y la poesía visual es capaz de reflejarse hasta en un inodoro expulsando heces (literal). Sin duda es este montaje, acompañado de un gran ritmo en las escenas y el guión, el que hace que a pesar de durar más de dos horas esta se haga liviana e incluso corta.

Obra maestra del director que ya ha pasado a la historia por el reconocimiento internacional que esta ha tenido, pero que esta vez, tiene valor más allá de lo que los gafapastas con ínfulas de Hollywood puedan querer hacernos creer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
erinacevs
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9
14 de octubre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine basado en personajes del cómic norteamericano de superhéroes lleva diez años dominando las salas, y algún tiempo más con una presencia notable en las mismas. Convertido ya casi en el equivalente actual del “western” clásico, este género vive un evidente momento álgido ligado de forma absoluta al género de acción y aventuras. Por primera vez, una historia ambientada en el universo de la capa y el antifaz llega de manera tan cruda, sin guiños a la acción y con un planteamiento de thriller en el que la psicología de los personajes prima sobre las acciones. Es imposible negar que la propia naturaleza de la franquicia Batman y su más carismático antagonista permite este tipo de experimentos, como ya pudimos ver ligeramente en la archiconocida trilogía dirigida por Cristopher Nolan entre 2005 y 2012. Sin embargo, de nada sirve esa posibilidad si no se concreta con un producto excelente como el que nos encontramos aquí.

La propuesta de “Joker” (2019) no es del todo arriesgada, pero sí como decíamos antes, muy novedosa dentro del género con el que se le podía encasillar. Ya en el pasado se rumoreo con personajes del cómic dando el salto a géneros alejados del blockbuster palomitero, como “Venom”, pero finalmente ha sido Todd Phillips quien se ha atrevido a que su Joker tenga algo más que ofrecer que explosiones, momentos de epicidad desenfrenada y efectos especiales.

La escenografía de "Joker", realmente, no introduce ningún elemento nuevo. Juega con una atmósfera oscura utilizada en múltiples ocasiones. Todd Phillips sabe los trucos clásicos para crear un ambiente maduro y serio a través de los planos, encuadres y sonoridad, y lo consigue sin especiales florituras. Y esa es parte de la genialidad del film, el saber perfectamente que resultados quiere conseguir y que ingredientes va a usar para ello, sin abandonar en ningún momento el tono que persigue. Gotham se ve realista y enrarecida por los eventos recientes, pero sin resultar tétrica o pomposamente ennegrecida como en anteriores ocasiones se ha reflejado sin éxito. Y esto, más que un punto en negativo, como reseñarían algunos "especialistas", se convierte en un punto a favor, pues innovador no es siempre sinónimo de bueno.

En lo que refiere a las interpretaciones, que Joaquin Phoenix es el ganador del Oscar a Mejor Actor en la próxima edición de los premios es una apuesta segura. Repetitivas y manidas serían todas las alabanzas que se puedan a hacer a una muy notable caracterización, capaz de enternecer, tensar, incomodar y hasta aterrar en pocos movimientos. Un Joker que traslada su locura a un espectador incapaz de discernir con seguridad si se encuentra ante una víctima o un verdugo, y que es participe del juego de roles en el que nos sumerge el claro trastorno de personalidad del personaje. Notable también el resto del elenco, con mención especial a un muy correcto Robert DeNiro que encarna perfectamente al clásico presentador de late night norteamericano lleno de gestualidad y verborrea.

La banda sonora es correcta, pero sin que contemos con momentos verdaderamente memorables. Quizá la introducción del clásico “Send the Clowns” de Frank Sinatra en una de las escenas sea la más destacada, pero otros temas como el “Rock N Roll” de Gary Glitter quedan bastante descafeinados y usados para dar una sensación de “cool” que realmente no consiguen, pese a que la escena que acompañen sea buena, ya que se trata de temas sustituibles por cualquier otro. El resto de la BSO resulta genérica para el suspense, y aunque no va a destacar, cumple su función.

Como último apunte, antes de pasar a los “spoilers”, es reseñable que un punto a favor de la película va a estar indudablemente en su cualidad de poder ser visionada varias veces para descubrir nuevos detalles. “Joker” solo trata como estúpido al espectador en una ocasión, que sin embargo sirve para introducir el concepto de la alucinación y la irrealidad, lo que genera preguntas, debate, teoría y, en definitiva, gran material para motivar uno o varios visionados más.

“Joker” cuenta tres catábasis: La de Arthur Fleck, la de Gotham y, en un plano secundario pero fundamental, la de la familia Wayne.

Surge la polémica de si este Joker respeta el legado del personaje y si no nos encontramos ante una historia que utiliza al icónico villano únicamente como reclamo, desarrollando una trama que podría ser perfectamente relatada involucrando a otros personajes. El Joker era hasta ahora siempre introducido como un agente del caos con origen confuso, si no inexistente, cuya principal motivación venía dada por el mero placer hedonista y un psicópata sentido del humor. ¿Cumple esta versión con esa percepción del personaje? Definitivamente sí. Veamos como.
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erinacevs
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7
9 de junio de 2018
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva saga jurásica ha logrado en dos entregas posicionarse como una más que digna secuela para “Jurassic Park” (1993). Si en “Jurassic World” (2015) nos encontrábamos una propuesta que servía tanto de continuación para los nostálgicos como de remake o reboot para las nuevas generaciones, es ahora en “Jurassic World: The Fallen Kingdom”, cuando encontramos un verdadero punto de inflexión que lleva la saga a otros marcos argumentales.

Si bien las reminiscencias de “The Lost World: Jurassic Park” (1997) son imposibles de discutir, esta nueva entrega no le debe tanto como si lo hacía “Jurassic World” a “Jurassic Park”. Funciona en este sentido y como secuela, de una forma mejor y mucho más natural.

Nos encontramos ante un blockbuster de manual sin mayores pretensiones que las de hacer pasar un buen rato al espectador con acción y aventuras, algo que cumple sin problemas, pero que sin embargo también se atreve con introducir ecologismo y crítica al capitalismo al ya clásico debate en la saga sobre esta legitimado el ser humano para jugar a ser dios. Lo hace, por supuesto, de una manera superficial y para sostener el sustrato del film, pero es indudable que añade una capa más a una película que podría haber aspirado a mucho menos.

Técnicamente, J.A. Bayona realiza un trabajo sobresaliente, en el que nos deja algunos destellos de brillantez en algunas escenas, incluido un breve pero impactante plano secuencia. La película, como ya hiciera la original “Jurassic Park”, marca bien los ritmos durante sus dos horas y diez minutos, siendo capaz de intercalar un tono oscuro, terrorífico y casi sádico en algunos momentos, con la colorida y familiar propuesta general. Una lástima que esta entrega carezca de una banda sonora que pueda acompañar con identidad propia lo que vemos en pantalla, más allá de las ocasiones en las que las clásicas fanfarrias de la franquicia dejan caer su leit motiv para que confundamos nostalgia con impacto.

En lo que refiere a la interpretación, es indudable destacar la actuación del dúo protagonista. Chris Pratt y Bryce Dallas Howard mejoran sin ninguna duda en sus respectivos roles, y hacen imposible pensar en una tercera entrega sin uno de ellos. Quizá esto se deba a la menor caricaturización de sus personajes, que responden menos a clichés tópicos del cine palomitero y mantienen un papel más comedido y realista. Desgraciadamente, no puede decirse lo mismo de los villanos del largometraje, quienes pasan sin pena ni gloria y sirven exclusivamente, y como puede uno imaginarse, para ser poéticamente ajusticiados por los saurios y su hambre voraz, tal y como viene siendo normativo en la saga.

De ellos, las bestias jurásicas, que son el principal reclamo de la cinta, poco en contra puede decirse. La recuperación de los animatrónicos en ciertas secuencias es acertada, y aunque a nivel relativo el CGI de 1993 sigue envejeciendo mucho mejor de cómo lo hará el de esta segunda etapa de la franquicia, el realismo de las bestias y su interacción con los actores de carne y hueso apenas tiene puntos flojos. Sin duda se trata de un ejemplo de cómo utilizar correctamente los efectos especiales, sin necesidad de sobrecargar al espectador.

Con todo lo dicho en mente, “The Fallen Kingdom”, aun tratándose de una quinta entrega, puede fácilmente ser considerada la secuela merecida que llega justo en un momento donde un paso en falso con un capítulo mediocre habría supuesto de forma casi indudable la condena a la extinción del parque jurásico cinematográfico. Renueva la saga y la hace crecer, más allá de aprovechar un legado de oro y limitarse a exprimirlo. Una película para divertirse en el cine que entretiene y mucho, y que desde luego no incomodará al más fanático ni decepcionará al incondicional.

El subtítulo “El reino caído” pudiera, en este sentido, hacer más referencia a la ruptura con el formato tradicional de las películas precedentes, más centradas en ser episodios en cierto modo auto-conclusivos y con una estructura repetida, que a la propia trama planteada. Si en “The Lost World” la solución para volver a contarnos una historia sobre dinosaurios revividos genéticamente pasaba por trasladar la acción a un nuevo espacio, Isla Sorna, en “The Fallen Kingdom” todo comienza con la alerta de la más que inminente destrucción por causas naturales de Isla Nublar. Una desaparición irreversible y para siempre. El mensaje es captado con facilidad: Ya nada será lo mismo a partir de este momento, la saga, como la vida, se abre camino.
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erinacevs
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5
12 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones en las que, tristemente, una película que en otro contexto sería valorada con tibieza, o incluso positivamente, se ve arrastrada por polémicas fuera de la pantalla o contextos desafortunados para el estreno y recibimiento de la misma. "Mulán" (Niki Caro, 2020), ya ha entrado a formar parte de la historia del cine, pero no por los motivos deseados.

A esta “Mulán” se le recordará como la obra de cine experimental más cara de la historia, con doscientos millones de dólares invertidos. Experimental, sí, pero en el sentido más empresarial, mercantilista y capitalista de la palabara. Concebida originalmente como el primer gran intento de Disney en China, mercado ya reconocido como imprescindible y necesario para la industria del entretenimiento, "Mulán" parece sobre el papel una apuesta segura, pero alguien tenía que haber pensando en si realmente China esta por la labor de que venga Disney a contarles su propio cuento. Además, tras el retraso forzado del estreno a causa de la pandemia mundial de Covid-19, a “Mulán” se le añade la carga de ser también conejillo de indias para la propia Disney en occidente, al considerar su lanzamiento en Disney+ una forma de testear si los espectadores abandonarían en esta época de crisis sanitaria el molesto intermediario de las salas de cine (molesto para Disney y su recaudación millonaria, por supuesto) y, ya de paso, hasta cuanto estarían dispuestos a desembolsar por sus productos audiovisuales de estreno usando este servicio.

Que “Mulán” ha sido un fracaso en todas las previsiones de Disney no es ninguna noticia, pero no nos confundamos. Que el movimiento relativo a Disney+ era una jugada arriesgada casi segura de caer en pérdidas no debe ser una sorpresa para ellos. Donde reside el gran fracaso de la compañía del ratón es en la poca o nula buena recepción de esta “Mulán” en el gigante asiático. Desembarcar en China y conquistarla, motivo principal por el cual esta película fue planteada en primer momento, ha sido imposible. ¿Por qué? Porque, aunque entretenida e incluso disfrutable para una tarde en casa, esta película es un intento de contar una versión occidentalizada de un cuento chino a los propios chinos, que conocen su historia de sobra y que además cuentan con decenas de versiones, revisiones y secuelas diferentes, originales y mejores, que la que ahora le quieren volver a contar. La última, este mismo año, de la mano de Lin Yi.

"Mulán" carece de identidad debido, irónicamente, a su intento de contentar a todo el mundo. Quiere triunfar con los niños que ya no somos tan niños y recordamos la primera de Disney, la de 1998, que es posiblemente de los mejores trabajos realizados en sus estudios. Listón muy alto. Pero 1998 fue hace 22 años, cuando las dudosas sombras éticas de la apropiación cultural todavía no estaban tan extendidas, y China ya no es un exótico país en el que plantear una película de animación infantil, sino un dragón despierto, con un tesoro en su cueva cada vez mayor y con 1.000.000 de consumidores potenciales. El esfuerzo por dirigir la película ahora también a este público, hace que "Mulán" renuncie a todo lo que hacía tan carismática y entrañable a la primera, mecionando especialmente a los personajes exagerados y caricaturescos como fueran la abuela de Mulán, el consejero Chi-Fu, el grillo Cri-Kee o el absoluto co-protagonista Mushu. Estos se añoran tanto como la música, que a su vez ha sido tan deshonrada como la vaca. Se sustituyen estos elementos con combates de artes marciales típicos del género wuxia, o, como muchos lo conocerán en Occidente, estilo "Tigre y Dragón” (2000), un género que, aunque interesante, podemos reconocer que es bastante de nicho en este lado del mundo. Y eso último Disney también lo sabe, porque lejos de reconocerse como una película del mismo, lo cual daría para un debate bastante más extenso y profundo, se decide que las increíbles acrobacias y combates se deban a un poder místico llamado “chi”. Terrible decisión, mucho, convertir a Mulán en una heroína de anime shonen por no querer ir al ciento por ciento con el “wuxia”, curiosamente en una película donde el aceptarse como lo que uno o una es forma parte del mensaje principal.

Por lo demás, buenas actuaciones, a destacar Liu Yifei, Donnie Yen, y la gran Gong Li. Una ambientación y fotografía irregulares que a veces resultan magistrales y otras restan y estropean cualquier tipo de epicidad, algo grave en una historia que debería exudarla. Las escenas de acción realmente estéticas y bien conseguidas, siendo el único momento donde de verdad parece que esta película pueda costar doscientos millones de dólares. Los personajes, aunque planos muchos de ellos, competentes.

Y por supuesto, mundo aparte, la OST. Tan importante en otra época para Disney, ahora reducida a un atentado infame hacia la grandeza de la original. Absolutamente descafeinada, reducida a música ambiental que esporádicamente cuenta con algunas reminiscencias de esas canciones de la animada que no se han atrevido a poner en su justo lugar.

¿Veredicto final? Una película visualmente interesante, con buenas actuaciones, escenarios, ambientación y acción, pero, increíblemente, sosa. Muy sosa.

“Mulán” no es mala, sino mediocre. Podemos decir que es una opción para pasar la tarde o la noche, cuando no hay otra idea sobre la mesa. Añadido el hecho de que existan infinitas versiones de la misma historia mucho más emocionantes y recordadas, esta película pasará sin pena ni gloria. Un intento pobre y caro de Disney por aprovechar el filón de uno de sus grandes clásicos, sin éxito. Si realmente tan importante era esta película para Disney, muchas de las decisiones tomadas no se entienden y uno no puede evitar pensar que son estas prioridades corporativas las que han condenado a un producto con potencial de obra maestra a un irremediable fiasco.

En definitiva, una absoluta ironía que la lealtad, la sinceridad y el valor sean los tres temas centrales de "Mulán".
erinacevs
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