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España España · Málaga
Críticas de Paco81
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
5
22 de enero de 2008
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guillaume Nicloux se pasa al terror psicológico con El elegido, film que nos recuerda a La semilla del diablo (1968), así pues Bellucci interpreta a una frágil pero decidida mujer que al igual que la Mia Farrow del film de Polanski se verá envuelta en una trama angustiosa. El elegido utiliza pues la fórmula de la película del director polaco, es decir, todo se centra en el personaje principal, las muertes de otros personajes nos importan realmente un pepino, todo el miedo se canaliza a través del personaje de Bellucci que, en ocasiones, consigue inquietarnos, pues Nicloux sabe transmitir miedo aún cuando aparentemente no pase nada. Por supuesto, muy pero que muy lejos del resultado de La semilla del diablo, pero aún así el resultado es aceptable.

El problema de El elegido es que aproximadamente desde la mitad del metraje, la película se desinfla y lo que atormenta a la sufrida protagonista se convierte en algo más mundano, aunque metan unos mejorables efectos digitales y se vaya entreviendo más la trama sobrenatural. Además, la falta de originalidad puede perjudicar como es el caso a una película de suspense, y es que en muchos momentos es predecible. No obstante, en líneas generales consigue mantener el interés.
Paco81
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8
6 de octubre de 2021
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que puede considerarse a las mayores grandes producciones cinematográficas como aquellas de envergadura colosal que se convierten en un fenómeno cinematográfico y gozan de un alto nivel de calidad, así que por esto último excluiré al cine de Marvel del que, sin negar su cierta calidad, sí creo que son sobre todo una de las cúspides del cine entendido como "fanservice" más que como un arte. Así pues, dentro de este tipo de producciones que ha tenido obras que van de Cleopatra (1963) a Star Wars (1977, 1980 y 1983), de Titanic (1997) a Harry Potter (desde 2001), ¿esta Dune es el mayor fenómeno cinematográfico desde El señor de los anillos?

Yo creo que en buena parte sí, y es que hacía mucho tiempo que no veíamos una producción colosal de este tipo con, y he aquí la diferencia, un alto nivel de calidad e incluso de autoría, lejos de las genéricas superproducciones de Disney y Marvel, y creo que por eso muchos hemos recibido ya de antemano con simpatía este filme. No pretendo compararla con El señor de los anillos, a la cuál no creo que se acerque a lo que fue y significó en su momento, pero sí pienso que esta Dune ha sido como tuvo que ser y es que, ¿nos imaginamos a Peter Jackson habiéndola dirigido? Sin duda habría sido también una producción memorable (aunque a estas alturas quizá más cercana a su El Hobbit que a su El señor de los anillos), pero el tono lógicamente habría sido otro. Peter Jackson nos conquistó con su fiel versión de El señor de los anillos, pero su tono divertido es algo que hubo que aceptar. Por el contrario Denis Villeneuve no es "divertido", no tenemos enrevesadas escenas de acción ni el habitual alivio cómico, ni siquiera los momentos lacrimógenos (maravillosamente emotivos, que conste) como en la trilogía de Peter Jackson. Villeneuve es sobrio, enigmático y trascendente, y esto es lo que necesitaba esta obra de ciencia ficción dura, algo que pocas veces hemos visto en producciones así, sólo excepciones como 2001: Una odisea del espacio (1968) y, en una versión más comercial de ésta, Interstellar (2014), y es que creo que el éxito de Nolan, también un realizador sobrio y algo denso, ha debido favorecer la existencia de esta película.

Teniendo en cuenta todo esto, afortunadamente tenemos, por tanto, una producción que no nos trata como idiotas, que no trata de llevarnos de la mano, y que nos fuerza a entrar en su mundo sin sobreexplicaciones, algo que hace que la película sea más asimilable en el segundo visionado. Esto es algo que me gusta mucho porque, de esta manera, todo el filme tiene un aire de misterio, ya que no dejamos de hacernos preguntas. Es decir, hay un fuerte trasfondo y ahí, en lo que no se cuenta, en lo que no vemos, reside parte de su encanto y es lo que hace que sea un mundo creíble. Esto, no obstante, tiene una doble cara, y es que la falta de cercanía respecto a ese mundo resulta muy fría, y esto se debe, en parte, a algo habitual en Villeneuve; su escasa utilización de figurantes, lo que da esa imagen de "mundo vacío", haciendo extenso uso de ellos sólo en algunas escenas, en las que se ven tropas militares, y seguramente buena parte de ellos sean un mero relleno digital. Esto es algo que hacía su Blade Runner muy diferente a la original con su ciudad sobrepoblada, y muy diferente por ejemplo a Star Wars, donde todos recordamos escenas como la de la cantina, repleta de criaturas de toda clase y que nos sumergía en la vida diaria de estos futuristas mundos. No es un asunto poco importante a la hora de construir un mundo el de los figurantes, y es que los directores que saben construir una buena ambientación siempre han sabido usar como parte del mundo a los figurantes, como por ejemplo hacía Hitchcock, y ahí tenemos su La ventana indiscreta (1954) basada, en buena parte, en sus figurantes.

Esto, no obstante, como dije es una elección (no es, desde luego, falta de presupuesto), un tanto minimalista pero que es necesaria para el tipo de ambientación de la película que, insisto, es magnífica. Porque la ambientación es el gran logro de esta película, consiguiéndose un planeta hostil y con un aire de misterio, siendo una excelente representación de Arrakis. Además de por la potencia de sus imágenes, esta ambientación es magnífica por su banda sonora, a la que Villeneuve da importancia como siempre, con el "muro de sonido" de Hans Zimmer bañado de sonidos étnicos, consiguiendo realmente "el sonido del desierto". También el casting aporta credibilidad para el mundo construido, siendo bastante coherente teniendo en cuenta los tiempos que vivimos, destacando a Rebecca Ferguson, perfecta en su papel construyendo un personaje que mezcla rasgos desde lo maternal hasta lo inquietantemente enigmático.

Pese a la valentía a la hora de hacer una película como ésta, sí quiero señalar algo en lo que no se han atrevido a ir más lejos, como sí lo hizo (sobre todo en su primera mitad) la serie de Juego de tronos, por decir algo "parecido" aunque sea en un equivalente en formato de serie, y es en la utilización de elementos adultos que den problemas en la calificación por edades. No hablo ya del sexo, que es innecesario (sólo se sugiere algo así en una recatada escena de cama de los Atreides, además de un beso en una visión de Paul Atrides), sino de la violencia. Soy alguien muy partidario de que la violencia se refleje con su dureza, y no de manera aséptica como es habitual en las grandes producciones, y es que la realidad de una batalla es una carnicería. Sangre como tal apenas hay, sólo en un plano en una mano, de manera simbólica y nada que sea lo suficientemente crudo como para dar problema en la calificación por edades. No es nada que estropee la pelicula ni nada a lo que no estemos acostumbrados, pero es lo único que le faltaría para ser totalmente arriesgada. En todo caso Dune es todo un sueño cumplido, un apasionante acontecimiento cinematográfico.
Paco81
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6
13 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El británico John Llewellyn Moxey fue uno de esos directores artesanos a los que, si se les daba un buen material, sabían llevarlo a cabo con eficacia. Con el grueso de su carrera dedicada a trabajos para televisión, incluyendo episodios de series televisivas, si algunos le recordamos no es por esta parte impersonal de su carrera similar a la de tantos artesanos que cumplen con oficio, sino por sus filmes de terror, que es en lo que realmente destacaba. Un potencial que, a mi juicio, siempre se quedaba a medias, incluyendo su película más recordada y primer filme de terror, The city of the dead (1960), aunque no por ello dejando de ser un filme interesante. Con esta A Taste of Evil (1971), titulada en España como La presencia del diablo, tenemos otro caso de filme moderadamente interesante ya que, como dije antes, si Llewellyn Moxey tenía buen material sabía explotarlo, contando en este caso con una historia de Jimmy Sangster, guionista mítico de la Hammer y del que, por semejanza con este filme, hay que señalar sus guiones para las películas de terror psicológico para la casa del terror.

Llewellyn Moxey hizo su último trabajo para pantalla grande con Circus of Fear (1966), otra de sus películas más recordadas junto a The city of the dead (1960), ciñéndose desde entonces a los trabajos televisivos, lo que incluye esta A Taste of Evil (1971). Por fortuna, eso sí, en los 70 coincidió con la etapa dorada de los telefilmes, antes de que el VHS cambiase el mercado y tomasen su relevo los directo a video. Así pues, lógicamente esta película tiene importantes limitaciones por ser un telefilme, pero está hecha de manera inteligente en que uno no acuse la falta de medios, ya que la historia transcurre con pocos personajes mayormente en un único lugar, que es, eso sí, una lujosa mansión. Por ser un trabajo televisivo tampoco podemos esperar algo muy oscuro, por eso está película tiene, hasta cierto punto, un aire de "terror amable" que hace que uno pueda verla mientras merienda pastitas con la abuela, por referenciar una estampa muy británica, y es que aunque ésta fue una de las primeras películas estadounidenses de Llewellyn Moxey, no deja de ser muy "british", con una familia burguesa americana pero con porte casi de aristocracia británica.

Hablando de la tercera edad, hay que señalar la presencia de una sexagenaria Barbara Stanwyck, a la que podemos considerar el lujo de la película, y es que ya sabemos que las grandes estrellas con los años terminan haciendo filmes más modestos, algo que aprovecha esta película, que es plenamente consciente del lujo de contar con una vieja gloria de este calibre, por lo que su personaje está bien elaborado y su presencia es la base de la película, junto a la relación con su hija en el filme, que es mediante lo que se desarrolla la historia. El hecho de que esté bien contada hace que funcione pese a que quien haya visto cierta película francesa se huela ya de qué va la cosa, y es que éste es su problema, esa sensación de no aportar mucho a ese modelo, pero a pesar de ello consigue mantener el interés en todo momento. Así pues, tiene el aire de modestia habitual de los telefilmes, pero tampoco puede negarse que cumple con sus pretensiones y uno piensa en el potencial que podía haber tenido Llewellyn Moxey si su cine hubiera tenido (o podido tener) más aspiraciones, y es que esta película no deja de ser una pieza de terror psicológico recomendable para los amantes del estilo.
Paco81
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8
23 de diciembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visioné La casa roja por ser un clásico del terror psicológico aunque, sin embargo, cuando se habla de ésta se la suele encuadrar en el cine negro, lo cuál creo que es un error. Creo que se hace por la relación que tiene con dicho género por su director, así como por contar con Edward G. Robinson, estrella del cine negro y de filmes de Fritz Lang, con influencia expresionista/noir de este director en La casa roja que no voy a negar por otra parte. Sin embargo, tampoco podemos obivar la influencia de Hitchcock, considerando a ésta como una de las películas derivadas de Rebeca (1940). Posiblemente no por casualidad la siniestra ama de llaves de ésta, Judith Anderson, tiene un papel aquí como hermana del personaje de Edward G. Robinson. Hablando de los actores, cabe señalar como curiosidad un papel secundario para Julie London, años antes de convertirse en una de las grandes "femme fatale" del Jazz vocal. Pero, volviendo al terror psicológico al que hacía referencia con Rebeca, creo que La casa roja se emparenta sobre todo tanto con ésta como con las producciones de Val Lewton para la RKO. Y puede decirse que nos encontramos con una joya oculta del terror psicológico, una pequeña maravilla a la que no le he dado una nota de sobresaliente por lo que, en mis gustos, ha perdido con el tiempo, pero esta película fue o es tan sobresaliente como otros clásicos del género.

Para hablar de esta película hay que hablar de Edward G. Robinson, el cuál consigue con su excelente interpretación sustentar todo el filme. El físico de un actor determina sus papeles, y Robinson, con su rostro de sapo, sabe ir desde lo entrañable hasta lo inquietante, algo muy importante en una película que juega tanto con la ambigüedad, con las cosas contadas a medias. Los demás actores están muy correctos en sus papeles, y los chicos jóvenes protagonistas van al instituto pero nos dicen que "van lento" por tener que ayudar en sus granjas, ¡bien jugado para no tener que poner a púberes de dudoso nivel interpretativo!, aunque no habría estado mal teniendo en cuenta la atmósfera de cuento oscuro. Podría decirse que esto la convierte en una película de terror adolescente, dicho con un poco de jocosidad. Pero, como decía, hay mucha inspiración en los cuentos. Yo, como quizá en el caso de Rebeca, veo algo de Barba Azul, pero sobre todo tiene mucho de los cuentos en donde el bosque es algo siniestro, como Caperucita Roja. El protagonismo del bosque como algo misterioso e incluso ominoso se explicita desde la voz en off con que abre el filme. Se nos habla de un bosque virgen, aún no horadado por carreteras, y esto es algo que orbita todo el film. En este sentido esta película, sin duda, antecede a La noche del cazador (1955), la cuál de manera coherente sí estaria protagonizada por niños.

Pero no es meramente la oscura naturaleza lo que aquí acontece, sino la propia mano humana con la casa roja, muy presente aunque no la veamos, y aquí es donde juega el terror psicológico. El terror psicológico debe cumplir con un difícil objetivo en el cine, porque el cine es imagen, es mostrar, y el terror psicológico es lo contrario, consiste precisamente en no mostrar y que sea nuestra imaginación la que haga el trabajo. Por ello, el terror clásico, basado en lo físico, lo que se ve, o lo que se oye (con un repentino susto por el sonido, por ejemplo), nunca ha tenido problema en el cine, existiendo desde sus inicios. El terror psicológico tuvo que esperar hasta los años 40 para encontrar maneras de poder contarse en el cine, destacando las producciones de Val Lewton para la RKO, con La mujer pantera (1942) como la primera y, por tanto, como una película realmente influyente en el cine de terror psicológico. En este sentido, La casa roja sabe usar los recursos del terror psicológico, basados en alimentar la imaginación. Creo que ésta es la razón por la que el terror psicológico genera tanta disparidad: a una parte del público le genera indiferencia, mientras que otros espectadores lo encuentran realmente oscuro. Esto es inevitable cuando se le traslada al público parte del trabajo. Cuando, por tanto, se le exige. Pero esto hay que saber hacerlo, no es fácil como puede sonar, ¡todo lo contrario! Y La casa roja sabe dosificar la información para alimentar la imaginación, sabe crear un clima de extrañeza, sabe construir una atmósfera onírica con un extraordinario trabajo de fotografía y, en definitiva, sabe tejer un trasfondo perverso detrás de su apariencia costumbrista, y es que además eran los años donde estaban de moda las teorías de Freud, así que hay mucho de oscuro deseo reprimido en esta película, aunque su representación esté desfasada científicamente.

Delmer Daves realiza una dirección impecable, un trabajo que junto a su director de fotografía Bert Glennon consigue una belleza extraña, y no hay que olvidar la gran banda sonora de Miklós Rózsa, fundamental para el ambiente mágico de esta película. Esto, unido a un buen guión y apoyándose en la magnífica interpretación de Edward G. Robinson, da lugar a una de esas películas injustamente olvidadas, de las que es difícil decir algo malo. Lo malo que tiene es sobre todo debido a la época en que se hizo, con el código Hays en plena vigencia, el cuál de todas maneras el filme sabe sortear muy bien, aunque sí creo que pudo llegar más lejos y la parte final es relativamente atropellada y en exceso conclusiva, aunque no tanto como otras películas de la época. Pero que quede claro: esto es una lección magistral de terror psicológico.
Paco81
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8
23 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
1960. Contexto. Este año en Estados Unidos se empieza a vender la pildora anticonceptiva. Esto cambiaría las relaciones y causaría que se pudiese controlar la natalidad, produciendo una revolución sexual. El movimiento feminista surgiría de esta liberación de la mujer (y no al revés), dando cuerpo teórico para la práctica política. Lo mismo puede decirse del movimiento hippie, al que puede considerarse como "la avanzadilla" en poner en práctica lo que las nuevas libertades, incluyendo la sexual, permitían. Y justo ese 1960 donde empezó lo aquí descrito se estrenó La verdad, la película más importante de la última etapa de Clouzot, un filme en el que, visto hoy día, recordar que sucedió antes de los hechos descritos en este párrafo es conveniente. Clouzot, hábil mostrando la hipocresía y represión social, solía preocuparse en reflejar la situación de la mujer, y no por casualidad en uno de los interrogatorios al personaje de Brigitte Bardot se desvela que repartió copias de la novela Los mandarines de Simone de Beauvoir para escandalizar. Así pues, es importante señalar que Clouzot realmente tenía una mirada afilada y sabía hacer un ácido retrato social de su época, lo que incluye la situación de la mujer, a diferencia de lo habitual en el cine actual en donde más que tratar de reflejar la realidad se busca consolidar un sistema de ideas ya establecido. Es decir, Clouzot nadaba a contracorriente mientras que hoy día se va a lo fácil, a seguir la corriente de una determinada agenda política. Creo que es importante decir esto para poner en valor este filme.

El personaje de Brigitte Bardot recuerda al de otra película de Clouzot, Manon (1949), y como en ésta, vive lo que hoy se llamaría una relación tóxica. Nada más feliz que una ruptura en una película de Clouzot. Como ya dije antes, unos años después las cosas hubieran cambiado para este personaje, pues la trama se desarrolla con un juicio en el que más que juzgar su crimen se juzga su "vida indecorosa". Bardot hace una muy buena interpretación, ofreciendo un personaje creíble y dominando sus cambios emocionales. Así pues, la estructura de este filme es la de un juicio en el que se desentraña la relación del personaje de Bardot con un prometedor director de orquesta, y el suspense está en, como indica el título, la verdad, sobre la relación con éste, por lo que se desmenuza dicha relación. Hablo del suspense porque es por lo que es más reconocido Clouzot, que aunque más o menos podamos considerar esta película como un thriller judicial, ante todo es un drama psicológico en el que se explora a los personajes, y es que aquí se desentrañan los matices, no hay un mero maniqueismo (vuelvo a hacer referencia a los mensajes prefabricados del cine actual) sino que todos tienen su parte de culpa. El personaje de Bardot es irresponsable y deshonesta, mientras que el personaje de Sami Frey, el director de orquesta, es egoista y celoso.

No puedo evitar señalar algún aspecto sobre la utilización de la música, la diegética, y es que es llamativo como la música clásica es utilizada normalmente en el cine para enfatizar ciertos rasgos. Creo que no es casual que se haya escogido como personaje a un director de orquesta, además de por el propio gusto musical de Clouzot como demostró en documentales, claro. La música clásica suele utilizarse en el cine para representar características como el estatus o, como en este caso, la respetabilidad. La música clásica está bastante encasillada en características no tan positivas, como es la fria racionalidad en el cine de Haneke y, en general, de manera muy extendida ya como un tópico la del villano aficionado a la música clásica, sea para representar su frialdad o su inteligencia. Sin ser nada tan negativo en esta película, sí cumple con su función de representar a un hombre ordenado y responsable, podríamos decir que rígido. En la escena en la que el personaje de Sami Frey conoce al de Bardot, ésta está desnuda bajo las sábanas moviéndose al ritmo de un chachachá y él dice con nerviosismo que no le gusta esa música. Este "choque musical", con el calenturiento chachachá frente a la bella frialdad de la música clásica, es una buena representación de la relación entre los personajes. Después, la música no incidental seguiría teniendo su papel, como en los locales con jazz y rock & roll, en los que los celos del personaje de Sami Frey se disparán en tan "decadente" ambiente.

Hablando del ambiente de la película, así como de un determinado retrato social, también es interesante señalar la forma en la que Clouzot muestra el ambiente bohemio. No es casualidad que el personaje de Bardot acabe en el ambiente bohemio, recuérdese que la vida bohemia era la de personas que para vivir en libertad vivían al margen de las normas sociales, lo que no deja de ser bastante "pre-hippie", y que París fue cuna de esta forma de cultura. El retrato de este ambiente como es habitual en Clouzot es acertado por saber ver los grises, huyendo de la idealización. Podemos decir que la película se desarrolla entre el flashback que narra la relación de la pareja, en donde suele estar de fondo el ambiente bohemio, y el juicio, donde la punzante habilidad de Clouzot para los diálogos está en todo su esplendor, sin duda uno de los puntos fuertes del filme. Aunque no es de las películas de Clouzot más enfocadas al suspense, no deja de ser una obra muy marcada de su autor que sabe decir mucho del ser humano y sobre todo de la sociedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco81
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