Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Ronald
1 2 >>
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de junio de 2005
48 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi una sola vez, a los ocho, diez años,.... Desde entonces la he tenido casi siempre en la punta de la lengua. Y el tiempo que ha transcurrido no es poco. Hoy estoy cerca de las cuatro décadas. Pero no me atrevo a verla una segunda vez. El niño que fui y que aun llevo dentro se resentiría de no apreciarla como la vez primera. La sensibilidad no ha variado; ha cambiado el hombre, que ahora sabe un poco más, aunque tal vez no lo suficiente.
Apenas recuerdo la escena del “matrimonio” y la fuga de los pequeños amantes encaramados sobre un carromato de riel típico de las películas de vaqueros. Otro referente en esos años de televisión y coboyadas los domingos por las tardes.
Una página de la Red dice que los protagonistas de entonces no continuaron la carrera de actores, que llevan vidas normales. En un centro cultural de Buenos Aires se proyecta la cinta por estos días. Hace algunos años, quizá diez, un joven vuelto celebridad de tevé, qué sino tan acorde para un miembro de la generación, encandilada por películas todavía ingenuas, mencionaba a Melody como una de las marcas para los chicos de la época.
Ha pasado tanto tiempo y esa película cada vez se vuelve más entrañable. Después de la primera vez quise verla nuevamente; como siempre me sucede, con Blade Runner, por ejemplo, la había cogido ya comenzada. No se pudo.
Una mañana de colegio, en visita a la biblioteca municipal, puestos a la mesa toda la clase y revisando la hemeroteca entera sobre ella, encontré una revista de espectáculos de entonces y dentro, fojeándola maniáticamente, las fotos de los actores que la protagonizaban. Fue la vez que sentí que las cosas podían darse si se deseaban lo suficiente, intensamente.
Qué curioso, no recuerdo la música. Era un niño esos días. Una película es hoy impensable sin la música. Recuerdo una película y recuerdo la música. Escucho una canción y hay una película ligada a ella.
¿Un sentimental? Sí, un sentimental. Tendré qué dejar de pensar que me irá mal. Quiero escuchar su música. Quiero volver a sentirla. Deseo ver una ves más a Melody. Asumo el riesgo.
Ronald
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
18 de junio de 2005
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparecen los créditos y quedo satisfecho. Por ahí sé que la historia de la película está basada en eventos reales. Generalmente ese detalle comporta un lastre pesado. De todos modos a mí no me interesa conocerlos y tampoco descubrir cuánto falla la película en recrearlos.
Allá la prensa y la policía con sus registros. Allá también quienes procuran que la historia sea una inequívoca pero desabrida enumeración de hechos o efemérides y que el cine o la literatura no sean más que un desvaído reflejo.
Un calificativo para “Vírgenes suicidas”: lenta. Agradablemente lenta. Cuando mi hermano christian me dijo que la cinta no lo había convencido y que para su gusto era demasiado pesada, tuve el pálpito de que fuera buena. Los jóvenes aman el triller y despotrican de las historias que se toman su tiempo para desplegarse. Ergo, si la película le parece lenta a un veinteañero tal vez sea porque en realidad es lenta y hermosa. Vaya, tenía derecho a la expectativa, entonces.
La publicidad decía que “Vírgenes suicidas” era la opera prima de Sofía Coppola. Saberlo después de verla basta para valorar su consistencia. Conocerlo desde antes condenaba a cualquiera. Las expectativas pueden jugar en contra de un novel creador. Hay como una simpatía previa y como un temor de que ellas no sean colmadas: la vergüenza ajena también es anticipatoria.
Hay una diferencia entre el cine y la literatura: mientras en el cine el resultado, la película, es un trabajo de conjunto, en la literatura el texto final, sea cuento, poesía o novela, depende exclusivamente de una sola persona.
Podría suceder que la cinta que se exhiba en las salas corresponda al trabajo de un excelente editor, que le enmendó la plana a un director negligente. El creador trabajará siempre solo, el de la literatura mucho más que el otro, el de cine.
Desconozco en realidad el proceso de creación en el cine. Y no sé cuánto conozco del otro. Lo único certero es que esta película fue dirigida, hecha, por la señorita Coppola.
Ronald
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
18 de junio de 2005
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
PULP FICTION

Si hubiera leído que “Amores Perros” es hija, o hermana, de “Pulp fiction” no hubiese entendido una pizca. Quizá lo leí y nunca me interesó el tema y por ello no lo recuerdo.
No he tenido hasta hoy una idea aproximada de la película “Pulp Fiction”. Una presunción fragmentaria, sí. Y aun ahora, tras verla en mejores condiciones que aquella noche de monumental cansancio, cuando me caía de sueño y no podía sostener la mirada por más de dos minutos seguidos, sé que habré de verla todavía más. Pasa igual con un buen libro. Te gusta y vuelves repetidas veces para seguir reviviendo la historia; las emociones, los sentimientos. Para descubrir más misterios. O encontrar una leve falla que te diga que tú también, con los errores que cometes al intentar escribir una historia, puedes crear un libro semejante.
Acabo de ver la película de Quentin Tarantino de un porrazo, desde antes de las seis y media de la tarde hasta hace poco nomás; nueve y media de la noche, ahora. No he sentido el tiempo. ¡Qué película, Dios mío!
Qué modo tan meticuloso de hacer una película. No manejo el lenguaje cinematográfico así que me expresaré como pueda. La música es protagonista. El editor, no sé quién diablos, es también protagonista. Qué genialidad la de este hombre que le da al cúmulo de imágenes grabadas un sentido de conjunto, la película que acabo de gozar.
Sé que en literatura puede transgredirse el orden de las escenas. El escritor tiene potestad para ordenar o desordenar como mejor le parezca sus cuadros. A un creador se le otorgan esas licencias. ¿Tarantino lo es? Definitivamente.
Una historia circular. Una serpiente que se muerde la cola. La película acaba donde empieza. Y la música que arranca con los créditos de inicio, ¡qué música! Basta con ella para gustar e intrigar y asegurar que el vidente (nuevo sentido para la palabra “videncia”) estará prendido a la historia y al modo de enhebrarla las tres horas de duración. Pero la película ofrece mucho más que buena música.
Sí había leído acerca del achacado ingenio a Quentin para enhebrar magistrales diálogos. Y si los subtítulos corresponden exactamente a los parlamentos, ¡qué diálogos, señores!
Yo no le rindo pleitesía a nadie, sin embargo, no puedo más que dedicarle una ofrenda a Quentin Tarantino. Un profano descreído reconoce la demiurgia de este hombre.
No saco yo moralejas de un libro ni de una película. Pero, ¿no debiera extraer de esta obra siquiera una pauta, una referencia para orientar mis ganas de pergeñar historias?
Ronald
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
18 de junio de 2005
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película muy distante de la oleada de películas que se estilan. No es alharaquienta y por ello no se presta a la publicidad desaforada: no tiene con qué. No hay explosiones, peleas a puño limpio, duelos de espadas o de revólveres; no sobresalta a nadie y menos le encaja al espectador una regresión a los terrores de la infancia.
En realidad, en esta cinta no ocurre nada. Es el ritmo sostenido de principio a fin lo que mueve a la empatía con la historia. Lo más fácil hoy es hacer una película estridente y de poca exigencia dramática. Lo difícil es apostar por un argumento como el de “Entre copas”. Por ello, quien se decide a hacer, y lo hace, una cinta de “realismo soso” merece alguna consideración.
Es una historia simple. Como la de “Perdidos en Tokio”. Aunque mas hablada. Mientras en aquella los silencios o el silencio pueden constituir un personaje, en “Entre copas” no deja de hablarse. Nimiedades de siempre, alusiones cultas. De qué hay silencios, los hay; pero son los mismos silencios de la vida real porque los personajes de ella también se cansan de hablar o no tienen nada qué decir.
Un tema parece recorrer la historia de la película: el de la enología. Y no es lo mismo que decir, como la publicidad lo sugiere, que es el tema. He conocido la naturaleza elitista de este oficio de espíritus presuntuosos viendo la película. Pero tampoco me lo tomo a pecho. La cinta no hace pedagogía enológica.
Hay “creadores” que todavía pretenden ofrecer una “visión” del mundo. Y a nadie le interesa ya decodificar una propuesta enrevesada y ambiciosa. Hoy debería haber solo lugar para historias personales o impersonales, ninguna con afanes totalizantes.
El problema de películas de esta casta es la nula concesión que se le hace a los entusiasmos populares. Una persona más común y corriente que nosotros soportará poco la oferta queda y mundana de la película en sus primeros minutos. Ellos no anuncian un romance trágico, un secreto a develar, una road movie clásica. Extienden una oferta nimia pero rica y el trabajo honesto de quien ha sabido crear sin ceder a las tentaciones demagógicas.
Lástima que también nosotros seamos espíritus egoístas y fachendosos. Y que no conformemos una multitud convertible en ratings. No somos mediáticos, pues.
Ronald
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
18 de junio de 2005
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acerca de “El gran pez”:
¿Cuándo se estrenó? La prensa capitalina le dio cobertura, estoy seguro. ¿Este año?
No lo recuerdo. Las oleadas de emociones anticipatorias que me asaltan por poco no me desbaratan. Quedo maltrecho, de todos modos.
Y, como una aparición, se dejan ver de repente las locaciones de “El jinete sin cabeza” y los personajes que las habitan. Destacan las tonalidades umbrías y arriesgo una certeza: son los colores que le calzan a una leyenda. Las leyendas vueltas películas deberían tener colores singulares como éstos. ¿Los tendrá “El gran pez”?
No debería, pero estoy predispuesto.
Una típica frase peruana; eso creo: Tim Burton es harina de otro costal. A él o a sus películas los críticos le adosan un calificativo: gótico. De una historia desenfadadamente pavorosa e improbable pero verosímil y con alusiones científicas se dice eso, que es gótica.
Yo no sé cómo calificar “El gran pez”. No tengo un modelo para valorarla. Sí puedo hablar de los momentos inmediatamente posteriores a la visión, no de los mediatos, obvio, porque no soy vidente.
¿Hubo llanto, sollozo? No. Ojos anegados en lágrimas, sí. Deseo de estallar, claro que sí. Pero aun tengo esta camisa de fuerza que es la conciencia y también el sentido de ridículo o defecto de la vergüenza que me acompaña toda la vida.
¿Qué hice terminada de ver la película? No acababa cuando ya estaba pensando en mi padre. Recordé sus relatos tantas veces contados. No como los de la película, increíbles, felices. Mi padre contaba cuentos que el abuelo o la abuela le habían narrado. Relatos tristes o desoladores. La versión de primera mano de la epidemia de gripe de la segunda década del s. XX. Procesiones continuas y pletóricas al cementerio. Las apariciones fantasmales en la ruta de acarreo de guano del abuelo Liborio.
Quise escribir de los sentimientos desembalsados por la cinta. Y encendí la computadora. Y antes de sentarme a escribir, no sé si exactamente esto, llamé a Pativilca. Conversé con la vieja y con el viejo. Quise decirles que los quiero pero no dije nada de eso. Hubo una cháchara sentimentalona, hasta un nudo en mi garganta, por breves minutos y después nada.
Desconozco si la película pueda significar algo. Sirvió para reencontrarme con mis padres y eso no es poca cosa. Gracias, Tim.
Ronald
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow