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Críticas de Paco Silva
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
The U.S. and the Holocaust (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2022
--
Documental
8
26 de septiembre de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental sobre el Holocausto nunca sobra, y más si está realizado por Ken Burns y su equipo, probablemente los mejores de Estados Unidos a la hora de crear producciones didácticas sobre eventos históricos, ajustándose siempre a los hechos pero a la vez contando profundas historias humanas. El trabajo con material de archivo que maneja este equipo es colosal, desde fotografías hasta recortes de periódico, pasando por documentos audiovisuales o entradas de diario, no hay ni un segundo de estas producciones en el que no haya nada relevante en pantalla. La voz en off que narra los episodios y los comentarios de los entrevistados redondean una fórmula que nunca ha dejado de ser efectiva porque siempre es relevante.

Esto es porque Ken Burns cuenta la Historia a través de historias, y se acoge siempre al mantra de que quien no conoce la Historia, está condenado a repetirla. Por tanto, sus documentales pueden funcionan como historias con moraleja, y puede que 'The U.S. and the Holocaust' sea el que más se ciñe a ese principio. Es indudable que existe un diálogo constante entre como se permitió el auge de Hitler y el nacimiento de corrientes extremistas de extrema derecha de la última década. El documental hace explícito esto en los últimos minutos, en los que se repasa la nueva ola de supremacismo blanco que hemos visto en los últimos años.

Es normal contemplar la Historia con cierta distancia, pero es peligroso no aprender sus lecciones para aplicarlas en el presente. Ese es el principal objetivo de Ken Burns y su equipo, porque este no es un documental centrado en la contienda de la Segunda Guerra Mundial (ese sería 'The War', de 2008), sino un repaso a como Estados Unidos fue neutral y permisivo hasta que tuvo que dejar de serlo tras Pearl Harbour. La contradicción que vive en el seno del país americano desde el siglo XX es expuesta con maestría aquí: una nación creada por y para inmigrantes se niega a admitir a refugiados huyendo de una muerte segura.

Burns derriba narrativas clásicas de la post-guerra y muestra la cara más desagradable de los Estados Unidos. El antisemitismo también era un problema enorme dentro de sus fronteras en aquella época, que hacía que muchos americanos vieran con buenos ojos las ideas de Hitler, incluso personas con altos cargos en el gobierno. Contemplamos como el partido nazi americano llena el Madison Square Garden mientras nos preguntamos si un despliegue de este calibre sería posible hoy día. El narrador señala como Hitler admiraba y usaba como molde para su conquista de Europa la forma en la que los americanos arrebataron las tierras de los nativos del continente, exterminando a la mayoría y dejando a los pocos que quedaban en reservas federales.

'The U.S. and the Holocaust' es un documental durísimo pero más necesario todavía que relata las repercusiones que tiene la inacción en momentos de gran necesidad global. Sus enseñanzas pueden aplicarse a situaciones como la invasión de Rusia en Ucrania, e incluso a situaciones no bélicas pero igual de catastróficas, como el cambio climático, que avanza cada vez más rápido mientras se siguen retrasando las acciones decisivas. Imposible no quedar afectado por los testimonios en primera persona de individuos que vivieron la barbarie. Quién sabe si, en el futuro, nosotros podríamos estar en esa posición.d
Paco Silva
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8
15 de agosto de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si había alguien que podía dirigir la adaptación al cine del clásico de Washington Irving, "La Leyenda de Sleepy Hollow" tenía que ser Tim Burton. La habilidad del californiano para crear ambientes oscuros y góticos, le convierten en el director ideal para dirigir una película de estas características. Si a esto le sumamos a Johnny Depp en un sublime papel protagonista, al habitual Danny Elffman dando música a las imágenes y al gran momento de forma que atravesaba Burton en los noventa, tenemos todos los ingredientes para un peliculón.

Pues ni más ni menos, eso es lo que tenemos en Sleepy Hollow, una grandísima cinta con una de las mejores puestas en escena que ha tenido Burton, sin duda la más sangrienta y oscura de toda su filmografía, pues el jinete rebanando cabezas al compás de las agobiantes composiciones de Elffman no es algo que este hecho para todos los públicos. Depp se desenvuelve de maravilla en esta genial historia de crímenes, traiciones y hechicería (tiene delito que todavía no haya ganado un Oscar). El vestuario y, en general, la ambientación del pequeño pueblo rodeado de bosques, consigue que no apartes la mirada de la pantalla ni un segundo, desde el inicio hasta su magnífico desenlace.

Podemos considerar que a partir de esta película, entrado el nuevo milenio, el nivel de Burton decayó dando un giro hacia proyectos más comerciales, aunque es cierto que películas como Sweeny Todd y, sobretodo, Big Fish, volvió a su terreno natural.
Paco Silva
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8
28 de septiembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacia el final del audiocomentario que acompaña al blu-ray del BFI, Werner Herzog comenta, después de hablar largo y tendido sobre las constantes tensiones y peleas con Klaus Kinski durante el rodaje, que en cierto momento dejó de percibir al actor tras el personaje y empezó a proyectarse a él mismo en su lugar. "Aquí el personaje soy yo". Es una metáfora apta para una película como 'Fitzcarraldo', en la que el protagonista titular y su director comparten la misma obsesión por adentrarse en lo desconocido y salir triunfantes.

No se entiende la escala del film sin esa dinámica, porque el propio Herzog señala que, ante todo, esta es una historia sobre sueños y soñadores. Este aspecto resulta un tanto incómodo cuando Carlos Fitzcarrald, la persona real que inspiró los eventos del film, obligó a los nativos indígenas a trabajar para él. Herzog parece exponer cierta crítica al colonialismo en su film, pero no pone en cuestión la moralidad de Fitz en ningún momento. Esto es reseñable teniendo en cuenta que Herzog también dirigió 'Aguirre, la cólera de Dios', una película que sí es crítica con los conquistadores de América.

Obviando ese aspecto, 'Fitzcarraldo' consigue lo que se propone su director: crear una película operística que no escapará de la memoria colectiva cinéfila. 40 años después, el film sigue sorprendiendo por su realismo extremo, algo que sería inconcebible en casi cualquier contexto dentro de la industria cinematográfica actual. Hollywood parece haber vuelto al viejo sistema de estudio, solo que en lugar de decorados, cuentan con pantallas verdes. Y en cuanto al resto de industrias, solo hay que echar un vistazo a la programación de Cannes para comprobar que la grandiosidad está en lo conceptual.

Herzog siguió los pasos de Francis Ford Coppola y su 'Apocalypse Now', aunque su aproximación fue totalmente distinta. La narrativa de 'Fitzcarraldo' es directa y simple. No hay subtramas ni muchos personajes, solo un objetivo principal. No hay pistolas de Chejov. Cuando surge un problema en una escena, se busca la solución en la siguiente. A pesar del carácter épico de la cinta, la única música que escuchamos es diegética. Nunca se subrayan las emociones que debe sentir el espectador, porque el director confía en él para que sume 1+1. El personaje de Fritz no tiene otro rival que la naturaleza y la lógica. Siempre resulta carismático y está bien trazado con pocas pinceladas.

'Fitzcarraldo' es a la vez una historia hecha por y para soñadores e idealistas y se puede resumir con uno de los monólogos finales de su protagonista. En él, Kinski cuenta la historia del primer explorador que se adentró hasta la zona de las cataratas del Niágara, al que nadie creyó. ¿Dónde estaba la prueba? "La prueba es que lo he visto con mis ojos". En este caso, Herzog capturó su hazaña en celuloide para la posteridad, buscando inspirar a generaciones de espectadores. El film también hace obvio que este tipo de empresas necesitan mucha labor humana y que la persona que se lleva el mérito es el ideólogo, aunque no reflexiona sobre el tema. Se pueden señalar contradicciones, pero no se puede negar la ambición de un proyecto inaudito y que posiblemente no se volverá a replicar en la historia del cine. Esperemos que futuros directores se inspiren en Herzog para perseguir su particular ballena blanca.
Paco Silva
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3
26 de septiembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hollywood está lleno de boomers que siguen pensando que meter canciones de rock pre-siglo XXI en sus películas es rompedor. Uno de ellos es Taika Waititi, que disfruta de una posición envidiable respecto a la mayoría de directores de la industria. Ha tomado las riendas del personaje de Thor en base a una película decente que eclipsa a las terribles entregas anteriores. Desde entonces, el neozelandés tiene caché para hacer películas de prestigio a la vez que blockbusters. Entre sus próximos proyectos se incluyen la adaptación de uno de los cómics europeos más influyentes, 'El Incal', y 'Next Goal Wins', una historia de superación deportiva basada en un hecho real.

Que Waititi esté en esta posición nos hace peor como sociedad. Al tipo hay que reconocerle que es un estafador de categoría galáctica, y la mayor prueba es que ha sido capaz de convencer a Alejandro Jodorowsky, otro timador estelar, de que es el indicado para adaptar al cine una de sus obras emblemáticas. Pero en lo relacionado a su obra cinematográfica, en el mejor de los casos es pasable y en el peor, aborrecible, y ninguna de sus películas expone su falta de talento como 'Thor: Love and Thunder'.

El único aspecto destacable del cine de Waititi es su sentido del humor grotesco y autorreferencial, conocedor de los clichés que emplea pero que a la vez no hace nada por evitarlos. Es lo que hace destacar a película como 'Lo que hacemos en las sombras', y parece una dirección adecuada para el MCU después de la supremacía de los diálogos deudores de Joss Whedon. El problema en sus últimas películas parece ser la incoherencia en su tono. ¿Qué buscaba en 'Jojo Rabbit', una sátira del nazismo o un relato dramático sobre la supervivencia en el Tercer Reich?

Podemos hacernos una pregunta similar con 'Love and Thunder'. ¿Es una historia sobre lo que es vivir con un cáncer avanzado, o una aventura alocada en la que hay que derrotar a un villano matadioses y secuestrador de niños en pijama? El equilibrio entre emoción y comedia es precisamente una de las fortalezas de las películas de 'Guardianes de la galaxia', cuyos personajes aparecen brevemente en este film. Waititi fracasa estrepitósamente intentando algo similar, porque parece no comprender que cuando te ríes de todo no importa nada. El arco emocional se siente como un descanso entre gags nada creativos que repiten la fórmula que hemos visto en otras obras del director.

La presentación visual es otro aspecto sobrevalorado de las dos últimas películas de Thor. Que haya colores en el póster y alguno en la película no evita que siga luciendo como casi todas las producciones de Marvel, saturadas y feas, sin apenas ideas visuales. Ya tienen bastante el equipo de la segunda unidad y el departamento de efectos especiales como para preocuparse por ese tipo de cuestiones. A nivel de sonido tampoco difiere demasiado de la norma, salvo la incursión de canciones de Guns N' Roses que no casan con las imágenes. El único "needle drop" que merece la pena es el 'Rainbow in the Dark' de Dio en los créditos.

La película tiene pocos aspectos positivos, y entre ellos están Chris Hemsworth como Thor. Una pena que sus películas en solitario nunca hayan hecho justicia a su carisma. La relación con Natalie Portman es de los pocos elementos sinceros del film, y la química entre los dos intérpretes también era parte de los puntos álgidos de las anteriores entregas. La idea de usar tipografías de los logos de bandas de hard rock ochenteros para los créditos principales tampoco está mal. Todo esto no evita la sensación de que volvemos al mismo punto en el que estábamos tras 'Thor: El mundo oscuro'. Y ahora, ¿qué?
Paco Silva
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8
26 de septiembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es irónico que estemos ante la película más comercial y convencional que ha hecho Albert Serra hasta ahora, porque esos dos adjetivos merecen unas comillas bien visibles. El director catalán se adentra en el corazón de las tinieblas como pocos lo han hecho hasta ahora en una obra nihilista y evocativa, con un discurso atípicamente político en su filmografía que tiene mucho que decir sobre el estado actual de Europa y la ansiedad ante un futuro incierto.

'Pacifiction' es una experiencia sensorial que tiene elementos comunes con las obras recientes de Nicolas Winding Refn o Apichatpong Weerasethakul, pero con un indiscutible toque del '"enfant terrible" del cine español. Nunca había rodado en localizaciones de este calibre, y el paisaje se convierte también en parte intrínseca del film. Como también lo es ese ritmo glacial que puede tener un efecto devastador a la hora de la siesta. Una vez que están todas las piezas sobre el tablero, es cuestión de si el espectador está dispuesto a formar parte del viaje a la Polinesia Francesa.

Tendrá un acompañante de lujo en Benoît Magimel, en una de las actuaciones más sutilmente carismáticas del año. Las conversaciones de 'Pacifiction' tienen más interés que la mayoría de escenas de acción modernas, y gran parte de la culpa la tiene Magimel con su forma de enunciar, sus manierismos y su elegancia. Además, De Roller es un personaje enigmático porque nunca sabemos cuales son sus intenciones reales. Parece dispuesto a ayudar a los nativos pero a la vez su responsabilidad como oficial francés implica cierto nivel de compromiso político con los intereses de su nación. Da la sensación de que siempre está pensando tres o cuatro movimientos por delante, en una exhibición de ajedrez 4D.

O puede que no. Ahí reside también el encanto del film, porque apenas ofrece exposición en cuestiones de trama o se adentra en algún tipo de análisis psicológicos de los personajes. Los eventos importantes a nivel de historia nunca ocurren seguidos, Serra se toma su tiempo para dejarlos fríos y pasar al siguiente. Parece que su juego consiste en manipular al espectador (el trabajo real de un director) y hacerle pensar que todo lo que vemos y oímos no tendrá consecuencias reales en la pantalla. Y en cierto sentido, es así, pero eso le da más mérito todavía a una secuencia final inaudita, de ver para creer.

Costó entrar en su juego, pero una vez dentro, pocas películas recompensan la atención del espectador con una experiencia cinematográfica memorable como 'Pacifiction'.
Paco Silva
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