Una película más que aceptable. Tiene algo que contar y lo cuenta muy bien. Muestra la lógica interna de las grandes y medianas empresas, aunque yo lo extendería al mundo de las organizaciones en general. Es toda una lección de las relaciones de poder que se dan en casi todas las organizaciones jerárquicas, por cierto, ¿hay alguna que no lo sea?, que conste que no me considero ni de lejos un ácrata, simplemente constato la realidad.
Nos enseña con cierta ironía, y algo de tristeza diría yo, los distintos roles que se suelen dar en las organizaciones jerarquizadas: El jefe, el subjefe, el frustrado, el pelota, el psicólogo, etc. Y las nuevas (viejas) mentiras que intentan vender, en torno al compañerismo, el objetivo común, el esfuerzo…. Una muestra de en lo que se está convirtiendo a marchas forzadas, la sociedad posmoderna donde la democracia es solo un espantajo de la cruda realidad y lo que prima es el PODER del déspota y el que manda.
Es una película especialmente recomendada para ser proyectada y comentada en las escuelas de negocio donde continuamente se forman los futuros ejecutivos, donde les siguen vendiendo la moto de que el triunfo es para el que más sabe y se esfuerza. Se darán cuenta que lo importante no es lo que sepas o te esfuerces, sino la capacidad que tengas de prostituirte hasta el final.
Los actores en general bien, especialmente destacaría a Juan Diego en el papel de JEFE supremo, lo borda.
Si eres joven y mileurista o aspirante, prohibido perdértela.

Una película que nos vuelve a mostrar de manera inteligente y en un ambiente que nos es muy cercano, el famoso dicho de:"El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".
Una historia, donde los grandes eventos sociales como espantajos de la podredumbre social, requieren de una acción cosmética previa para que todo quede aparentemente bien.
Un trabajo encomiable del director y del elenco de actores, donde A. de la Torre sorprende gratamente por la seriedad y rigor de su trabajo.
Merece la pena verla.

Si lo que se busca es una historia de efectos especiales deslumbradores, llamativos e incluso en algunos momentos bellos, adelante. Pero a mi juicio ahí se acaba el mérito de esta película.

No hay historia humana, lo poco que se comenta al respecto es una disculpa o simulacro de la misma, para mostrarnos una exhibición de efectos especiales. No la recomiendo.

Mirando a los "otros" encontramos cosas que no sólo no nos gustan, sino que a veces nos inquietan y las rechazamos de forma radical, por lo menos mentalmente. Cuando esos "otros" son los "nuestros", los de la familia, aún nos inquieta más el asunto pues presuponemos y con razón, que podemos tener mucho de eso que nos inquieta en nosotros mismos. Esta película trata de todo eso y de cómo nos afecta e intentamos rechazarlo. Aunque pueda parecer algo trivial en este ámbito polémico se esbozan o pre-configuran las grandes preguntas que muchas veces nos hacemos como personas, y que de forma más o menos decorosa y honesta vamos respondiéndonos. Me ha parecido una película interesante a pesar de que pueda dejar un poso amargo en nosotros.

La redondez de la película no es perfecta, pero no es una más sobre el asunto "posguerra". La historia que nos cuenta, y que sería necesario que haya más, continúa siendo un agujero negro de nuestra trayectoria vital. De la guerra aún sabemos poco y encima con los nuevos pseudos escritores (Pio Moa, Cesar Vidal...) que se dedican a confundir y enturbiar la realidad, aún sabemos menos. Pero sobre la Posguerra-Los años grises y la Transición existe un vacío programado que es muy preocupante. Parece como si todavía pesase sobre nuestras cabezas la losa del olvido en que todos, derecha e izquierda, se han puesto de acuerdo desde el más vergonzoso de los consensos. Esta película sin ser una obra maestra da un paso valiente para mostrar aspectos tan relevantes como: De quien es deudora la monarquía en su regreso a España; el papel de las fuerzas represivas en la dictadura y en la democracia, encarnados en la misma persona; el papel de la pseudo izquierda que se enseñorea en nuestro país y finalmente el papel de los perdedores, unos perdedores que se les quiere negar lo más elemental saber qué pasó con sus desaparecidos, que en el franquismo fueron unos cuantos. Pero la película va más allá y nos muestra la figura de los exiliados (o expatriados, para el caso es lo mismo) de segunda, porque en todo hay categorías y todo su drama y soledad, ahí el papel de J. L. Gómez es de quitarse el sombrero y aplaudir hasta no poder más. En resumen, una película con ciertas carencias cinematográficas, pero de un valor y una honestidad histórica que deben ser resaltados y admirados.