Historia que, según la sinopsis del Festival de San Sebastian, se suponía iba a ser un pastel sensiblero y empalagoso. Nada más lejos de la realidad.

Recomiendo su visionado al indeciso que se guía por sinopsis, pero no le prometo que le vaya a gustar puesto que es una película-puñetazo, es decir, dura como la vida misma (mucha gente salió de la sala durante la proyección).

La actuación de Noomi Rapace es sobresaliente, haciendo que te creas su historia en unos impresionantes monólogos en primerísimo primer plano (con sorpresa).

Personalmente, pienso que la película debería haber acabado antes, porque el final es lo que menos me ha gustado.

Brutal. Esa es la palabra que mejor define esta joya del cine. Renée Jeanne Falconetti cautiva desde el primer segundo en que aparece, demostrando que una buena actriz de teatro como lo era ella no necesita mas que de un primer plano para sobrecoger al espectador con su preciosa aunque terrible mirada. El resto del elenco actoral hace una interpretación sublime, aunque no se acercan ni de lejos a la fuerza que transmite Juana.

Como nota de humor cabe destacar la presencia de un monje ¡¡con gafas!! hacia el final de la película.

En mi opinión, una obra maestra y pilar del cine muy difícil de ser superada.

Érase un aficionadillo al cine (vamos, un palomitero) al que le prestaron esta preciosidad de película, la vió (y la volvió a ver, y la volvió a ver,....), descubrió la Nouvelle Vague y se enamoró de la vitalidad y frescura que desprendían Jean Paul Belmondo y Jean Seberg. (Posteriormente vendrían Michel Piccoli, Anna Karina, Jean-Pierre Léaud,...).
Desde entonces ese aficionadillo se empezó a interesar por el buen cine y sobre todo, por las tendencias que generó esta "nueva ola" del cine francés, reflejadas en infinidad de filmes posteriores.

En resumen, es un film recomendable al 100% para los "no iniciados" en el cine de verdad a los que abrirá las puertas a otro tipo de cine que no sea el de palomitas y gran superficie.

Gracias por sacarme del rebaño Jean-Luc.

Según la sinopsis parecía que iba a tratar de algo parecido a C.S.I. para eliminar pruebas, pero resulta ser un mero limpiacristales, sólo que en vez de limpiar cagadas de paloma limpia sangre y restos humanos (¡que bueno es el Listerine para eliminar la sangre seca!) de sitios en los que han matado o se ha matado gente.

Película predecible, con acción a ratos y un Samuel L. Jackson pasable, pero una Eva Mendes que no se la creía ni ella.

En fin, que sólo faltó que apareciera Rex (sí, el perro policía) a comerse los bagels del inspector de policía para redondearla, porque eso es lo que es, una película de sábado por la tarde, palomitera 100%.

Citando al magistral Jean-Luc Godard: "Una película ha de tener planteamiento, nudo y desenlace, pero no necesariamente en ese orden".

Pues bien, ésto es ni más ni menos lo que hizo el señor Resnais en esta película pero llevando la frase anterior hasta el límite, creando una obra de arte con mayúsculas, una película con tantas interpretaciones como espectadores la vean y, lo que es más importante, una obra intemporal que no deja indiferente a nadie.