Fracaso comercial y fílmico, adquirió notoriedad por sus efectos cancerígenos. Engrosa la lista negra de las películas más conflictivas de la historia del cine, pero no de las malditas como habitualmente se cree, ya que en lo que pasó no hubo ninguna maldición o maleficio, ni tampoco nada esotérico. La contaminación seguida de muertes, fue producto de la negligencia, la impericia y el dolo eventual.
Ese lamentable y doloroso hecho, fue el único que permitió la supervivencia de la película y hasta el día de hoy se la recuerda sólo por eso. Raquítico mérito.

El tiempo no logró cubrirla de polvo, aunque sí de olvido según parece. Se trata de una de las mejores películas argentinas, con un guion impactante, sumado a los números de ballet y de títeres, ambos muy logrados.
Una historia dramática, teñida de gris y de nostalgia, pero que no deja al espectador con amargura, sino con sensación de plenitud.
Creo recordar que la calidad de esta producción, le abrió las puertas a Fregonese para la carrera que desarrolló en EEUU.

Se trata de un personaje entrañable, caricaturesco y con una pertenencia a una definida clase social y cultural, pero nunca ofensivo ni malintencionado. Catita es quizás la creación más lograda de la multifacética Niní Marshall. El humor sano no envejece y esta película lo confirma. Su personalidad, su vestimenta, sus dichos, siempre nos despertarán una sonrisa.

Siempre pensé que sería provechoso estudiar los esfuerzos de los realizadores para sortear la guadaña de la censura, durante la época de la dictadura militar.
Y también siempre pensé que La Isla cumplió ese cometido. Es la película más emblemática de la filmografía argentina en conseguirlo, porque con un argumento de bajo perfil, logró describir la situación social de aquellos años de plomo.
Creo que si un espectador la ve fuera de este contexto, la encontraría anodina e intrascendente.
La metáfora y el simbolismo que contiene, no fue captada por el censor, debido a sus limitadas capacidades. Gracias a eso, escapó de los asesinos de ideas.

así es considerada por los críticos argentinos. Según creo, esta fue la única vez que el actor cómico Juan Verdaguer interpretó un papel dramático.