Vaya por delante que yo he sido uno de los pocos que seguía defendiendo el cine de Garci. Películas como "Volver a empezar" o "El abuelo" me parecen obras maestras y de lo mejor que ha dado el cine español. Pero en los últimos años su carrera ha ido en un continuo descenso hasta llegar a este total y absoluto desproposito que es "Sangre de mayo".

Podría empezar por las cosas positivas para ahorrar tiempo, pero es que no las hay. A ver si se me ocurre alguna... Ah sí, para los fans, hacen su aparición los ya míticos pajaritos que se escuchan en todos sus films... Se han convertido en un cameo habitual estilo Hitchcock.

Por lo demás, serían cientos y cientos de líneas explicando desbarres y torpezas en esta película: Penosas actuaciones, con mención especial a Quim Gutierrez, que se dedica a soltar sus frases y a pasearse decorado tras decorado lujoso con cara de estar aun en el extrarradio de "AzulOscuroCasiNegro"; Garci haciendo el montaje, lo que significa que de momento sólo ha aprendido dos lenguajes en este idioma: El fundido a negro y el encadenado, que se repiten una y otra vez sin ningún sentido ni coherencia; multitud de personajes secundarios que aparecen y desaparecen soltando frases estrambóticas y rimbombantes de forma didáctica como si fuesen profesores de literatura en el colegio, (otra cosa no, pero Garci tiene mucha cultura, hasta cinematográfica, quien lo diría viendo esto...)

Como digo, la lista de penosidades sería interminable y provoca vergüenza ajena, casi tanta como bostezos y miradas al reloj durante los interminables 150 minutos en que transcurre el tostonazo. Todo esto se puede resumir en una conclusión bastante triste: El señor Garci es un amante del cine clásico, pero por desgracia ha aprendido muy poco de todo lo que ha visto, y confunde clásico con rancio, que es la definición perfecta del cine que se dedica a hacer ahora.

Verano azul es la mejor serie que se ha hecho en España: Dirección, interpretaciones, guión, música... divertida y emocionante. Nos marcó a toda una generación porque era real como la vida misma. A destacar la soberbia interpretación de María Garralón como Julia, (un capítulo narra un accidente de coche en el que pierden la vida su marido y su hija, curiosamente el mismo argumento que años mas tarde utilizaría Kieslowski en "Azul").

Ayer fui al preestreno, con el buen precedente de "Locos en Alabama" que me gustó mucho.

"El camino de los ingleses" es insufrible, aburridísima, sin sentido, pedante, con interpretaciones pésimas, una banda sonora machacona a mas no poder de la que estás harto a los 5 minutos, (como el compositor, Antonio Meliveo, es productor de la peli, no deja de sonar durante las dos horas, y todo el rato el mismo temita de los c...)

Banderas va de poeta (como en el speech que soltó en la presentación de la peli), pero está muy equivocado si se piensa que poesía es poner la pastosa voz en off de Fran Perea soltando frases pretendidamente trascendentes sin parar que son absolutamente ridículas.

Seguramente, la peor película del año.

Es como uno de esos grandes relatos italianos que ponen en Tele 5 de vez en cuando por las tardes. Se me hizo eterno y las interpretaciones están por los suelos, incluso Lluis Homar está tan mal como acostumbra. Mención aparte para "Cromagñon" Peris Mencheta, la repelentísima Paz Vega y la petarda de María Valverde, que parece que esté haciendo de Donna en "Sensación de vivir". Que lejos queda esa Obra Maestra de Antonio Hernández titulada "En la ciudad sin límites". Lo único salvable es la música de Angel Illarramendi.

Hace unos 17 años Hollywood perpetró una comedia al servicio del malogrado Richard Pryor y de un Gene Wilder en horas bajas titulada "No me chilles que no te veo". Se podría pensar que nos encontramos ante la versión patria y casposa del citado film. Nada más lejos. El largometraje (por cierto, no muy largo - 100 minutos - lo que es de agradecer en el cine actual) de Oristrell y Espinosa trata las peripecias de tres personajes con minusvalías evidentes (cojera, ceguera y sordera) en un mundo plagado de minusvalías no evidentes (intolerancia, estupidez, incomprensión...). La película nos ofrece momentos de comedia clásica e inteligente (impagable la secuencia en la cola del depósito de la grúa municipal) y momentos de reflexión (sin llegar a la pesadez de una losa) sobre la minusvalía como algo más cotidiano de lo que muchos quieren ver.

Recomendable de todas todas.