Ha perdido todo lo que era.

No tiene la ironía de las dos primeras, su humor se ha vuelto infantil y se basa en caídas tontas y predecibles.
También ha perdido mucho de su realismo.
En las anteriores se mantenían cierto realismo sobre las armaduras y cómo funcionaban. Ahora la armadura se monta, se desmonta, las piezas vuelan por el aire hasta cualquier lugar desde donde se las llame, se maneja por control remoto y hace prácticamente cualquier cosa que a Stark se le ocurra.

Pero lo peor de todo es hasta qué punto puede llegar a aburrir.
Desde que la película empieza estuve esperando a que llegara ese momento de ver a Iron man en todo su esplendor y no llegó, mucho Tony Stark y poco Iron man.
Muchas escenas de relleno se alargan innecesariamente y otras mucho más importantes se terminan demasiado rápido y sin darles la importancia que merecen.

Las escenas de acción son básicamente explosiones y destrucción estilo Michael Bay, solo tenemos que echar un vistazo a las dos primeras películas para ver escenas de acción memorables, realistas, dentro de lo que es Iron man, y sobre todo divertidas.

La escena de del principio de Iron Man 2 estaba más que lograda, bien rodada, acción buena sin demasiadas estridencias y Mickey Rourke estaba a la altura de Robert Downey Jr.
Todo contrario que Ben Kingsley, la evolución de su personaje es como poco decepcionante, y apenas sale por cierto.

Todo esto, y lo que no digo para no destripar la película, sería perdonable si las dos horas que dura la película fueran interesantes o como mínimo entretenidas, que es lo menos que se le puede pedir a este tipo de cine.

Cuando salí de la sala recordé una frase de Clint Eastwood muy apropiada para la ocasión: Puedes pegarme. Puedes tirarme al suelo, incluso escupirme y mearme. Pero, por favor, no me aburras.

Una de las películas mas difíciles, en todos los sentidos, que he visto.
De momento solo he visto la película una vez, y tengo que admitir que no he entendido casi nada. Pero si he entendido algo, el director ha hecho una película increíblemente complicada sin dejar que se le vaya de las manos ni un solo momento.
Eso es algo bastante raro y admirable. Es muy común en este tipo de películas que juega con lo real y la fantasía que queden cabos sueltos o incoherencias, o simplemente que la historia se complique hasta tal punto que no haya solución lógica posible. Pero David Lynch lleva la película exactamente por donde quiere y al ritmo que él marca.

Merece la pena solo por la impresionante dirección de David Lynch.

Lo único que podría salvar la película es la impresionante calidad de la historia de Tolstoi.

Los actores son de películas de acción más que de drama. Pero en conjunto la historia es tan interesante que no llega a aburrir, mérito del libro, no de la película.

Me molestó que una historia tan profunda se tratara de una manera tan superficial, sin llegar a conectar del todo con ninguno de los personajes, al contrario que en la novela.

En conclusión, me ha parecido un intento pobre y desganado de adaptar Anna Karenina que no llega a ser lo que podría ni de lejos.

Reprisal es una serie rockabilly, que no neo-noir, que deja de lado la profundidad narrativa para apostarlo todo a al estilo y el postureo.
Lo cual no es necesariamente malo si sabes posar bien.

La historia está situada en una década intencionadamente ambigua en la que hay armas de los años 40, vestuario de los 50, coches de los 70 y teléfonos móviles de los 2000. A pesar de todo el diseño de producción logra una lógica interna que funciona. Más cerca de una realidad alternativa que de un pasado incierto, el resultado es muy atractivo a la vista y si te seduce en sus primeros episodios merecerá la pena continuar.

Los problemas vienen cuando intentamos profundizar más allá de la puesta en escena. A lo largo de sus 10 capítulos la serie abre demasiados frentes narrativos, de los cuales pocos se desarrollan y menos se cierran. Esto hace que el interés dependa demasiado de si nos caen en gracia los protagonistas, ya que la serie salta de unos a otros desarrollando subtramas a trompicones. Esto se agrava cuando el ritmo, muy convencional, sufre ramalazos fuera de tono con montajes rápidos, dibujos y psicodelia.

Respecto a los personajes. Es relativamente fácil sentirse intrigado por la protagonista, su dulzura y buenas maneras esconden una moral perversa de la que el guionista parece no ser consciente del todo. Por su parte el personaje de Rodrigo Santoro, miembro de la banda y situado en el otro lado de la historia, tiene una buena base, pero sufre la indecisión narrativa de la serie y no llega a desarrollarse como merece. En los secundarios tenemos algo de chispa en los recaudadores y en el personaje de Madison Davenport, una de las chicas del club, pero ninguno llega a alcanzar su potencial.

El resultado final es interesante si te gusta el concepto visual y aburrido si buscas algo más.
Mi consejo es que no esperes nada y no te decepcionará.