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The Keeper of Lost Causes (2013)

The Keeper of Lost Causes
97 min.
6,5
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Sinopsis
Después de cometer un error que costó la vida de uno de sus colegas y dejó tetrapléjico a su mejor amigo, el inspector Carl Mørck (Nikolaj Lie Kaas) atraviesa una de las peores épocas de su vida. Su sentimiento de culpabilidad aumenta cuando su jefe y la prensa dudan de su actuación. Relegado a un nuevo departamento dedicado a casos no resueltos, Carl, junto a su nuevo compañero de origen sirio Hafez al-Assad (Fares Fares), ve la oportunidad de demostrar su valía al descubrir las numerosas irregularidades cometidas en el caso de Marete Lyngaard (Sonja Richter). Cuando en 2002, esta joven promesa de la política danesa desapareció mientras realizaba un viaje en ferry, la policía decidió cerrar el caso por falta de pruebas. Este es el nacimiento del Departamento Q y su primer caso por resolver... (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Crimen Policíaco Neo-noir Secuestros / Desapariciones
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Dinamarca Dinamarca
Título original:
Kvinden i buret
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Los casos del Departamento Q
Links
7
Fincher nórdico
El thriller proveniente de los países nórdicos está (otra vez) de enhorabuena. No son pocos ya los títulos notables (bien por calidad -la mayoría- o por repercusión) que han venido del frío en los últimos años: las trilogías de 'Pusher' o 'Millennium', 'Headhunters', 'Reykjavík-Rotterdam', 'Dinero fácil', las sagas de 'Varg Veum' o 'Los crímenes de Fjällbacka'... y la lista continúa. Un hecho da verdadera consistencia a esta afirmación, y es que en Estados Unidos unos pocos ya han sido objeto de remakes (el 'Millennium' de Fincher o 'Contraband', adaptada por el protagonista del original islandés) o bien algunos de sus artífices han sido fichados por Hollywood. No hay que olvidar que este boom cinematográfico surge a raíz del empuje del noir nórdico impreso, con la exitosa saga literaria de Stieg Larsson a la cabeza. En esta última década se ha hecho fuerte, y uno de sus mayores alicientes reside en la manera en que viene a desmontar el mito de la idealidad social reinante en los países del norte de Europa, estando soterradamente presente en ellos la corrupción y el crimen, conformando así una cara tan poco amable y desconocida como sorprendente y necesaria. Sea como fuere, aquí aterriza en España (con dos años de retraso) otra película que sumar a dicho movimiento, y encima como obra mayor del mismo. Se trata de 'Misericordia (Los casos del departamento Q)' (Mikkel Nørgaard, 2013), que, obviamente, es una adaptación de una serie de novelas policíacas escritas por Jussi Adler-Olsen. En esta ocasión, es la cinematografía danesa quien se apunta el tanto, y Nørgaard, conocido entre otros trabajos por ser uno de los directores de la aclamada serie 'Borgen' (2010-Actualidad), el nombre que salta a la palestra.

Desde la primera secuencia, que te clava en la butaca, 'Misericordia' ya nos hace pensar en 'Seven' (David Fincher, 1995), aunque por fortuna prevalece la sensación de estar ante una película con un estilo y una personalidad propios. Lo que viene después es una historia oscura y retorcida que gira en torno a un caso de suicidio aparentemente resuelto años atrás, reabierto por la tozudez de dos policías en horas bajas cuyas vidas (y carreras profesionales) confluyen repentinamente en la oscuridad del Departamento Q, una suerte de confinamiento temporal en pos de la jubilación forzosa mientras clasifican casos cerrados. Más allá de su deber, y en oposición a sus jefes, indagarán sin descanso hasta verse envueltos en una trama más turbia y compleja de lo que indicaba su cerrado expediente. No conviene desvelar demasiados detalles de la trama porque, aunque en el fondo (y al final) sea más bien sencilla, hay bastante espacio para la sorpresa detectivesca. Así pues, el encargado de hilvanar esa historia entre variopintos diálogos, giros y descubrimientos fue guionista de la mencionada 'Millennium', algo que se nota en el transcurso de la narración sin llegar a influir de manera alguna en la misma, entre otras cosas porque es evidente que Nikolaj Arcel carece en esta ocasión de la presión que ejerce la espada de Damocles que hacen pender millones de fans modelo best seller. Es por tanto una adaptación más relajada y personal, aunque sería injusto no decir que, probablemente, ya hemos visto esto antes. Sin embargo... ¿dónde está el problema cuando asistimos a un thriller tan vibrante, tenso y entretenido como éste?

La textura visual del film remite al cine de David Fincher, lo cual también es extrapolable al tono frío y sórdido que emplea y a la innegable fuerza que se oculta detrás de las cámaras; en ese sentido no se me ocurre mejor halago posible a la hora de analizar una obra de género como ésta. Hay ritmo, ocasionales y perturbadores acercamientos a la claustrofobia, la dupla protagonista tiene química dentro y fuera de la pantalla y la historia avanza sin desfallecer hacia un clímax que cabría denominar, coloquialmente, como "de morderse las uñas". Quizá al final no sea ni más (ni por supuesto menos) que un ejercicio brillante y muy respetable antes que un trabajo memorable, pero resultan irreprochables su contundencia y su talento, así como enérgica es la siguiente conclusión: genera cierta adicción por ver más tiempo a esta especie de extraña pareja en acción. Es el principio de una saga, de un nuevo serial policíaco nórdico, y esto promete. El próximo capítulo, 'Profanación' (2014), que se estrenará en tan sólo cuatro semanas, reúne de nuevo al mismo director y al mismo reparto en un nuevo caso. Al menos un servidor lo espera con ganas.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-misericordia-los-casos-del-departamento-q-fincher-nordico/
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29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La venganza como motor de muerte y desolación
Basta cruzarse con un chiflado para que la vida se vuelva un infierno. El motivo puede ser baladí o peregrino, o quizás crea que tiene motivos más que justificados para hacerte la vida imposible o crea que está llamado a corregir algún agravio (supuesto o real) del pasado o quizás tan sólo es la encarnación del mal enajenado que ha caído sobre ti como una maldición. Cuando te encuentras atrapado por semejante satán, lo de menos es escarbar en sus motivaciones porque es empresa estéril y despreciable que en nada contribuye a salvarse o a sobrevivir.

Estamos ante la primera entrega de lo que parece que va a devenir en una serie de películas policiacas – esa válvula de escape del ordenado mundo que creemos habitar – del cine nórdico. Se caracteriza por cierto nihilismo existencial, cierta sordidez en las relaciones humanas que se reducen a lo mínimo imprescindible, cierto desasosiego vital y una inconfundible patena de fatalismo ontológico que lo tiñe todo de sombras, frialdad, días de lluvia y lugares recónditos, aislados y decadentes. No es un mal planteamiento para acompañar la investigación de una pareja de policías – en apariencia incompatibles – que han malgastado su vida en insensateces varias y se encuentran con una última oportunidad para redimirse y aplacar la ira de sus superiores. ¿O quizás no?

Todo aparece pautado, bajo control y fluye de forma previsible y siguiendo las convenciones más trilladas del género. Pero no es la novedad lo que se busca, sino más bien ofrecer un mundo reconocible y jugar con unos moldes y unas claves que permitan sembrar la inquietud y el desánimo pero con las dosis necesarias de esperanza para entretener y hacer disfrutar de las penurias ajenas y las pesquisas sagaces, intuitivas y pacientes de dos sabuesos recalcitrantes, heterodoxos y mugrientos que no sueltan la presa una vez que intuyen que se hallan tras un caso de calado y pueden ser de ayuda a algún alma atribulada.

Posee cierta capacidad innegable de embaucar y envolver al espectador con elementos mínimos bien dosificados, con los sempiternos callejones sin salida y los esperables sobresaltos cruentos del desenlace pero resueltos de forma competente, con modestia y sin afanes ridículamente grandilocuentes. Te invitan a presenciar el mal y sus dobleces pero también te ofrecen un desenlace esperanzador y positivo. En definitiva, convencional, quizás demasiado pronosticable, pero eficaz. No entusiasma pero tampoco defrauda. Interesante si sólo se busca entretenimiento intrascendente.
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