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La prueba del león (1966)

La prueba del león
96 min.
6,5
839
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Sinopsis
A finales del siglo XIX, en la selva africana, un tal Wilde ejerce de guía en un safari cuyo objetivo es traficar con el marfil de los colmillos de elefante. Tras encontrarse con una tribu belicosa, Wilde aconseja apaciguar a los guerreros ofreciéndoles un regalo simbólico, pero el arrogante jefe de la expedición, se niega, ofendiendo así al jefe de la tribu. A continuación, los cazadores son capturados y asesinados. A Wilde el jefe le ofrece la oportunidad de salvarse: armado tan solo con un cuchillo, lo abandonan en la jungla y lo persiguen. Pero Wilde no sólo tendrá que huir de los guerreros, sino que además habrá de defenderse de las fieras que le salgan al paso. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Siglo XIX África
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Naked Prey
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Estados Unidos-Sudáfrica;
Links
Premios
1966: Nominada al Oscar: Mejor guión original
8
LA PRESA DESNUDA VESTIDA DE ORIGINALIDAD
La acción tiene lugar en el África colonial de 1860 y la idea original está basada en la verdadera historia de John Colter quien escapó de los indios pies negros en 1809.

Wilde, a quien tenía encasillado en películas históricas, generalmente de romanos, me sorprende muy gratamente con este original trabajo por el que llegó a optar al Oscar al Mejor Guión Original de 1966 que le fue arrebatado por Un hombre y una mujer de Lelouch (también Mejor película extranjera) y que gira en torno al juego peligroso de la caza del hombre, en la misma línea de El Malvado Zaroff (The Most Dangerous Game), película del año 32 por la que me empieza a picar el gusanillo y trataré de encontrar.

Historias como ésta son fáciles de calificar como cuentos, porque no parece creíble que un hombre blanco pueda sobrevivir en un territorio impropio para él y perseguido por una decena de nativos absolutamente preparados para la caza de hombres, leones, elefantes ó lo que se presente. Pero esto es cine y no el Financial Times ó el ABC. Aquí se cuentan historias que ni son verdad ni son mentira sino todo lo contrario. Y a quienes amamos el cine nos gusta fantasear, aunque fantasías como ésta son de las más crudamente reales que se hayan exhibido nunca en salas comerciales. Ahí queda el Desayuno con serpientes ó Jonás en el vientre del elefante por citar unas pocas lindezas. Secuencias más propias de documentales-sobremesa tipo National Geographic que del cine convencional. Y eso sin hablar del destino deparado a quienes se niegan a obsequiar a los anfitriones con unas cuantas bagatelas.

En definitiva, de la película se pueden decir muchísimas cosas, la mayoría positivas, todo menos que no resulta original. Por fin alguien cambió los desiertos de Arizona y los caza fugitivos por las sabanas de Rodhesia, las tribus indígenas y El Rey León. Cornel Wilde cambió el paisaje. Efectivamente podía haberlo hecho Mel Gibson, pero lo hizo Wilde. Al Cesar lo que es del Cesar y para Wilde la supervivencia e incluso esa alianza final de civilizaciones y sobre todo esa presa desnuda vestida de originalidad.
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25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
SOBREVIVIR HACIENDO QUE EL CORREDOR DE LA EXISTENCIA CORRA Y CORRA
Yo recordaba a Cornel Wilde sobre todo por aquella película titulada «Que el cielo la juzgue» (1945) y también por aquella otra donde hacía de policía «Más fuerte que la ley» (1949), pero mira por donde esta película suya nunca la había visto y al fin anoche gracias al canal de televisión gratis «Paramount» que la emitió de madrugada, pude contemplarla y quedarme algo perplejo por lo poco convencional que tuvo que ser cuando se filmó.

Sin duda es una rarísima película, producto de la pasión que Cornel Wilde había sentido por esta historia de un hombre blanco perseguido por nativos africanos en África del Sur en el siglo XIX y el atractivo exótico que conllevaban las cintas sobre la África nativa y salvaje como ya había quedado de manifiesto en la película «Las minas del rey Salomón» (1950) y «Regreso a las minas del rey Salomón» (1959). Tal es así que Cornel Wilde se embarcó en la producción, dirección e interpretación principal del filme, haciendo del mismo un producto bastante excepcional y sui generis. De hecho, como era una apuesta cinematográfica bastante exclusiva y personal suya, donde estaba arriesgando su dinero, al realizarla tuvo que gestionar bien los gastos, de ahí que el actor Patrick Mynhardt haga tres papeles distintos en la misma película sin que nos percatemos de ello a no ser que tal cosa se nos señale: interpreta al principio de la cinta al inspector del safari, más tarde al jefe árabe de esclavos y por último al sargento británico.

Wilde se metió de lleno en esta historia, y dado que a pesar de su edad madura conservaba un cuerpo bastante en forma física y deportistamente hablando se pasa casi todo el filme casi desnudo en plena sabana sudafricana (¡no deja de sorprendernos el sentido del humor que le da Wilde al tema cuando él, haciendo del protagonista blanco que huyendo corre y corre sin parar por un terreno africano que no es el suyo de origen, deja extenuado a uno de los nativos propios del lugar que lo persiguen!).

La música del filme está muy bien adosada por Andrew Tracy quien la compone en base a ritmos indígenas africanos, instrumentos africanos y voces autóctonas africanas.

También es curioso que la película la rodase Wilde en la Sudáfrica de 1964, el año en que precisamente un tal Nelson Mandela fue condenado a cadena perpetua en ese mismo país (donde estuvo preso hasta 1990).

En resumen, toda una recomendable película de aventuras, más que aceptable pues no en vano logra hacer una excelente dirección de masas con los numerosos nativos africanos que intervienen e igualmente consigue mantener en tensión al espectador durante sus 94 minutos de duración, enmarcada en la salvaje África entre paisajes espléndidos donde se pierde la vista, tribus de negros inhóspitos y también animales peligrosos que a cada momento se cruzan y son un peligro para los humanos (curiosamente hay una escena donde se ve matar a varios elefantes y luego abrirlos en canal y sacarles las tripas, que ¡menos mal que las rodó el equipo de safari de Cornel Wilde, pues si llega a ser el del rey de España Juan Carlos I, menuda le habría caído encima al monarca que por mucho menos han dado en llamar "el mata elefantes"!).

Fej Delvahe
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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