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La dimensión desconocida: Patear la lata (TV) (1962)

La dimensión desconocida: Patear la lata (TV)
25 min.
6,4
99
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Sinopsis
Charles Whitley vive en Sunnyvale, una residencia de ancianos, a la espera de que su hijo Barry se lo lleve consigo en una de sus escasas visitas, algo que nunca ocurre. Un día, aburrido de la monotonía, y tras observar a un grupo de niños que juegan a "patear la lata", algo que Charles también hacía en su infancia, convence a varios de sus compañeros para hacer lo mismo. (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Drama Vejez / Madurez Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Twilight Zone: Kick the Can
Duración
25 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
The Twilight Zone (Serie de TV 1959-1964)
5
86: Nuestros mayores
En una residencia de ancianos, uno de los internos comienza a comportarse de un modo extraño.

Esta entrega -que Steven Spielberg adaptaría en un fragmento de la película por episodios de 1983 “Twilight Zone: The Movie” (en España: “En los límites de la realidad”)-, sigue los pasos de un anciano que cree descubrir en los juegos de los niños el secreto de la eterna juventud. El capítulo se desarrolla combinando la sensiblería y la fantasía, la melancolía y la magia.

Mi querido abuelo, hombre sencillo, de pocas palabras, habría alzado su bastón ante esta visión descafeinada de la vejez, y lo habría descargado con arrojo sobre los cuerpos de los responsables de semejante parida.

Según el episodio los ancianos son individuos apáticos que han perdido la ilusión por vivir. Como si vejez fuera un problema de actitud, y se curara con optimismo. Después de una larga vida, lo que los protagonistas necesitan es jugar al escondite; comportarse como críos constituye la solución a sus problemas. La idea resulta repugnante.

Prefiero los capítulos que sostienen la tesis contraria, la imposibilidad de recuperar el pasado; son los casos de “Walking Distance” y “The Trouble with Templeton”.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Volver.
389/02(02/12/22) Melancólico, algo pasteloso, e incluso arrugado por el paso del tiempo, y a pesar de ello bonito de ver este episodio 21 de la tercera temporada (86 desde que se inició) de la serie de antología de televisión The Twilight Zone, creada por Rod Serling para la CBS. Lo he visto por haber visto (valga la redundancia) hace poco el ómnibus “Twilight Zone: The Movie” (1983), film que versionaba varios episodios de la mítica serie, con diferentes directores a los mandos para cada segmento, entre ellos está ‘Patear la lata’, que dirigía Steven Spielberg, protagonizada por Scatman Crothers (el legendario Dick Hallorann de “El Resplandor”) como Mr. Bloom, con respecto al original Spielberg cambia el final y le sabe dar una pátina más moderna y con mejor sentido optimista. Aquí dirige Lamont Johnson (realizó 8 para la serie), con guion de George Clayton Johnson (escribió 7 episodios para la serie), tenido de consultor de historia a Richard P. McDonagh (en 22 ocasiones lo hizo para la serie, seguimos en el relato a un anciano que cree descubrir en los juegos de los niños el secreto de la eterna juventud.

Un episodio que mezcla la melancolía de nuestros años de niñez con la fantasía, el idealismo de nuestra mirada a lo infantil con nuestros sueños de poder volver a ellos, nuestras ganas de volver al pasado con la magia de “La Dimensión Desconocida”. Trasladándonos el mensaje de que la vejez es solo un estado de ánimo, si te sientes viejo serás un viejo, y con ello sus clichés de aletargamiento, inactividad, y mansedumbre, pero si tu mente se siente joven podrás con todo, tendrás viveza, ganas de correr, saltar, jugar. "Todos los niños juegan esos juegos, y en el momento en que se detienen, comienzan a envejecer" dice el protagonista. El “Cocoon” (1985) de Ron Howard se puede ver como una versión fílmica de la historia. Es una mirada nostálgica a un tiempo lejano en nuestra mente, aunque en este caso demasiado idealizada.

El director crea un halo enternecedor alrededor de esta residencia de ancianos, crea una especie de prisión con un alcaide rígido que no los deja sentirse ‘vivos’, o sea , jóvenes otra vez, los restringe y oprime. Por ello sentimos mejor sus ansias de libertad, de escapar de esta penitenciaria, que en realidad es el símbolo de la vejez, huir de este lugar es huir de la llamada Tercera Edad, y a eso aspira el protagonista a través de algo tan simple como hacerlo mediante un juego de niños, Patear la Lata. Sentimos la odisea del líder de los residentes, sus ansias de rebelarse contra loe establecido. Ello edificando una atmósfera encantadora, exponiendo un enfrentamiento entre el protagonista y su mejor amigo (algo similar se da en el mencionado film “Cocoon”), donde este último tiene argumentos sólidos que comparto, más que las ideas infantiles del primero. Una narración con visos de crepúsculo que intenta escapar a ello. Todo para desembocar en un final abierto, a la par que algo diferente con la mayoría de finales de la serie*.

También es una acerada y acertada crítica a como tratamos a nuestros abuelos y padres, como los abandonamos en cementerios de elefantes, cual material molestoso que es mejor tener apartado de nuestras vidas, y sintiéndonos a gusto yendo a verlos una vez por semana, los hacemos morir en vida, en esto el capítulo si lanza una bola que no ha perdido vigencia.

Pero esto que visto sin pensar demasiado puede resultar bucólico, me deja un enfoque algo torticero, pues aquí nos muestran la vejez como seres mansos, casi vegetativos en su alma, esperando a cámara lenta el paso de los segundos que los lleven a la muerte. Un micro mundo donde no hay ilusión, como si jugar a ser niños fuera la solución a su físico avejentado, como si el hacer cosas que los asemejan a seniles fuera algo positivo, cuando cada edad tiene sus formas, su modo de afrontarla con alegría, sin tener que caer en la puerilidad, es de un simplismo poco edificante, entiendo el mensaje de actitud positiva ante la vejez, pero me es chirriante que esto deba ser la solución a los inherentes males de estas edades. Como me resulta una caricatura excesiva la residencia de ancianos donde el que la dirige no organiza actividades que mantengan entretenidos a los ancianos, y nos reflejen un microcosmos de seres sentados que solo esperan y esperan.

Narración de apertura: Sunnyvale Rest, un hogar para ancianos: un lugar para morir y un juego común de niños llamado patea la lata, que pronto se convertirá en un refugio para un hombre que sabe que morirá en este mundo, si no escapa a... La zona del crepúsculo.

Charles Whitley (Ernest Truex), jubilado de Sunnyvale Rest Home, cree haber descubierto el secreto de la juventud. Está convencido de que, si actúa joven, se volverá joven. Su mayor y mejor amigo, Ben Conroy (Russel Collins), a quien conoce desde la infancia, cree que se está volviendo loco y puede persuadir al superintendente de la casa, el Sr. Cox, de que ese es el caso. El Sr. Cox (John Marley) decide poner a Charles en aislamiento y bajo observación. Ben intenta convencer a Charles de que actúe tan tranquilo como los demás residentes para evitar este destino, sin éxito. Mientras que Ben ve el envejecimiento como un hecho ineludible de la vida, Charles está convencido de que el hecho de que Ben se considere viejo es lo que lo hizo viejo.
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