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Crítica de Charles
Madrid, España
8
It
It (2017)
  • 6,4
    36.291
  • Estados Unidos Andy Muschietti
  • Bill Skarsgård, Jaeden Martell, Sophia Lillis ...

El Desamparo Infantil

10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces me gustaría volver a ser el niño de ayer.
Querría reír sin que nada me importe, hacer del juego una tarde o una vida, pedirle mucho al día, fascinarme con todo y no tener que profundizar en nada.
A veces se me olvida lo que en aquella época también vivía, y solo me acuerdo cuando recupero un fragmento con forma de adulto ignorante o compañero cruel, tan terroríficos como un payaso burlón acechando en una oscura esquina.

'It' asalta la pantalla grande capado en múltiples direcciones: por un libro imposible de plasmar en todos sus matices, por una miniserie ampliamente conocida y como primera parte de una historia que mejor quedaría representada en conjunto.
Afortunadamente, Andrés Muschietti sale airoso del reto porque ha comprendido que no era tan importante el bufón de mandíbulas malignas como el viaje emocional de los Perdedores a los que acosa: tal vez una hoja de ruta que pasa por alto importantes desvíos, pero con la que se puede navegar hacia un destino que merezca la pena.
Concretamente hacia la idea de que el mundo, para un niño, es un lugar cruel y oscuro, donde ningún adulto moverá un dedo para protegerle, porque ya han olvidado lo que era sentirse tan indefenso a una edad temprana.

El relato encuentra a los Perdedores perdidos, valga la redundancia, en la frontera hacia la madurez, con los primeros picores sexuales asomando y los primeros sinsabores ya consumidos.
Esto es así porque en el prólogo se ha instalado una presencia angustiante, que llama desde una alcantarilla con olor a feria, y ha probado que la más pura inocencia no está reñida con la más roja sangre: la paleta de colores se hace sucia y contrastada, reflejando turbiedad en todo lo que se ve, pero (y esto es lo importante) proyectando la incómoda sensación de que no hay escapatoria a la influencia maligna.
El payaso Pennywise asoma por las esquinas de la imaginación de los chicos, podría decirse que rompiendo el tempo de perfecta "aventura del último verano" que están viviendo, pero en realidad existe como brutal y vertiginosa personificación del desprecio o indiferencia a la que Bill y su panda son sometidos por los padres, acosadores y adultos que les rodean.
Pennywise es Derry, pero no sólo sus calles o tragedias, sino también sus personas: Muschietti se ceba en la gris existencia de los Perdedores, y por el camino da textura a la pesadilla que supone ser niño e intentar crecer expuesto al mundo.

Bill, Ritchie, Beverly, Mike y compañía no sólo atraviesan esa hostilidad exterior, sino también la propia interna (el primer e inexplicable amor, o la primera y desconcertante regla), y a la vez se enfrentan a la invisibilidad que su edad les depara, justo cuando más visibles quieren ser.
Hay una idea grandísima ahí, estableciendo que lo que mata no es un payaso de traje plateado y mueca asesina: no, lo que mata es la indiferencia, lo que hace todo horrible es el olvido por las víctimas de hace 27 años, al igual que la ignorancia también se seguirá cobrando vidas si se perpetúa (nadie es capaz de ver a Pennywise acechando en los grabados o fotos de la Historia, porque nadie excepto el gordito Ben se ha molestado en consultarlos, y aún así queda la duda de si alguien lo vería porque la gente pasa de todo lo que no le afecta directamente).
Aún así, los Perdedores tienen, sin darse cuenta, su propia manera de luchar contra ese fantasma del olvido mas grande e imponente que la muerte, y es importándose unos a otros, estirando tardes eternas de tímidas miradas en el lago, o salvándose siempre que vayan a ser devorados, no por las fauces de un horrendo payaso, sino por la violencia que su maldito pueblo siempre les ha dado.
Son pocos y fugaces en esta película que se obliga a cumplir un horario de páginas a adaptar, pero cada pequeño momento de los Perdedores siendo niños sabe a gloria, porque son pequeños pedacitos de una infancia compartida que cada vez está más cerca de acabarse, y nada reluce más hermosamente que esa luz rodeada por la oscuridad más absoluta.
Hasta los instantes más brutales se tratan con agradecida reverencia a la diversión: los Perdedores no lanzan piedras a Henry Bowers y sus abusones, sino que les acribillan en una batalla campal que es un testimonio triunfal a todo lo que han soportado, y a todo lo que no van a soportar al haberse por fin encontrado.

Flota (¡ja!) durante toda la película una suerte de oscuridad acerca del pasado y motivos de Pennywise, pero tampoco lo hubiera querido de otra forma: este es un relato sobre los Perdedores y aquellos temores a los que se enfrentaron aquel último verano, con el payaso como feroz espectador de su furia pre-adolescente.
Furia hacia adultos violentos, crueles, que piden respeto y guardan cobardía.
Furia hacia navajas, acosadores y criaturas, que les rajan y sobrecogen porque todavía no son lo bastante grandes para defenderse.
Y finalmente furia, explosiva y fría furia, ante un payaso que les permitirá olvidar, ignorar lo que ha pasado, si son capaces de vender su verano más feliz por una vida mediocre de la que puedan arrepentirse hasta que las fuerzas les fallen.

(Continúa en Spoiler, sin revelar nada)

SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.

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