En plena moda del cine policíaco se estrenó esta dramática historia sobre la dura vida de un policía que ve como todo a su alrededor se desmorona mientras trata de sobrevivir patrullando en las calles más peligrosas de Los Angeles.

Dos magníficos actores como George C. Scott y Stacy Keach encarnan a dos compañeros, uno novato y el otro veterano, que vigilan los barrios más duros de la ciudad tratando de poner orden lo mejor que pueden. Aunque la mayoría de las veces consiguen solucionar los problemas por las buenas en otras ocasiones las cosas se les ponen feas de verdad.

La película muestra los problemas a los que se enfrentan los policías en el ejercicio de su trabajo y la decadencia de sus protagonistas que dedican todo su tiempo e interés exclusivamente a su trabajo desatendiendo otros aspectos importantes de sus vidas como el cuidado de sus familias, lo que provoca que su situación personal se desmorone. Se trata de una historia muy amarga sobre una de las profesiones más necesarias pero menos apreciadas por la ciudadanía.

El pecado de la película es centrarse más en aspectos secundarios, como las múltiples correrías de la policía, en lugar de desarrollar algo más el apartado de las relaciones personales entre los personajes. En cualquier caso se trata de una obra muy digna dirigida con corrección por el competente Richard Fleischer.

Lobos marinos cuenta la historia real de un grupo de veteranos del ejército británico que recibe la misión de destruir un barco alemán cuya sala de transmisiones suministra información clave a sus submarinos para destruir cargueros de los aliados.

Protagonizada por un elenco de viejas glorias del Hollywood clásico, a excepción de Roger Moore, quien junto a Barbara Kellermann aportan el lado romántico de la trama, estamos ante una cinta de espionaje no exenta de humor, al estilo de las de James Bond, cuyo argumento falla en su parte final con un interminable asalto al barco que resulta demasiado aburrido y previsible.

Se deja ver pero sabe a poco.

Playa roja es una película original e inteligente porque ofrece una visión distinta de la guerra y lo hace de manera respetuosa con el adversario al mostrar lo que piensan los soldados de ambos bandos, americanos y japoneses, durante un ataque. A través de distintos personajes comprobamos que sus inquietudes, el miedo a la muerte, la añoranza de sus familias, son las mismas y todos coinciden en no querer estar allí, con lo que se enseña lo absurdo de la la guerra.

Acostumbrados como estamos a películas descaradamente patrioteras o que presentan a los adversarios como los malos unidimensionales y sin matices, aquí se los muestra con todo rigor con las mismas preocupaciones que sus enemigos. Para dar mayor verismo a la historia la película fue rodada en escenarios naturales de Japón y Filipinas y en ella se cuenta la invasión de una playa estratégica japonesa en la guerra del pacífico.

El guion incluye secuencias de violencia bastante gráfica para la época y su influencia se ve claramente reflejada en películas como Salvar al soldado Ryan pero sobre todo en La delgada linea roja que Terrence Malick rodaría treinta años después. Playa roja es menos ambiciosa y espectacular pero la idea es básicamente la misma. No es una obra entretenida y banal, es más reflexiva y profunda con un marcado carácter antibelicista.

Recuerdo que disfruté mucho en su día viéndola en casa de un amigo con apenas diez años. No la había vuelto a ver desde entonces. Le pasa como a casi todas las películas de Stallone, es mala pero entretiene, al menos a ciertas edades. El aprobado se lo doy por eso.

Aquí, Sly interpreta a un camionero que pretende recuperar el cariño y el respeto de su hijo que acaba de graduarse en una academia militar después de pasar años sin verle. Su objetivo también es ganar el título mundial de pulsos que se celebra en Las Vegas.

Sorprende la presencia en el guion del otrora prestigioso guionista Stirling Silliphant (El coloso en llamas, La aventura del Poseidón o En el calor de la noche, entre otras) pero la mano de Stallone es alargada y lo que podía haber tenido un resultado digno se echó a perder, sobre todo en su tramo final durante el campeonato de pulsos que resulta bastante paródico.

No obstante, ya quisieran muchas de las películas comerciales estrenadas hoy en día tener la honestidad y simpleza de ésta. Una obra sin más pretensiones que la de entretener.

El casi siempre interesante Richard Brooks, escribe y dirige este original western sobre una carrera a caballo de 700 millas por el territorio del oeste americano organizada por un periódico en la que participan nueve jinetes.

Gran parte de la historia no deja de ser un amable pasatiempo sin más, con situaciones divertidas, pero a medida que se acerca el final la cosa cambia abruptamente y se vuelve interesante por momentos. A lo largo de la dura carrera los protagonistas viven infinidad de peligros y varios de ellos cambian de forma de ser a medida que se van conociendo.

No llega a la calidad de otras obras de su autor pero merece la pena, aunque solo sea para disfrutar con las actuaciones de poderoso reparto.

En la línea de sus famosas películas de zombies, George A. Romero dirigió en los inicios de su carrera esta modesta producción catastrofista, muy de actualidad al contar la historia de un virus que se propaga sin control por una pequeña población americana a causa de un accidente. Las víctimas mueren o enloquecen. Un pequeño grupo de supervivientes trata de huir del confinamiento de la ciudad cuando comprueban que el ejército ha tomado el control y tiene órdenes de matar a cualquiera que intente escapar.

La película se deja ver a pesar de su pobreza de medios porque Romero, que también escribe el guion, parece tomarse en serio lo que narra y teniendo en cuenta la situación que estamos viviendo hoy en día en plena pandemia de coronavirus, revisarla resulta de lo más oportuno. Actualmente está considerada una obra de culto que tuvo su remake en 2010.

Importante fracaso comercial de una de las primeras producciones del todopoderoso Jerry Bruckheimer. Había producido un par de años antes la anterior película de su director Dick Richards, la estimable Adiós muñeca, de ahí que le confiara su siguiente proyecto, que es esta ambiciosa historia de amor y aventuras ambientada en la Legión Extranjera a comienzos del siglo XX.

El resultado, aunque la película entretiene, es decepcionante. La causa está en el fallido romance entre sus protagonistas. Terence Hill no tiene el suficiente empaque ni el carisma necesario como para interpretar al galán, demasiado encasillado en sus exitosas comedias con Bud Spencer, como para resultar convincente. Más bien parece un bufón a pesar de su fotogenia. Además su papel tampoco tiene excesivo peso en la trama. A Catherine Deneuve la encuentro muy guapa y elegante, como suele ser habitual en ella, pero al mismo tiempo deslucida en su personaje de mujer arrebatadora. El que sí que se salva es como siempre Gene Hackman, muy correcto en su rol de duro oficial de la Legión. Respecto a los secundarios, Ian Holm da el pego como líder tribal árabe, mientras que Max Von Sydow cumple sin más.

En cuanto a la acción, es más de lo mismo, soldados cercados en un fuerte en medio del desierto rodeados de miles de árabes sedientos de sangre. La película parece más bien un anticipo de la que Jean Claude Van Damme rodaría veinte años después titulada Soldado de fortuna y que fue considerablemente peor.

En definitiva, el reparto, la banda sonora siempre adecuada del gran Maurice Jarre y la vistosa fotografía del experto camarógrafo John Alcott, hacen que le suba un punto en mi valoración final.

A pesar de ser un fracaso comercial importante, El triunfo del espíritu es una película muy digna sobre el Holocausto. Cuenta la historia real de un boxeador griego de origen judío que es trasladado junto a su familia al tremebundo campo de concentración de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez allí tratará de sobrevivir aprovechando sus cualidades pugilísticas que le llevarán a competir para los gerifaltes nazis.

El principal problema que le encuentro es que se vuelca demasiado en mostrar los horrores de los campos de exterminio y poco en la historia del personaje principal. Esto es algo que lastra el resultado final puesto que la película de referencia sobre el tema es La lista de Schindler y en menor medida El pianista. Además los personajes secundarios están poco dibujados, especialmente el del padre interpretado por un desaprovechado Robert Loggia.

No obstante, el resto se ve con interés porque la película está bien hecha e interpretada. Me llamó la atención el personaje del gitano carcelero y colaborador nazi encarnado por un sorprendente Edward James Olmos.

Estimable producción británica premonitoria sobre el origen de las epidemias, me recuerda bastante a la magnífica 28 días después pero sin zombies. Aquí a medida que la situación se vuelve más caótica empieza a reinar el desorden, la rebelión y el derrumbamiento de la autoridad lo que conlleva la anarquía.

De marcado carácter ecológico, cuenta la historia de la propagación de un virus letal que se desata como consecuencia de los desastres medioambientales provocados por la contaminación. Ante la situación de caos que se crea, un reducido grupo de personas trata de sobrevivir en un ambiente hostil en busca de un lugar seguro.

En definitiva, se trata de una interesante ficción distópica de plena actualidad dadas las circunstancias que estamos viviendo con la pandemia de coronavirus

Extraño cóctel de géneros protagonizado por un competente reparto, en una historia con banda sonora del genial Elmer Bernstein, que se deja ver con cierto interés.

El detonante de la trama es la descabellada idea del personaje encarnado por Dyan Cannon de seducir a los maridos de sus amigas para luego redactar un informe que pueda ayudarles en sus respectivos matrimonios. El caso es que todas se ponen muy nerviosas porque saben que ella habla en serio y se ponen de manifiesto los engaños matrimoniales de todos ellos.

Hablar más del argumento sería destripar la trama pero básicamente de lo que trata la película es de la crisis del matrimonio en la edad madura. La historia incluye un asesinato, toques de comedia romántica, dramas familiares, celos, chantaje e incluso suspense cuando el asesino trata de escapar de la justicia. Quizá demasiadas cosas para que pueda funcionar y sea una buena película, no sabes bien a que atenerte, no obstante, no tengo la sensación de haber perdido el tiempo.

Le sobran las escenas en la mesa de operaciones descritas y mostradas con todo lujo de innecesarios detalles.

El casi siempre interesante Stuart Rosenberg no anduvo muy acertado esta vez con un policíaco menor al que le salva su solvente reparto.

El principal problema que le encuentro es que la historia parece más centrada en mostrar los sórdidos bajos fondos de San Francisco en lugar de la investigación criminal para detener al asesino. Un asesino por otra parte, poco carismático y cuya persecución adolece de una alarmante falta de tensión y suspense. La trama confusa y farragosa termina despistándome.

Buenos actores para una historia de comienzo prometedor pero desperdiciada.

Simpática comedia teatral en la que tres duros como Bogart, Ray y Ustinov exhiben su lado más cómico.

Bogart, en una de sus últimas películas, muestra su humanidad en el papel de presidiario fugado junto a sus dos compañeros, al ayudar a una buena familia de sus problemas con su desagradable pariente rico en el día de Navidad.

Se ve con una sonrisa en la boca esta amena historia dirigida por Michael Curtiz que también demostró una vez más su talento para la comedia y no solo para el cine de acción y aventuras.

En 1989, Sean Penn y Robert De Niro protagonizaron un fallido remake obra de Neil Jordan.

Después de renegar del personaje que le hizo mundialmente famoso para no encasillarse, Sean Connery no anduvo muy fino a la hora de elegir sus siguientes proyectos, en los que trató de demostrar su valía como actor más allá de 007.

Supergolpe en Manhattan a pesar de ser de quien es, no es más que una pasable película de robos, de esas que hemos visto infinidad de veces. Tiene un tono humorístico excesivo que termina arruinando la función y una trama en lo que se refiere a los preparativos del robo poco creíble y confusa.

Destacaría la sólida presencia de su protagonista, la de la atractiva Dyan Cannon, el personaje gay encarnado por un insólito Martin Balsam, el debut de un jovencísimo Christopher Walken y la original banda sonora de Quincy Jones. Por todo ello puedo subirle a un seis.

Dos pistoleros con un triste porvenir por delante deciden enfrentarse a muerte en un duelo. El ganador se llevará toda la recaudación de un público expectante.

Entretenido western menor protagonizado por el veterano Kirk Douglas, acompañado de su hijo pequeño en la realidad, el malogrado Eric Douglas, y el mítico cantante country Johnny Cash, quien también canta las canciones de la banda sonora. La película también supuso el debut de Keith Carradine.

No pasará a la posteridad pero se ve con agrado. Le falta la tensión de Sólo ante el peligro o de Raíces profundas, y también se echa en falta algún motivo más que el meramente económico para que ambos se enfrenten a muerte, la historia de la mujer de Douglas y sus relaciones con Raf Vallone no da mucho juego.

Ni la presencia de Sean Connery en el reparto, así como la de un jovencísimo Ian McShane como convincente villano, o la banda sonora de Jerry Goldsmith, consiguen realzar este mediocre film de secuestros aéreos mal narrado, sin suspense, sin acción, sin alma.

Un grupo de terroristas secuestra un avión de pasajeros y a su vez otro grupo afín secuestra al embajador británico en Escandinavia para canjearlo por camaradas prisioneros. Un duro oficial del ejército será el encargado de manejar la delicada situación.

El siempre eficaz Raoul Walsh, dirigió este entretenido western fronterizo rodado en espectaculares parajes canadienses y protagonizado por un Alan Ladd en la cima de su carrera.

Cuenta la historia de un destacamento de la policía montada del Canadá que debe transportar un convoy de armas hasta un fuerte más seguro ante la amenaza de un ataque inminente de los indios sioux.

La película refleja el buen trato que los canadienses dispensaron a los indios, al contrario que los norteamericanos, de ahí que las tribus de esa zona fueran pacíficas y convivieran sin problemas con el hombre blanco hasta la llegada de los sioux, envalentonados tras su victoria contra Custer.

También me pareció interesante el cambio de actitud del oficial al que se le rebela la tropa. De como pasa de ser un mando estirado y cobarde a reconocer que estaba equivocado con sus planteamientos al huir de los indios.

Sin ser una obra de relevancia, no obstante se deja ver con agrado gracias a la ágil dirección de Walsh, al carisma de su protagonista y sobre todo, a los vistosos ambientes en los que está filmada.

En apenas hora y media John Ford consigue otro de sus grandes títulos a pesar de que en su momento pasó relativamente desapercibida para la crítica que posteriormente la reconoció como una obra maestra.

Ben Johnson protagoniza esta historia en la que encarna a un tratante de caballos que junto a su compañero de fatigas guía un convoy de mormones a través del desierto hasta su particular tierra prometida. Por el camino se encontrarán con una banda de peligrosos forajidos a los que el sheriff local persigue con ahínco.

Se trata de un tenso viaje en el que el suspense está muy conseguido porque la violencia puede desatarse en cualquier momento.

Buen guion y reconocidos actores en el reparto, muchos habituales en el cine de Ford, para una gran película a pesar de su modestia y sencillez. Notable.

A pesar de contar con un solvente reparto, Peter Hyams demostró que el drama romántico no es lo suyo. La calle del adiós es un título menor e insólito en su filmografía volcada con más éxito hacia el género fantástico. En ella se narra la historia de un atractivo piloto americano que se enamora perdidamente de una hermosa enfermera inglesa casada con un agente del gobierno británico. Sin embargo su relación se complica cuando ambos hombres deben cumplir una misión juntos.

La historia incluye, a parte del consabido romance, numerosas secuencias de acción y un predecible final que deja una sensación de indiferencia en el espectador. La relación amorosa entre los protagonistas la encuentro muy forzada y artificial, me parece una historia de buenas intenciones que podía haber sido una estupenda aventura romántica pero que se queda en muy poca cosa y en la que lo único que realmente destaca es la excelente partitura compuesta por el maestro John Barry.

En definitiva, entretiene sin más. Eso sí, Harrison Ford empezaba a demostrar sus buenas maneras para la aventura con ese look pre Indiana Jones que le haría mundialmente famoso.

Estimable propuesta de ciencia ficción, estrenada para la televisión en algunos países, sobre el avistamiento de ovnis, que a pesar de sus años conserva cierto encanto gracias a la profesionalidad de sus responsables.

Estéticamente resulta anticuada y los efectos especiales son muy pobres para una película que costó 11 millones de dólares de la época, pero la historia tiene su interés y a pesar de sus fallos de guion, todo lo relativo a la persecución de los dos astronautas, la trama está relativamente bien escrita y se deja ver con agrado.

Si eres fan del género y tienes manga ancha no te desagradará del todo.

Preciosa comedia romántica protagonizada por unos excelentes Alan Alda y Ellen Burstyn.

Cuenta la historia de una pareja de amantes que mantienen siempre el mismo encuentro cada año en el mismo hotel a pesar de que ambos están casados con sus respectivas parejas.

Al principio parece que se trata de una comedieta tontorrona y desfasada pero conforme avanza la historia empiezas a empatizar con unos personajes sólidos y entrañables y su curioso romance. A lo largo de los años comprobamos cómo cambian, cómo maduran, cuáles son sus inquietudes y nos interesamos por sus destinos que varían a tenor de las circunstancias cada vez que se encuentran.