Vacas retrata las vidas de dos familias vascas vecinas a lo largo de cuarenta años, desde la tercera guerra carlista hasta la Guerra Civil Española con las vacas como testigos mudos de sus vivencias. Los mismos actores encarnan a los hijos y nietos de los personajes.

Supuso el exitoso debut del irregular Julio Medem, con una historia original y costumbrista, tan extraña como interesante. Muy del estilo de su director.

Buenos actores y una gran factura técnica, con banda sonora de Alberto Iglesias, estéticamente se beneficia de la belleza de los hermosos paisajes navarros.

Se trata de una película curiosa a la que quizás echo en falta algo más de garra y menos misticismo. Alguna frase en euskera o reflejar también el carácter profundamente religioso del vasco de la época.

Recuerdo que cuando se estrenó en el cine un crítico al que solía leerle la puso a bajar de un burro. Me extrañó que siendo de quien es la pusieran a parir así que no la he visto hasta hoy. Y he de decir que aquel crítico acertó de pleno. Tenía razón, la película es muy decepcionante y eso que el guion está basado en un libro del juez neoyorquino Edwin Torres, el mismo que escribió Atrapado por su pasado. Pero Lumet no anduvo fino esta vez a la hora de retratar la corrupción policial y el resultado es anodino y mediocre.

Nick Nolte tine un aspecto grimoso con ese bigote, pelo teñido, botines negros y barriga cervecera. Por no hablar de Armand Assante con su media barba y melena de gitano, ciertamente tienen un aspecto ridículo. En cuanto a Hutton, después de ganar el oscar al mejor secundario en su debut en el cine por Gente corriente, sus papeles posteriores han sido irrelevantes convirtiéndose en un auténtico gafe para la taquilla. Aquí interpreta a un policía irlandés cuyo romance con la mulata provoca indiferencia.

Se trata de una trama sobre la corrupción policial y el tráfico de drogas en los bajos fondos, que incluye temática racista y homófoba, pero desperdiciada y sin interés. En definitiva, otro patinazo más en la filmografía de su respetable director.

Escrita por dos de los guionistas más en forma de los noventa, como Scott Frank (Un romance muy peligroso, Gambito de dama) y Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca, La red social), Malicia es un brillante ejemplo de cine negro dirigido por el irregular Harold Becker en su mejor trabajo junto a Melodía de seducción. La banda sonora corresponde al maestro Jerry Goldsmith, la fotografía es de Gordon Willis y en el reparto figuran un equilibrado conjunto de jóvenes actores con veteranos como Geoge C. Scott o Anne Bancroft. Con semejantes mimbres es imposible que el resultado sea decepcionante. Y de hecho, no lo es.

Cuenta la historia de una mujer a la que un cirujano estirpa por error sus ovarios en un caso de vida o muerte y su posterior denuncia contra el médico. Paralelamente tienen lugar en el campus en el que trabaja el marido de la víctima varios asesinatos de estudiantes.

El suspense mantiene el interés del espectador en todo momento, reforzado por la gran labor de sus intérpretes, en especial Nicole Kidman y el seductor Alec Baldwin.

Amable adaptación de la novela homónima de Jack London en la que lo más reseñable son los impresionantes paisajes en los que transcurre la acción y el trabajo de los entrenadores de perros.

Al tratarse de una producción Disney se suavizan los pasajes más violentos de la trama como los relativos a las violentas peleas de perros por ejemplo.

Un joven Ethan Hawke encarna al protagonista de esta clásica historia sobre la amistad entre un perro huérfano y un muchacho bondadoso que sueña con hacerse rico buscando oro en los helados parajes del Yukón.

El nulo desarrollo de los personajes hace que el resultado final sea bastante superficial. Yo la vi en su día en el cine y la tenía completamente olvidada. Klaus María Brandauer está muy desaprovechado.

Una de las pocas películas en las que Bill Paxton es el protagonista siendo como era habitual secundario en títulos muy populares, especialmente los dirigidos por James Cameron con quien trabajó en varias ocasiones.

Se trata de una modesta producción independiente de cine negro, escrita y co-protagonizada por Billy Bob Thornton en los inicios de su carrera en los que ya demostró su faceta como guionista, de hecho, no tardaría en ganar el Oscar en ese campo por el film El otro lado de la vida.

Dirigida por Carl Franklin, que también tuvo su momento por aquellos años con trabajos como El demonio vestido de azul o A contrarreloj, cuenta la historia de un par de traficantes y la novia de uno de ellos, que después de perpetrar un robo que termina en una masacre, huyen de la policía en busca de unos socios que les compren la droga sustraída.

No ha envejecido mal, recuerdo que en su día tuvo buenas críticas y por eso la vi, pero de eso han pasado muchos años. Tenía ganas de volver a verla como adulto, ya que entonces tampoco me pareció nada del otro jueves, y la verdad es que me ha gustado más ahora que en su momento.

Tiene un guion sólido con buenas interpretaciones, Thornton está especialmente desagradable, y un gran trabajo de la atractiva Cynda Williams, lástima que su carrera no cuajara relegada sobre todo a la televisión.

A finales de los ochenta se estrenaron varias películas que hablaban sobre las organizaciones supremacistas norteamericanas y sus complots para cometer atentados, tal es el caso de El sendero de la traición, Arde Mississippi o incluso El cadillac rosa.

John Frankenheimer en esa época sobrevivía dirigiendo proyectos mediocres pero aquí consigue aderezar un policíaco bastante tópico, policía divorciado, expeditivo e incomprendido, que investiga dichas organizaciones a raíz del asesinato de un agente, logrando un resultado muy digno gracias a la interpretación del siempre minusvalorado Don Johnson, en esa época en la cima de su carrera gracias a Corrupción en Miami.

Quedan para el recuerdo, como ya han apuntado otros compañeros por ahí, la divertida secuencia con el psiquiatra parecido a Woody Allen y la escena en la que el protagonista vomita sobre un delincuente al que perseguía después de una buena carrera.

En su día pasó sin pena ni gloria y el ajustado presupuesto hace que tenga cierto aire a telefilm pero no ha envejecido mal y la profesionalidad de sus creadores hace que merezca la pena revisarla para hacerle merecida justicia. Buena.

El nombre de Roger Corman se asocia al cine de serie b de los cincuenta y sesenta, especialmente al género de terror pero también cultivó otros en títulos como La matanza del día de San Valentín o El intruso, en los que demostró que su talento e inquietudes iban más allá del cine fantástico y de terror.

Aquí tenemos un drama racial de argumento similar al de Matar a un ruiseñor, sobre un encantador de serpientes que llega a un pequeño pueblo del sur a comienzos de los sesenta en el momento en el que se revoca la segregación racial. Con su verbo fácil y demagogia consigue embaucar a los lugareños y alimentar su odio hacia los negros hasta el punto de desencadenar unos violentos acontecimientos que escapan a su control.

Un jovencísimo William Shatner, antes de convertirse en el capitán Kirk, interpreta convincentemente al agitador que busca fama y notoriedad a cualquier precio.

Picnic en Hanging Rock fue el segundo trabajo de Peter Weir como director y uno de los primeros éxitos del cine australiano.

Basada supuestamente en un hecho real, Weir adapta la novela homónima de Joan Lindsay, sobre la historia de la misteriosa desaparición de un grupo de chicas durante una excursión campestre. La acción transcurre en la Australia de comienzos del siglo XX, concretamente en el día de San Valentín.

Más que la trama en sí lo que destaca de la película es su misteriosa atmósfera, realzada por la emocionante banda sonora, esa flauta hipnótica, la belleza del paisaje hermosamente retratada por el camarógrafo habitual de su director Russel Boyd, y la maestría de Weir al narrar historias con delicadeza y buen gusto.

Otro magnífico título del cine negro de los cincuenta, en un film compuesto por varias historias entremezcladas entre sí con distintos personajes y sus tramas particulares, que narra el atraco a un banco de un pequeño pueblo en el que varios de sus ciudadanos acaban siendo víctimas del robo.

Protagonizada por un elenco de interesantes actores entre los que destacan Ernest Borgnine, en el papel de un pacifista amish, papel que repetiría años después en Bendición mortal de Wes Craven, y un joven Lee Marvin en los inicios de su carrera cuando aún no lucía canas.

El film es otro de los numerosos aciertos en la filmografía de su competente director, que en tan solo hora y media firma una pequeña joya del subgénero sobre el heroísmo, la no violencia y el muchas veces incomprensible azar de la vida.

Con el oscar a Oppenheimer la Academia de Hollywood recupera la credibilidad perdida en la edición anterior cuando se lo otorgó a la penosa Todo a la vez en todas partes. En una época como la actual en el que se habla abiertamente de una inminente guerra nuclear a raíz del conflicto en Ucrania, una película como ésta viene muy bien para recordar lo que supone la amenaza nuclear.

Se trata de un biopic sobre la vida del padre de la bomba atómica, Robert J. Oppenheimer, un brillante físico encargado de dirigir el Proyecto Manhattan para la fabricación de la famosa bomba, con la que se puso punto y final a la Segunda Guerra Mundial.

La historia se adentra en los aspectos más destacados en la vida del afamado físico, como la rivalidad que mantuvo con Lewis Strauss, un alto miembro de la comisión para la energía atómica estadounidense, un tipo ambicioso y resentido que no perdonará al físico el haberle dejado en ridículo. Las dudas morales y remordimientos del protagonista acerca de su creación y su poder devastador cuando se lanzan las bombas en Hiroshima y Nagasaki, su turbulenta vida amorosa y los problemas políticos que tuvo durante la paranoia anticomunista americana por sus sólidos principios y carácter comprometido.

Cillian Murphy, actor fetiche de su director Christopher Nolan, realiza una excelente composición del carácter inestable del genio judío a lo largo de distintas épocas, desde su juventud en la universidad como alumno, hasta su vejez como científico desacreditado y posteriormente rehabilitado, pasando por los momentos más importantes durante la fabricación de la bomba atómica en el desierto de Los Álamos en Nuevo México. El oscar lo ganó con todo merecimiento.

Le acompaña un reparto de ilustres actores entre los que destaca Robert Downey Jr, caracterizado para la ocasión en el papel de Lewis Strauss, un hombre acomplejado y hecho a sí mismo, que trata de hundir la reputación de Oppenheimer a toda costa. Otro óscar concedido con toda justicia.

La película tiene un argumento que a priori puede parecer denso y complejo o directamente poco estimulante, pero Nolan se las apaña para que resulte interesante dotando a la historia de ritmo y un guion meridianamente claro con diálogos inteligentes que mitigan la excesiva duración de la cinta.

Lo que se le puede exigir a Nolan, es una mayor simplificación de la trama, es decir, más concreción y resumen en lo que expone. Tres horas me parecen demasiado para esta historia que no da tanto de sí. Toda la parte del interrogatorio a Oppenheimer se me hizo algo pesada y a veces me pierdo con los paralelismos entre pasado y presente cuando se juzga a Strauss sobre la idoneidad para el puesto al que aspira, con ráfagas de extensos diálogos a los que hay que prestar especial atención para no despistarse.

Por lo demás, nada que objetar al premio de mejor película del año.

Otra de esas películas que en mi caso tienes que ir a ver obligado y mira tú por donde que no me ha desagradado. Es más, me parece bastante mejor que la primera. Sus creadores se han esforzado en parir algo digno hasta el punto de mejorar la original.

Tiene una trama más llevadera y amena, marcada por un potente ritmo, con una historia en la que pasan cosas interesantes con frecuencia, regadas con divertidas pinceladas de humor y efectos visuales notables.

Aunque en los últimos años se hayan filmado numerosas películas sobre King Kong y Godzilla juntos o por separado, todavía quedan cosas por decir, y esta propuesta me ha parecido de las mejores.

También me ha gustado la banda sonora y un par de temas de Kiss y de Golden earring que suenan en los momentos más apropiados.

Aunque cuatro entregas se me antojan excesivas para una saga agotada, ésta última tiene el encanto de recuperar la ciudad de Nueva York para ambientar la historia. Una historia que por otra parte no da mucho más de sí y a la que le cuesta definirse. Hay muchos personajes pero ninguno lleva la voz cantante, guiños y cameos de los supervivientes de la primera parte, ya ancianos, y aluvión de vistosos efectos visuales.

La mayor pega que le encuentro es un torpe desarrollo de la trama que no discurre con fluidez. Los personajes resultan simpáticos pero ninguno tiene el carisma suficiente como para hacer sombra a los originales. Echo en falta a Sigourney Weaver entre las estrellas invitadas, pero en general la película cumple sobradamente con el aspecto nostálgico y por supuesto el tema de Ray Parker jr vuelve a sonar a todo volumen.

La segunda entrega de Dune confirma la versión de Villenueve como la mejor y más conseguida de todas hasta ahora, la definitiva. Deslumbrante desde el punto de vista técnico, argumentalmente es más compleja, aunque su director y a la vez guionista, consiguen aclarar bastante bien la trama con un desarrollo ágil y dinámico que hacen que sus casi tres horas de duración no se hagan pesadas. Sí que es verdad que todo lo relacionado con las clarividencias de la madre de Paul Atreides y la profecía sobre su destino a veces resulta un tanto estomagante pero la idea central queda clara.

La cinta no termina la historia, que continúa con la batalla de los Atreides y los Fremen unidos contra las demás casas imperiales, hechos que se narran en los libros posteriores al primero. Notable.

A comienzos de los sesenta el estreno de Los ojos sin rostro causó cierto impacto entre público y crítica al mostrar escenas rozando el gore que sortearon no sin problemas la censura de la época por su naturaleza explícita. El éxito del cine de terror de la productora Hammer animó a explorar el género desde otras perspectivas más rigurosas e inquietantes.

Cuenta la historia de un brillante cirujano que con la ayuda de su enfermera secuestra jóvenes atractivas para extirparles la cara e implantársela a su hija desfigurada en un accidente de tráfico del que se siente responsable. Se trata de un personaje atormentado que está dispuesto a lo que sea con tal de que su hija recupere su rostro. Un hombre para el que cualquier medio es válido para conseguir sus fines, incluido el asesinato de inocentes.

El tiempo ha tratado bastante bien a esta respetable obra de culto del cine de terror francés y a día de hoy todavía produce cierta dentera la secuencia de la operación facial. Además cuenta con una banda sonora de lujo compuesta por el maestro Maurice Jarre.

Si en los ochenta el público acudió en masa a ver la adaptación cinematográfica de uno de sus superhéroes favoritos como es Batman, a comienzos del siglo XXI y después del éxito de La patrulla X, le tocó el turno a Spiderman.

El encargado del proyecto fue Sam Raimi, el talentoso director responsable de la trilogía Posesión infernal y Darkman, entre otras, cuyo estilo es similar al de Tim Burton y que al igual que éste hizo diana en la taquilla dirigiendo dos secuelas más en los cinco años siguientes.

Sin embargo con el paso del tiempo su Spiderman fue revisionado por Marc Webb y Jon Watts, quizá al considerar que esta versión resulta un tanto infantil o al menos poco seria. A mí desde luego no me gustó en su momento y después de dos décadas la opinión que tengo de ella después de volver a verla es parecida.

Tampoco soy muy fan de las películas de superhéroes, y creo que no se le puede pedir mucho más a este tipo de historias. Raimi hace un trabajo pasable que entretiene medianamente aunque para mi gusto le falta el carisma de un villano más imponente que un ridículo duende verde.

El beso desnudo es un título de culto del cine negro, una modesta producción de serie b escrita y dirigida por el especialista en cine bélico Samuel Fuller.

Cuenta la historia de una prostituta que trata de cambiar de vida en un pequeño pueblo huyendo del mal ambiente de los bajos fondos neoyorkinos. Una vez instalada encuentra trabajo en un orfanato en el que enseguida se gana el cariño de todos con su simpatía y profesionalidad. Poco después conoce al hijo millonario del fundador del pueblo y se enamora pero no todo es tan bonito como parece...

Se trata de una película distinta por la manera de enfocar la trama y sus protagonistas. Es más una historia de personajes, de miradas, de vergüenzas, de envidias, una historia de esperanza y redención en la que una buena mujer con pasado intenta romper con este e iniciar una nueva vida aunque no le será nada fácil, no sólo por los personajes turbios con los que trató, sino también por las debilidades, celos y suspicacias propias de la naturaleza humana.

Imposible no empatizar con Kelly, fantástica Constance Towers, la ex-prostituta de buen corazón a la vez que culta, elegante y distinguida, a la que vemos sufrir las envidias y recelos de algunas personas cuando descubre un terrible secreto que conmociona al pueblo.

En definitiva, una joya poco conocida a descubrir que causará una grata sorpresa a los amantes del subgénero.

Contra todo pronóstico he de reconocer que esta precuela de la saga Depredador me ha sorprendido y para bien. Me esperaba un disparate rebozado de empoderamiento femenino pero no. Se trata de una película muy digna, que lógicamente sin estar a la altura de la primera, sí se convierte por derecho propio en la mejor de las secuelas, a la altura de la segunda parte.

La historia está contada desde una perspectiva distinta y original al ambientarse la acción en el siglo XVIII en las inhóspitas tierras de América del norte. Esta vez será una valerosa cazadora quien tenga que enfrentarse al temible cazador extraterrestre.

Es cierto que tiene alguna concesión a ese grimoso matriarcado (spoiler) con alguna escena inverosímil y que se echa en falta la música de Alan Silvestri, pero por lo demás mantiene el tipo bastante bien y entretiene que no es poco.

El detalle de la pistola todo un acierto. (Spoiler) De modo que por darle un refrescante tono a la franquicia Predator y con un poco de manga ancha también, le pongo un siete.

Después de la famosa trilogía del dólar, Leone dirigió un nuevo western más ambicioso que sin embargo no gozó del favor del público aunque sí de casi toda la crítica especializada.

Basada en la idea original del propio Leone, Bernardo Bertolucci y Darío Argento, con banda sonora del siempre inspirado Ennio Morricone y un reparto encabezado por un sorprendente Henry Fonda en el papel de villano en las antípodas a los que nos tiene acostumbrados, la presencia del duro Charles Bronson y su icónica armónica y la espectacular belleza de Claudia Cardinale, la película tenía a priori todas las papeletas para ser una obra maestra pero la falta de sentido del ritmo cinematográfico la convirtió en un tostón de casi tres horas que impide que sea tan disfrutable como debiera.

Frank Sinatra será recordado principalmente por su legado musical y su maravillosa voz, la voz le apodaban, pero también tiene una respetable carrera cinematográfica en la que destacó en papeles como De aquí a la eternidad, Un día en Nueva York y sobre todo para mi gusto, El hombre del brazo de oro por la que recibió una nominación al Oscar de mejor actor principal.

Fue una de las primeras películas que reflejó el problema de la adicción a la heroína. Cuenta la historia de un tipo recién salido de prisión y rehabilitado que sueña con convertirse en músico. Sin embargo, sus conocidos quieren que vuelva a jugar al póker en partidas clandestinas en las que es un verdadero genio.

Sinatra borda su papel de yonki de buen corazón que no consigue salir de la heroína por culpa de su posesiva mujer y unas amistades peligrosas que le incitan a ir por el mal camino para su propio provecho. Sin embargo, no todas las personas que conoce son mala gente. Hay también una bella mujer que le quiere y le respeta como a un amigo, estupenda Kim Novak, y otro perdedor como él, que le aprecia y le apoya en los momentos difíciles.

Ahora que sabemos que en 2010 los hermanos Coen rodaron un remake superior a la original, la versión de Hathaway ha quedado un tanto devaluada y eso que la suya tampoco está nada mal.

John Wayne se llevó el Óscar, más que por esta actuación que no es de las mejores, como reconocimiento a toda una carrera dedicada al western en la que creo un personaje muy característico acorde a su personalidad con el que se ganó el cariño y la simpatía del público.

La fotografía de Lucien Ballard es preciosa y la banda sonora de Elmer Bernstein es siempre garantía de calidad. Además en el reparto encontramos a un joven Robert Duvall como líder de la banda de ladrones y a un Dennis Hopper que por aquellas fechas estaba a punto de dar la campanada con Easy rider.

Lo que no me termina de convencer de esta primera versión es el excesivo tono autoparódico de Wayne. Lo encuentro muy exagerado, por momentos parece que estemos viendo una comedia del oeste. Sin embargo, la de los Coen en este sentido, sabe encontrar el justo punto cómico sin caer en el ridículo, entre otras cosas gracias a un superior Jeff Bridges.