La reaparición de Bourne, que tenía todo el sentido del mundo en la segunda película, en el Ultimátum se me antoja demasiado forzada. Después de cómo acabó la segunda parte, chirría que el protagonista, que había vengado a su chica y había burlado la acción de la siniestra CIA, vuelva a poner en peligro su vida. Vale, es la esencia del personaje, pero se podían aducir explicaciones más convincentes.
Otros aspectos forzados son las "desinteresadas" colaboraciones de algunos antiguos compañeros de Agencia. Bourne se había ganado a Joan Allen en la segunda entrega, pero que el personaje de Julia Stiles arriesgue su vida y su carrera por un objetivo de la agencia para la que ella trabaja, la implacable CIA, resulta chocante. O que el agente al que Bourne perdona la vida luego le corresponda, no cuadra mucho con individuos entrenados para ser máquinas de matar.
Tampoco me parece buena la resolución del encuentro entre el malísimo Strathairn y Allen, después de que ésta hubiera enviado por fax los documentos que destapaban el pastel. Lo más coherente en la lógica de la película hubiera sido que el malo hubiera al menos intentado liquidar a la traidora.
También me parece exagerado, que un único agente tenga un control tal de las situaciones y que sea capaz de traer en jaque a toda la inteligencia de los Estados Unidos él solito.
Por último, me gustaría señalar que algunas secuencias son completamente inverosímiles, como aquella en la que explota la bomba en Tánger. No es posible que el artefacto, más próximo a Bourne que al coche, sólo aturda a Damon y sin embargo destroce el cuerpo del conductor. Entiendo que Bourne sea el más duro, pero creo que a alguien se le está empezando a ir la olla.

En cuanto a las situaciones surrealistas, me refiero a la secuencia del pervertido en medio de una piscina pública, ataviado con equipo de buceo sin cortarse ni un pelo. O al mismo encuentro en el parque entre los dos actores principales que culmina con un beso bastante poco creíble. Y no digamos de la secuencia en la que el marido de Kate Winslet es sorprendido por ésta, haciéndose un cinco contra uno mientras se tapa la cara con unas bragas usadas de una estrella del ciber porno. Tampoco tiene un planteamiento muy realista, que digamos, el que el personaje de Patrick Wilson se quede embobado, noche tras noche, observando a unos adolescentes practicar el skating en lugar de ir a preparar unos exámenes de los que dependen su vida profesional y familiar. El encuentro propiciado por la madre del exhibicionista en el restaurante y el subsiguiente numerito onanista también son de traca. Y sin embargo, estas situaciones no chirrían, se ven con agrado dentro del conjunto de la película.
En cuanto a la carga moral del film, sólo tenemos que observar que el exhibicionista y el policía retirado acaban redimiéndose tras pagar duras penitencias. Sin embargo, el abogado rubiales acaba con la crisma rota, perdiendo a la Winslet, y quedando como un estúpido inmaduro y superficial. Aunque la peor parada es Winslet, quien, frustrada en su vida social, laboral y familiar, paga su infidelidad con una cruel desilusión y la infelicidad más absoluta. A mi entender, se trata de una película tremendamente conservadora en sus planteamientos morales, numeritos eróticos al margen. Pero, ¿qué sería de nosotros sin las conservas?

En primer lugar, me parece un error la ubicación cronológica de la trama, según la cual, en 2009 habría nacido el último ser humano. Parece un tanto inverosímil que esto pueda ocurrir en un futuro tan próximo, pues, pese a tratarse de una ficción, el tono de la película es reiterativamente realista. Por otro lado, nada se dice de los motivos de esta supuesta plaga que pone en peligro el futuro de la humanidad; tal vez en la novela original se haga, pero en la película, francamente, se echa mucho en falta. Además, ¿qué pasa con la fecundación in vitro, técnicas de fertilización asistida y demás procedimientos que se llevan a cabo desde hace ya décadas? Evidentemente, no podrían producirse mediante este procedimiento los millones de nacimientos que cada año tienen lugar en el mundo, pero de ahí a que no venga al mundo un solo ser humano en 18 años... en fin, como que canta demasiado.
También llama la atención que el nivel de desarrollo tecnológico sea prácticamente idéntico que el de la actualidad, cuando seguramente dentro de 20 años las tecnologías de hoy nos parezcan antediluvianas, como nos lo parecen ahora las de los años ochenta.
En otro orden de cosas, la presentación de una sociedad hiper militarizada, que deporta, recluye y asesina a todo tipo de inmigrantes cual Stalinitos o Hitleritos del porvenir, mientras que a los "fugees" se los presenta como pobres víctimas de un sistema totalitario y románticos luchadores en pos de una sociedad utópica, me parece un poco triste. En los años setenta podía tener un pase, pero este hippismo trasnochado mezclado con revolucionarismo terrorista lo veo fuera de lugar. El propio personaje de Michael Caine, un adicto a la marihuana, de melena e indumentaria hippie, con perro incluido y fanático de la música de los setenta es bastante significativo.
Se trata de un film maniqueo en el que todos los representantes del orden aparecen como corruptos u opresores, mientras que todos los que están al margen del sistema se ven reflejados con mucha mayor benevolencia, incluso los sanguinarios terroristas de los Fish.
Al margen de estas consideraciones, meras opiniones no muy meditadas, por otra parte, podemos encontrar multitud de paralelismos con diferentes mitologías o incluso con teorías más o menos científicas, desde la Eva negra, hasta la propia historia de Jesucristo, con el episodio de la huida a Egipto reconvertida en marcha hacia el "Tomorrow".

Lo absurdo del argumento lo digo por algunos aspectos que me parecieron escandalosos:
-En primer lugar, llama la atención cómo un niño, por mucha sangre vikinga que tenga, andado el tiempo puede ser más hábil en el manejo de la espada que unos tipos que hacían del descabezamiento del prójimo su pasatiempo favorito. Pero bueno, eso lo podemos pasar, es una peliculita con héroe cachas.
-Lo que no hay por dónde agarrar es el episodio del desfiladero: precisamente, si hay una manera creíble en la que un solo indivuduo se pueda llevar por delante a todos sus captores, es llevándolos por un angosto paso, desconocido para ellos, en medio de una tormenta de nieve y viento, atados todos a la cintura, cual recua de acémilas. Lo gordo es que los vikingos acceden. Sólo faltó una escenita de campamento en la que los secuaces de Leif Eriksson aparecieran asando manteca.
-Y otra cosa. Qué perra cogió el Kurgan (casi irreconocible) con exterminar a toda costa a un grupo de indígenas por los que no tenía ninguna consideración. No tiene ningún sentido en la trama de la historia. Si es que la película cuenta alguna historia, claro.