El hincha (1958)

Amable, inocente, ingenua. Una película que es lo que quiere representar en los personajes.

Con cuñas de auténticas imágenes legendarias de partidos del Madrid (vemos a Miguel Muñoz de capitán en una de ellas), también de otros, se meten montajes del puñado de espectadores protagonista animando desde la grada. Por lo que fuera, no se nombra a los equipos reales y se usa el rocambolesco nombre del Centella para uno y el de La Unión para el rival. Están en una eliminatoria de Copa y el protagonista, Ángel de Andrés, tendrá que montárselo para ir a ver el partido de vuelta en Sevilla.

Hay tramos de la película verdaderamente pasados de rosca como el partido entre trogloditas para explicar un poco la historia del balón en los albores de la Humanidad, pero obviando este humor casi infantil, nos encontraremos con un Madrid de jolgorio y activo, de cuando se iba al fútbol con chaqueta y corbata y los hijos de la mano.

Surge un enredo a raíz del nombre de la peña: La Madrileña, y ahí vemos, pasado Despeñaperros, con parada obligada para refrescarse y partidito informal, que el ritmo se mantiene dignamente y que incluso se anima el argumento con lances amenazantes entre abogados, suegra (la entrañable Mary Santpere), coplas y finos en las tabernas.

Muy sencilla, bienintencionada y muy acorde con los tiempos.

Aún conservo en mi casa, como pieza de museo, el primer aparato de radio (Iberia) que mi padre compró para seguir los partidos de fútbol (era hincha del Atlético de Bilbao) en la tarde de los Domingos, el programa líder era el mítico Carrusel Deportivo del genial Vicente Marco en la la Ser, más tarde llegarían Jose M.ª García y Joaquin M.ª Pujal, entre otros que revolucionaron la forma de contar los partidos. Por cierto, alguna vez se han preguntado ¿Cuál es el museo más visitado en este bendito país? Por extraño que pueda parecer, no es el Museo del Prado, ni el Tyssen en Madrid, tampoco el Picasso o el Miró en Barcelona, ni siquiera el Dalí de Figueras, nuestra cultura popular es futbolística. Los dos museos más visitados son los del Real Madrid y Barcelona, así de sencillo y elocuente. Cuanto más inculto e ignorante sea el pueblo, más sencillo es manejarlo y engañarlo.

No es de extrañar que el fútbol forme parte de nuestras vidas cotidianas, en el trabajo en el bar y con los amigos, el fútbol arrastra pasiones encontradas, centro de discusiones estériles pero encendidas, y el cine lo ha tratado en múltiples películas durante los años 50 y 60, ésta de José M.ª Elorrieta me parece de las más divertidas. Una comedia costumbrista llena de gracia y simpatía, humana y sencilla, que recrea a la sociedad de la época. Un grupo de hinchas futboleros deciden crear una asociación denominada “La madrileña” seguidores incondicionales de “El Centella Club” con unas reglas un tanto peculiares con una serie de aberraciones inclasificables, pero que al menos su último punto es aceptable: “Haber leído los 3 Mosqueteros, por aquello de uno para todos y todos para uno”.

Se trata de grandes apasionados del fútbol que lo viven como si se tratara de un asunto de vida o muerte. Este fanático hincha, Nicolás (Ángel de Andrés) junto a un amigo (Antonio Riquelme) a los que no les importa perder el trabajo con tal de seguir a su equipo, criados en un ambiente de forofos del arte del balompié, organizan su vida en torno a este deporte. La trama se anima si tenemos en cuenta que el hincha ex empleado de banca tiene una suegra con gato, insoportable pero a la vez, nada despreciable por el asunto económico, (Mary Santpere) que tiene esclavizada a su esposa e intenta controlar la pasión del yerno. No falta el viaje a la Sevilla más folclórica donde se precipitan los acontecimientos. En aquel régimen político se distraía al pueblo con toros y fútbol, ahora se les distrae con más fútbol y televisión basura. Esta es una recomendable comedia de enredo disparatada que hará las delicias de los aficionados al fútbol.