La casa de la Troya (1959)

Entretenida película española, que es un pequeño clásico del cine español, aunque vista en el año 2011 haya perdido muchas de sus primeras virtudes.
Posee una bellísima fotografía que saca partido de los espectaculares paisajes gallegos en el que está rodado el film, entre ellos una aquí preciosa Santiago de Compostela.
Pero el argumento, la historia, ya se nos aparece un poco trasnochada, pasada de moda.
Aspectos humorísticos, tiernos y románticos, se dan la mano para hacer pasar un rato más o menos apañado.
Buenos intérpretes, de donde salen claramente ganadores los más veteranos (Bardem, Pascual, Losada, Isbert...).

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Tercera (nada menos) versión de la novela del mismo nombre que recrea, en un tono bastante indulgente, la vida de los estudiantes de la Universidad de Santiago de Compostela, a finales del siglo XIX.

Película comercial que aún puede resultar muy entretenida, gracias al buen hacer de Rafael Gil, un especialista en firmar títulos con gran tirón comercial y que dirigió a todas las grandes estrellas de los 50 y 60 (Carmen Sevilla, Antonio Casal, Paco Rabal, Joselito, Sara Montiel...).

Y digo "puede resultar" porque para disfrutarla es necesario pasar por alto algunas cosas, como ese retrato tan edulcorado de los "bonachones" estudiantes (que ya en la primera escena en la que aparecen están robando en una taberna) y lo difícil que resulta creerse a Arturo Fernández como supuesto estudiante, cuando ya rondaba los treinta.

Claro que no ayuda que tanto él como los demás universitarios, vistan traje de chaqueta para ir a clase, o el hecho de que un año antes ya representara a un galán maduro en "Las chicas de la Cruz Roja".

Además siempre resulta agradable ver a los secundarios que hicieron grande el cine de la época, algunos muy jóvenes o en papeles sumamente cortos como María Isbert, Mercedes Alonso, Erasmo Pascual... e incluso me ha parecido ver fugazmente a Lola Gaos (no he encontrado información que lo confirme).

Algunas escenas resultan aún francamente divertidas, como aquella en que a los estudiantes les desaparece sucesivamente la ropa (que van empeñando).

En el lado más negativo, a resaltar ese retrato claramente tendencioso en el que los estudiantes son siempre buenos (aunque se emborrachen, se peleen a puñetazos y roben) y los aldeanos (por hacer exactamente lo mismo), no tanto.