The Tale of Genji (1987)

Gisaburo Sugii intentó con esta "The Tale of Genji" lograr una obra que se anclase en el estilo marcado por reconocidos realizadores nipones como Ozu o Mizoguchi, apostando más por el clasicismo que por lo efectista. Adaptar la obra de Murasaki Shikibu es harto complicado, no sólo por su gran extensión, sino por la profundidad de los diferentes personajes o su compleja narración, insertando poesías en la historia, además de muchos otros elementos literarios difícilmente transportables a un film de poco menos de dos horas.

Sugii, como demostraría a posteriori con obras como Stormy Night, es un director capaz de adaptarse a cualquier estilo y en esta obra deja patente dicha habilidad. Rodada desde el clasicismo, con algunas secuencias sencillamente deslumbrantes, el realizador es consciente de que su película no es un producto, sino una obra, por lo que se atreve a jugar con la narrativa tradicional y a insertar secuencias más cercanas al cine experimental o, más bien, recursos que suelen utilizarse en el cine de imagen real en lugar del animado.

Con un estilo pulcro y serio, Sugii plantea escenas que van totalmente a contracorriente de lo que venía siendo el anime por entonces. Por citar un ejemplo, una de las escenas hace un simple recorrido por el exterior de una casa, un lento travelling en el cual escuchamos una conversación de fondo que ayuda a profundizar en la personalidad de cierto personaje. Sin cambiar de plano durante un minuto largo, Sugii pronto pasa a la siguiente secuencia, esta vez mucho más ágil, pero igualmente embaucadora gracias a su riqueza visual.

Y es una pena que, a pesar de todo, The Tale of Genji tenga varios defectos que la alejan de la excelencia, comenzando por un ritmo tedioso, y continuando por una narración -a veces- confusa, debido principalmente a la similitud entre varios personajes y la cantidad de nombres que se mencionan en la trama. Pese a todo, es una cinta interesante que merece la pena para ver cómo no todo el anime es violencia gratuita, sino que hay autores que dan un paso más allá para intentar dignificar una forma de hacer cine que, lamentablemente (al margen de Ghibli), sigue siendo denostado por los puristas del séptimo arte.