Un rapto a la caucasiana (1967)

Fue hace cosa de dos años que un poco de casualidad, me puse a ver VIY, una película de terror rusa de los años 60 que resultó ser excelente. De esta rareza, me llamaron la atención la ambientación fantasmal, los efectos especiales y el halo mágico y legendario que destilaba.

Pero hubo algo en la cinta que me dejó especialmente prendado. Se trataba de la singular belleza de la actriz que interpretaba a la joven bruja, quien más tarde investigué se llamaba Natalya Varley.

Por fin llegó a Filmin su otra película famosa (más allá de las fronteras eslavas, quiero decir) y me ha dejado un sabor de boca grato y dulcísimo. Se trata de una película festiva, divertida, musical y colorista. Un cuento de romance y humor absurdo, con finos toques costumbristas y un ingenuo y delicioso moderneo reflejado en los peinados, los vestidos y los bailes.

Con un tono cómico y agradecidamente suave que os recordará mucho a las pequeñas comedias ye-yé españolas de la misma época, resultará difícil que terminéis de verla y no tarareéis durante días la alegre canción que se marca la vivaz Nina mientras pasea por el campo con el tontorrón Shurik (una fórmula que casi siempre funciona, tío bobo enamorado de chica guapa pizpireta que le mete en líos). Constataréis pronto que, al margen de los gags humorísticos del trío de secuestradores mandados por el pérfido cacique local (otra fórmula ganadora, poner de buenos a los jóvenes humildes y de malo al viejo rico), gags visuales al estilo del cine mudo que funcionan muy bien en el conjunto del largometraje, constataréis digo que la piedra angular de la eficacia de esta comedia se halla en el carisma y el salero de Natalya, en su voz, en su porte y en su simpatía. Evidentemente, aquí no basta con ser mona, y para encandilar al espectador hay que saber moverse y gesticular de tal forma que a la cámara deje de interesarle cualquier cosa que no sea ella. Natalya lo logra con creces.

Asistida en roles por el avaricioso y amoral tío de Nina, por el mencionado rico que cree que con dinero puede tener todo lo que quiera, por el estudiante pardillo que viene de la ciudad y no se entera de nada, y por los raptores que naturalmente resultan ser unos ineptos, en este papel Natalya brilla con una luz muy intensa, y para mí eso tiene mucho mérito (aparte de que es un disfrute para los sentidos).

Film que refleja gusto por lo bucólico y la vida rural y sencilla, sin descuidar las nuevas tendencias, y un humor mezclado con ilusión amorosa –y desilusión–, y unos valores que ensalzan la juventud, los placeres simples y los sentimientos sinceros, que recuerdan muchísimo a la obra de Miguel Mihura (se ve que los españoles y los rusos tenemos más en común de lo que parece, en lo referido a las artes escénicas al menos), dan como resultado una peliculita menor... de la que aprender muchísimo.