Intermezzo (1936)

Realiazada por Gustav Molander, fue producida por Svensk Filmindustri. Se rodó en estudio. Obtuvo un gran éxito de público en Suecia, lo que llevó a verla a David O. Selznick, que adquirió los derechos para realizar (1939) un "remake" en Hollywood. Supuso la sexta intervención en cine de Ingrid Bergman y el primer papel importante de su carrera.

La acción principal tiene lugar en Suecia, Francia, Alemania y Suiza, en 1935, a lo largo de algo más de un año. Narra la historia de Holger Brandt (Gösta Ekman), renombrado violinista, casado con Margit (Inga Tidblad), de unos 45 años, padre de 2 hijos. Las frecuentes ausencias del hogar por compromisos profesionales y el paso del tiempo marchitan el amor del matrimonio. Al regreso de uno de sus viajes se enamora de Anita Hoffman (Ingrid Bergman), de unos 20 años, pianista, profesora de piano de su hija de 6 años Anne Marie. La incorpora a su grupo de músicos como solista de piano y abandonan Suecia. La añoranza que Holger siente de su hija y sus remordimientos, junto a la mala conciencia de Anita, crean tensiones de difícil solución.

La película desarrolla el relato de un amor imposible entre un hombre maduro, de mediana edad, y una joven 25 años más joven que él. El amor entre ambos es sincero, profundo y apasionado, pese a los escrúpulos de conciencia. La considerable diferencia de edad aporta diferencias de intereses, sensibilidades y criterios, que acentúan las dificultades de la pareja. Su ruptura sume a Holger en un estado de postración y soledad que afecta a su carrera, agrava sus sentimientos de culpa y sus deseos de redención. Por esta vía, la película deviene un relato sobre el amor extramatrimonial, el divorcio y los escrúpuos religiosos y morales vigentes en los años 30. Por extensión, constituye un testimonio de la influencia del rigor luterano en la sociedad sueca y de sus concepciones sobre el pecado y el perdón.

La música reitera la melodía del "Intermezzo" que gusta de modo especial a Holger y a su Hija Anne Marie y que se erige en símbolo de la relación efímera entre Anita y Holger. Añade composiciones clásicas y hace referencia con simpatía a las nuevas formas de la música disonante y atonal. La fotografía incluye un recital de alardes técnicos, como superposición de imágenes (vias del tren y manos de Anita al piano), encuadres oblícuos, contraluces inquietantes, brillantes claroscuros y excelentes composiciones de estética expresionista. El guión desarrolla una historia que refleja problemas personales y sociales de la época. La interpretación de Gösta Ekman, notable actor sueco, es muy expresiva, aunque vista con ojos actuales resulta algo histriónica. Ingrid Bergman desborda juventud, belleza y simpatía, en un papel que le abrió las puertas de Hollywood. El director crea una narración deliciosa y fascinante.

La película muestra un cierto retraso técnico en relación a las obras de Hollywood, especialmente en iluminación y montaje. De gran interés para cinéfilos.

Sin duda alguna, Gustaf Molander ha sido junto a Alf Sjöber e Ingmar Bergman uno de los más reputados e influyentes directores suecos, e Intermezzo es a todas luces su película más conocida. El éxito de ésta supuso el lanzamiento internacional de la bellísima Ingrid Bergman, y llevó a David O. Selznick a adquirir los derechos para realizar un remake en Hollywood protagonizado por la misma actriz en 1939.
De elegante y clásica factura melodramática, Intermezzo, adelantándose a obras referenciales como Breve encuentro o Gertrud, trata con gran naturalidad -infrecuente para la época aunque no exenta de cierto puritanismo- y desde una perspectiva reflexiva y nada accesoria, el espinoso tema de la infidelidad matrimonial y el divorcio. A pesar de un final redentor, que aboga por la integridad tradicional de la familia, el simple hecho de plantear la temática y de presentarnos a los implicados con mesura y ecuanimidad, denota lo avanzada que estaba la sociedad sueca en aquel entonces, sobretodo si la comparamos con la española.