Trailer (ESPAÑOL)
Ver 3 más- Sinopsis
- Retrato de la vida cotidiana de Marina, Sofia y Violeta, tres hermanas de Buenos Aires que viven en casa de su abuela, la mujer que las crió, después de que ésta haya fallecido. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Familia
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2011 / Argentina
- Título original:
- Abrir puertas y ventanas
- Duración
- 99 min.
- Guion
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción Argentina-Suiza-Países Bajos (Holanda);
- Links
Premios
Descongelar el pasado: abrir las puertas de la vida
18 de septiembre de 2012
Tres hermanas muy jóvenes y una casa antigua son las protagonistas casi exclusivas de la ópera prima argentina más premiada del año pasado (tres distinciones en el Festival de Locarno y dos en el de Mar del Plata). Una película muy sensorial, sobre los vínculos familiares, el pasado congelado y las necesarias transformaciones para alcanzar la madurez.
Martina, Sofía y Violeta son tres hermanas adolescentes que han vivido junto a su abuela hasta la reciente muerte de aquella en una amplia y añosa casona. Y esa casa, llena de recuerdos, por un lado las contiene y por el otro, les impide crecer. El tiempo ha quedado congelado en objetos que ya no se usan y otros que no se renuevan, como el televisor de modelo perimido o la máquina de escribir que remite a los años setenta.
La película registra el deambular de las jóvenes por esa casa cargada de recuerdos; observa ese tiempo entre paréntesis en que cada una busca su lugar pero vive de distinto modo el duelo de la ausencia, la incertidumbre del futuro y los descubrimientos del mundo adulto, sobre todo el estallido de la sexualidad.
La casa se mimetiza del ánimo de sus habitantes: melancolía, abulia, desconfianza se replican en cuartos con llaves y escondites.
La película rebosa sensibilidad, gusto por los detalles y buenas actuaciones, pero también es lenta, reiterativa y recargada de elipsis. Es un cine perturbador y melancólico, al limite de la incomodidad, con algunas similitudes narrativas que lo aproximan a la estética de Lucrecia Martel y también a Bergman en la exploración del mundo femenino que se potencia en ambientes cerrados. Sin embargo en las escenas al aire libre (el bello jardin de la casona así lo permite) la atmósfera se acerca a la poética más descomprimida de Eric Rohmer, particularmente en la escena de la escalera, cuando se insinúa la historia de amor entre Martina (la hermana mayor) y el joven vecino que acapara la atención de todas.
Aunque el elenco está muy bien aprovechado y con variados e interesantes matices, por momentos el personaje principal es la casa que guarda todos los secretos. En su interior (simbólicamente un útero del que habrá que salir para crecer) las hermanas se pelean, se reconcilian y arman estrategias.
No hay ninguna escena afuera de la casa pero sí se juega con el fuera de campo, para que el espectador infiera lo que sucede en el afuera. Una vez que la cámara entra, ya no vuelve a salir más allá de la reja que limita al jardín con la calle pero accede a lo que se oculta y no todos quieren ver.
Martina, Sofía y Violeta son tres hermanas adolescentes que han vivido junto a su abuela hasta la reciente muerte de aquella en una amplia y añosa casona. Y esa casa, llena de recuerdos, por un lado las contiene y por el otro, les impide crecer. El tiempo ha quedado congelado en objetos que ya no se usan y otros que no se renuevan, como el televisor de modelo perimido o la máquina de escribir que remite a los años setenta.
La película registra el deambular de las jóvenes por esa casa cargada de recuerdos; observa ese tiempo entre paréntesis en que cada una busca su lugar pero vive de distinto modo el duelo de la ausencia, la incertidumbre del futuro y los descubrimientos del mundo adulto, sobre todo el estallido de la sexualidad.
La casa se mimetiza del ánimo de sus habitantes: melancolía, abulia, desconfianza se replican en cuartos con llaves y escondites.
La película rebosa sensibilidad, gusto por los detalles y buenas actuaciones, pero también es lenta, reiterativa y recargada de elipsis. Es un cine perturbador y melancólico, al limite de la incomodidad, con algunas similitudes narrativas que lo aproximan a la estética de Lucrecia Martel y también a Bergman en la exploración del mundo femenino que se potencia en ambientes cerrados. Sin embargo en las escenas al aire libre (el bello jardin de la casona así lo permite) la atmósfera se acerca a la poética más descomprimida de Eric Rohmer, particularmente en la escena de la escalera, cuando se insinúa la historia de amor entre Martina (la hermana mayor) y el joven vecino que acapara la atención de todas.
Aunque el elenco está muy bien aprovechado y con variados e interesantes matices, por momentos el personaje principal es la casa que guarda todos los secretos. En su interior (simbólicamente un útero del que habrá que salir para crecer) las hermanas se pelean, se reconcilian y arman estrategias.
No hay ninguna escena afuera de la casa pero sí se juega con el fuera de campo, para que el espectador infiera lo que sucede en el afuera. Una vez que la cámara entra, ya no vuelve a salir más allá de la reja que limita al jardín con la calle pero accede a lo que se oculta y no todos quieren ver.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La casona de Milagros
17 de noviembre de 2013
Opera prima de la directora Milagros Mumenthaler (premiada en Mar de Plata y Locarno) que nos traslada al interior de un caserón, protagonista absoluto de la cinta, y a la convivencia que entre sus paredes llevan tres hermanas que viven solas tras la muerte de su abuela.
Cine melancólico, denso, cotidiano, de silencios que dicen mucho en un ambiente hermético, pues la acción entera discurre durante sus 99 minutos en el interior de esa vieja casona, fotografiada con escrupuloso mimo y que presencia el devenir de las tres jóvenes, de personalidades totalmente opuestas configurando un interesante retrato del mundo femenino por un lado y de la soledad y la madurez forzada por otro.
Interpretaciones más que correctas en una historia que a pesar de no ofrecer gran cosa narrativamente hablando, esconde una atmósfera peculiar, delicada, profunda y con algún plano verdaderamente exquisito. De esas películas que invitan a escarbar en sus distintas capas, de las que intencionadamente prefieren esconder a evidenciar.
Cine melancólico, denso, cotidiano, de silencios que dicen mucho en un ambiente hermético, pues la acción entera discurre durante sus 99 minutos en el interior de esa vieja casona, fotografiada con escrupuloso mimo y que presencia el devenir de las tres jóvenes, de personalidades totalmente opuestas configurando un interesante retrato del mundo femenino por un lado y de la soledad y la madurez forzada por otro.
Interpretaciones más que correctas en una historia que a pesar de no ofrecer gran cosa narrativamente hablando, esconde una atmósfera peculiar, delicada, profunda y con algún plano verdaderamente exquisito. De esas películas que invitan a escarbar en sus distintas capas, de las que intencionadamente prefieren esconder a evidenciar.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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