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Aguas tranquilas (2014)

Aguas tranquilas
110 min.
6,6
1.425
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Tráiler HD (JAPONÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Los habitantes de la isla de Amami, viven en armonía con la naturaleza, están convencidos de que en cada árbol, cada piedra y cada planta vive un dios. Una tarde de verano, Kaito descubre el cuerpo de un hombre flotando en el mar. Su amiga Kyoko le ayudará a descifrar el misterio. Crecerán juntos, aprendiendo a ser adultos, descubriendo los ciclos de la vida, la muerte y el amor. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Adolescencia Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Futatsume no mado (Still the Water)
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2014: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
5
Deslavazada y descuida película con aciertos parciales y yerros tozudos
Película fallida y decepcionante, se mire como se mire. Contiene una premisa interesante y que podría tener un público cómplice y agradecido. Propone una evocación mágica y ensoñada de una isla mítica que fluctúa entre la fantasía intemporal y la concreción del ritual iniciático del tránsito de la adolescencia de dos jóvenes nipones, envueltos en un oscuro y enigmático crimen que trata de aportar dosis de intriga donde no hay más que evocación fantasiosa y asociación de ideas y sensaciones biográficas o telúricas. La amalgama no funciona porque no acaba de haber una dirección clara, ni una propuesta definida, ni un objetivo reconocible. Es como si asistiéramos al diario íntimo de su directora, incapaz de definirse o decantarse y sus dudas se trasladan al espectador, que asiste indefenso y hastiado a la dispersión obtusa de la propuesta.

Y lo más trise es que la cinta contiene una escena excepcional, excelente, inolvidable y casi sublime: la dolorosa agonía y muerte de la madre del protagonista. Es un prodigio de sensibilidad, puesta en escena, delicadeza, calidez y amor. Emocionante y arrebatadora desde que da inicio hasta que concluye. Pero resulta un pegote ajeno al resto del agotador metraje, sórdida sucesión de imágenes sucias, complicadas, donde se hurta información, se cercena las expectativas y se manipula la acción con el único objetivo de crear un interés del cual carece, aparentando profundidad donde sólo hay vacuidad estéril. Tanta elaborada nadería acaba irritando y hace olvidar (y lamentar) la prodigiosa escena de la madre moribunda, indigna de formar parte de este engendro.

No veo forma alguna de salvar el resultado final. Ni de recomendar su visionado, ni de sugerir bondades en las que no creo, ni de pretender que me he quedado embrujado por una propuesta diferente y contracorriente. Pues no. Sencillamente me parece que la tenue trama de los adolescentes enamorados es un mero pretexto narrativo para hilvanar una sucesión de imágenes y evocaciones inconexas, arbitrarias y presuntuosas, apenas disimulando la falta de hilo narrativo coherente, apenas ocultando las costuras de un traje fallido que no da la talla, incapaz de zambullirse en el catálogo sensual de imágenes evocativas e incapaz de prescindir de una supuesta narración que no por fallida e indigesta se hace perdonar.

Una solemne y atildada decepción. Quizás haya una auténtica autora tras la cámara y el guion, pero a mí me ha aburrido hasta la desesperación. Prescindible.
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18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
En la cresta de la ola
La vida sale al encuentro de Kaito y Kyoko, y estos dos adolescentes sienten pero no entienden lo que sucede a su alrededor. Tienen toda la energía del mundo para amar, pero también toda la incertidumbre de no tener el calor humano o de equivocarse. Él ha sufrido el divorcio de sus padres, y sus silencios son reflejo de un dolor interior y de un miedo a lo desconocido. Ella tiene a su madre en estado terminal y no comprende la muerte porque está llena de amor a la vida. Por otro lado, Kaito y Kyoko se quieren pero la confusión emocional les atenaza, sobre todo al primero. Su juventud contempla la hermosura y fuerza del mar pero también sus peligros y amenazas. Educados en ambientes familiares distintos, Kaito se retrae de salir a nadar o practicar surf mientras que Kyoko lo hace con la libertad que le da el cariño que ve en sus padres.

Naomi Kawase nos retrata ese despertar a la vida con una película tan atractiva y sensual como reflexiva y profunda. "Aguas tranquilas" respira el frescor de la naturaleza y también el de la adolescencia. Parte la directora de realidades muy sensoriales, y el espectador siente el viento o la energía del mar, huele la vegetación de una creación vigorosa o contempla deslumbrada la puesta del sol y la llegada de la oscuridad. Abundantes imágenes cargadas de valor metafórico para hablarnos de la vida, con el amor y la muerte en un ciclo sin término... porque la Madre se lleva a cada cual a su tiempo, para seguir viviendo en el más allá. Los jóvenes protagonistas se encuentran con nuevas realidades y el desconcierto se adueña de su voluntad para impulsarlos a cantar o amar en un caso, o a rebelarse y enfurecerse en el otro.

Extraordinarias interpretaciones de todo el reparto y perfecta sintonía entre ellos. A los silencios y actitud malhumorada de Nijiro Murakami responde Jun Yoshinaga con la dulzura de su rostro o de su voz. La escena de Kyoko con sus padres en la terraza de la casa es ciertamente entrañable y placentera, mientras que la secuencia coral de la agonía resulta antológica, de lo mejor que el cine ha recogido a la hora de tratar la muerte. Si el aspecto visual y la puesta en escena destaca por su elegancia y trascendencia -no queda reducido a un esteticismo vacuo-, la fotografía se nos presenta como fascinante y sugestiva, los diálogos respetan los tiempos del drama y de la intimidad en un equilibrio admirable, y la estructura circular del guión da sentido a ese periodo de aprendizaje donde la energía para vivir se toma del amor o de la ola del mar.

En "Aguas tranquilas" hay sensibilidad a raudales y hondura de pensamiento, que nos son presentadas con ritmo pausado y muchas referencias al ciclo de la naturaleza, que en ocasiones pueden parecer crípticas pero que hablan de una verdad universal. En esa isla japonesa todo sucede en el interior de los personajes, y lo exterior apenas se apunta para dinamizar su proceso de maduración. Por eso, el espectador debe disponerse a contemplar ese paisaje y a relacionarlo con lo que sucede en el corazón de Kaito y Kyoko, a ver la película sin prisas pues estamos ante un espectáculo para los sentidos. Entonces, disfrutará de la experiencia de haber estado en la cresta de la ola, que es lo mismo que estar en la esencia de la vida. Hay, en definitiva, mucha poesía, espiritualidad y sensibilidad en esta propuesta venida del Extremo Oriente.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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