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Noches blancas (1957)

Noches blancas
97 min.
7,5
2.727
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Película completa (ESPAÑOL)
Sinopsis
En una ciudad provinciana, Mario, un mediocre oficinista que vive en una modesta pensión, conoce una noche a la joven Natalia, en cuyo rostro se refleja un profunda tristeza. Le da conversación para animarla y ella le explica cómo cambió su anodina vida cuando conoció a un apuesto forastero del que se enamoró y cómo cada noche su regreso. Durante cuatro noches mágicas, Mario, enamorado de Natalia, alberga la esperanza de sustituir en su corazón al misterioso forastero. Adaptación cinematográfica de la novela homónima de Dostoievski. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Le notti bianche
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia;
Grupos
Adaptaciones de Fiódor Dostoievski
Links
Premios
1957: Festival de Venecia: León de Plata
8
Noches de nieve
Realizado por Luchino Visconti, el film se basa en la novela del mismo título (1848) de Fedor Dostoyevski. Se rueda en plató al aire libre montado en Cinecittà (Roma). Gana el León de plata de Venecia, 3 Nardo d'Argento (actor, escenografía y música). Producido por Franco Cristaldi, se estrena el 6-IX-1957 en el Festival de Venecia.

La acción tiene lugar a lo largo de 4 noches de comienzos de invierno en una localidad portuaria de Italia, similar a Livorno (Toscana), en 1956/57. Mario (Marcello Mastroianni) es un modesto oficinista, soltero, que se topa en la calle con Natalia (Maria Schell). Mantienen una larga conversación, que repiten las tres noches siguientes. Él lleva poco tiempo en la ciudad y es de carácter solitario y melancólico. Natalia es joven, huérfana, soñadora, inmadura, ingenua y frágil.

La película desarrolla un drama con acotaciones de misterio y fantasía, que se enmarca en una atmósfera irreal y onírica. El escenario está hecho de calles húmedas, desoladas, sombrías, con rincones lúgubres y extrañas construcciones ruinosas. Las noches son largas y frías. Pueblan el lugar prostitutas, chulos, noctámbulos y personajes que se ocultan en la noche. La historia mezcla realidad, sueño y fantasía. Visconti manifestó que deseaba que el relato fuera a la vez real e irreal, objetivo e ilusorio. El inquilino (Jean Marais) en ocasiones parece un vampiro: viste de negro, aparece de noche y domina a la chica. Ella suma obsesiones, ternura y desequilibrios emocionales. La secuencia del baile es salvaje, erótica y ostenta un cierto aire visual dantesco. La obra se sitúa entre el neorrealismo de las primeras obras del realizador y la depurada estilización de sus últimos films.

El film constituye un notable experimento de cine poético en el sentido propio y más recio del término. A las imágenes líricas, los diálogos añaden el tono superior que se desprende de los valores de inocencia, honestidad, altruismo, hermandad, solidaridad, etc. Por lo demás, realiza un estudio serio, sosegado y profundo, de la soledad humana, que ahoga a los dos protagonistas, pese a su conversación y mutua interacción. La inquietud que se asocia a la soledad queda subrayada con los breves paseos de ambos, los intentos de escapar uno del otro, las búsquedas mutuas, los extravíos y sus reencuentros.

La música, de Nino Rota ("El padrino", 1973), sugiere sentimientos románticos, melancólicos y de intriga. Añade el rock "Thirteen Woman", de Bill Haley, que acompaña el baile, y una referencia operística ("El barbero de Sevilla", Rossini). La fotografía, en B/N, de Giuseppe Rotunno ("El gatopardo", 1963), crea imágenes de fuerte contraste, con predominio de tonos oscuros y luces irreales. Dedica un guiño de simpatía a Silvana Mangano, protagonista de "Mambo" (R. Rossen, 1955). Es excelente la interpretación de Mastoianni y notable la de Maria Schell.
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90 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
TEATRO BIEN FILMADO
1) Un par de datos del contexto de esta película influyeron esencialmente en su carácter:

-Mastroianni participaba en la cooperativa creada para la producción. La cinta debía impulsar la carrera del actor, hasta entonces reducida a intervenciones secundarias en tono cómico.
-La crítica imperante apoyaba el enfoque neorrealista y condicionaba el clima intelectual en que se concebían las películas. Ésta, que se aparta de la denuncia social y se orienta al melodrama, fue recibida con dureza e incomprensión. Se llegó a sentenciar que Visconti “había dejado de ser un cineasta serio”.

2) Subordinar “Las noches blancas” al lucimiento del actor la afecta negativamente: aunque el argumento esté italianizado, el personaje sigue siendo un soñador, dado a vivir en mundos aparte, febril e introvertido, tan dostoievskiano, y así se autorretrata en los diálogos. Pero Mastroianni es actor expresivo donde los haya. Su rostro está en continuo movimiento hiperactivo. No puede evitar sacar a relucir su repertorio de caras y visajes, además de la locuacidad y desenvoltura de galán latino, que lo último que parece es tímido.
María Schell, bella y fotografiada con iluminación muy clara en los planos cortos, es actriz limitada. Otorga a la desesperada Natalia una ingenuidad excesiva, reiterando sobrantes sonrisas cándidas.

3) Visconti dirigía más montajes teatrales que películas, y ese talento de experto escenógrafo era su fuerte. Lo mejor de “Las noches blancas” se debe al equipo formado por Giuseppe Rotunno, Mario Chiari y Nino Rota (responsables de fotografía, escenarios y música), regido con exquisito sentido artesano por quien decía del cine, el teatro y la ópera “que se trata siempre del mismo trabajo, a pesar de la enorme diversidad de los medios empleados”.
La película fue rodada toda en Cinecittà, en extraordinarios decorados que reproducen el barrio portuario de Livorno, con canales sombríos, callejones míseros, pasarelas frágiles y tabernas patibularias pobladas de putas tristes y reyertas.
La concesión al neorrealismo fue inútil pero el provecho visual y la atmósfera melodramática son en cambio excelentes, sin duda el principal valor del film.

4) La novela de Dostoievski, que exalta el amor ideal a través de un personaje emparentado con Mishkin, el noble Príncipe Idiota, místico e iluso, tuvo dos adaptaciones a la pantalla: ésta de Visconti y “Cuatro noches de un soñador”, de Bresson.
Ambas permiten confrontar dos concepciones opuestas del séptimo arte: por una parte, el ‘cinematógrafo’ bressoniano, ceñido a los recursos autónomos (imagen y sonido conjugados para generar una idea en la mente del espectador), y por otra lo que el francés llamaba “teatro filmado”, del que Visconti es representante muy digno, sobre todo en esta ocasión.

(7,5)
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55 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
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