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Las trampas del deseo (Serie de TV) (2013)

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Sinopsis
120 episodios. (2013-2014). Las trampas del deseo se cuenta a través de 3 mujeres, cada una buscando satisfacer sus más profundos deseos; Aura ha caído en una crisis existencial tras el suicidio de su madre, lo único que podrá salvarla es el amor. Marina buscará hacer justicia tras la pérdida de su hermana a manos de una red de trata de blancas. Por último, Roberta será capaz de todo para alcanzar las más altas esferas del poder. (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Thriller Drama Prostitución Política Policíaco Telenovela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ México México
Título original:
Las trampas del deseo
Duración
45 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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9
La trata de blancas no se trata
Cuando te arrastran tus deseos se puede ser un soñador, loco, empedernido, codicioso, atroz, ciego, oportunista, celador, pusilánime, indigno y un centenar de adjetivos más que resultan interminables para definir la conducta humana, esa que a toda costa trata de estacionarse en el confort para ajustarla como estilo de vida.

Hoy como temática "el deseo" —ese que debe saciarse sin importar su precio—, da suficiente argumento para centrarlo en un abanico de personalidades las cuales pudieran representar a la sociedad mexicana actual, extraviada por su doble moral e incapacitada en romper con problemas de fondo.

"Las trampas del deseo" fijan la lente en las perspectivas de tres mujeres, con objetivos claros: el deseo de venganza, justicia y poder. Una fotógrafa sumida coartada por la depresión, la policía infiltrada en la prostitución y las redes de trata de personas y una política que se asume como muy cabrona, de trayectoria censurable, quien limpia sus crímenes bajo el amparo que el poder confiere. Tres figuras instauradas en espacios perfectamente definidos, un edificio que alberga a dos de ellas, la casona que sirve de negocio sexual y la residencia de la tercera, en el cual interactúan a través de la mentira, chantaje y por supuesto los deseos, todo sin importar los lazos familiares, vecinales o bien laborales.

La trata de blancas no se trata en ningún lado (vaya ni en la tertulia con los cuates), todo queda en una verborrea hipocrita que nos envuelve como sociedad, donde la problemática no solo es aprovechada para satisfacer el instinto, sino basarse en él y trasladarlo al ámbito político, donde una vez más el sexo se vuelve la manera de negociación e intercambio para fines lucrativos y de poder. De manera sorpresiva y a unos días del desenlace, la periodista Carmen Aristegui y su equipo de trabajo evidencían el nombre de un sujeto –perteneciente al partido oficial–, inmerso en una red de trata de blancas al que un torbellino de comentarios y señalamientos sólo le desajustan su lugar en el puesto que ocupaba, sin que haya al momento mas que deslindes de su propia bancada ninguna acción penal en su contra. Increíblemente la ficción es superada por la realidad, las esferas del poder no se acongojan y sobre todo más atole con el dedo a la masa que es incrédula y a la vez apática.

La puntual crítica de la historia recorre no sólo las pretensiones de sus tres protagonistas, sino también de quienes las rodean, personajes presentes para fortalecer el concepto central de la trama, como los deseos internos, aspiracionales, sexuales, de reconocimiento y todo aquel móvil para situarnos para bien o mal dentro del círculo social. Es así como hacen acto de presencia los falsos héroes de causas ajenas sin compromisos reales (Darío y Lorena); la banalidad preponderante y forjada por las portadas de revistas y la asistencia al club (Lucía); el autoengaño (Patricia); el orgullo herido de macho (Mario); la presión marital (Daniel); el mimetismo (Renee); los débiles de carácter (Álvaro y Gerardo); la conveniencia e insatisfacción (Rubí); la desmedida aserción del poder (Fausto y Silvio); el compromiso con la labor en vía de concebir una sociedad en evolución (Mara y Everardo).

Personajes in crescendo todo bajo una dirección escénica correcta, sin omitir una mención especial a Lourdes Reyes encarnando a Roberta Jauregui. Un trabajo intachable, que da los mejores alcances de una actriz contenida por sus previos proyectos pero que con el presente demuestra su garra frente a la cámara. Oportuna la aparición de Amara Villafuerte (Renee) en el elenco, una de las mejores intervenciones de la interprete...

Cuando el deseo es desmedido, nos puede quemar... la parte visual de los maniquíes no demeritan la línea creativa de cada uno de los intros correspondientes al trabajo emprendido por Moisés Ortíz Urquidi (Las Aparicio 2010, Infames 2012) otro aspecto que envuelve la originalidad que nos aguarda.

Argos comunicación un paso adelante de los penosos sucesos que originan la mala nota de la política interna.
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