Entre los dos (2015)

En una cartelera cada vez más inundada de “blockbusters” y de memeces digitales, es de agradecer que se asomen películas de nacionalidades no muy comunes, como la irlandesa que es el caso presente. Parece que la exhibición olvida países europeos, por no hablar de otros casos, como por ejemplo el continente asiático, y nos aturde con subproductos de escaso interés.

“Entre los dos” (traducción absurda y cuyo título en inglés nos parece más original: “También eres feo”) es una muy modesta producción que lleva dos años exhibiéndose en festivales y estrenándose en varios países, llegándonos con cierto retraso. Aunque esta “ópera prima” tiene algunas cosas que no terminan por funcionar, las que menos, todo sea dicho, también posee una serie de factores logrados que la hacen interesante. Puede que no sea un film importante en algunos aspectos, pero cumple con creces con su cometido y en la que vislumbramos a Mark Noonan como un futurible autor al que nos gustaría que hiciera más cosas y así poderle seguir la pista.

Como muchas veces ocurre en una primera obra, se puede comprobar que hay un eficaz director que sabe manejar los espacios. En cuanto al guión, aunque no termina ni por aprovechar lo que plantea, así como por redondear sus personajes secundarios, sí se esfuerza en hacer creíble la historia central que llevan con mucha soltura Aiden Gillen, como Will, y la joven Lauren Kinsella, en el papel de Stacey. También se nos antoja descubrir ciertos ingredientes en su confección, desde un cine social serio, que el cine británico ha tocado acertadamente en muchas ocasiones, a ciertos toques de comedia de Neil Simon, concretamente a una de sus comedias más desconocidas e infravaloradas (que tampoco cuenta con un buen doblaje al español): “Sólo cuando me río”, de Glenn Jordan: en ambos casos su título se basa en un chiste que se explica en el film, también hay otros chistes inacabados en algunas escenas y que se retoma cuando el espectador menos lo espera… esa relación de un personaje adulto, que no es ningún ejemplo “a seguir”, con una menor posiblemente más madura, el no dramatizar en exceso ciertas circunstancias, etc. En fin, puede sonar a nada nuevo, pero está bien hecho.

Su fotografía utiliza en exceso forzados tonos ocres y amarillentos que ayuden a dar un aire “preciosamente apesadumbrado”, como si se tratara de un intento “lubezkiano” de rendir homenaje, concretamente al espléndido trabajo de Emmanuel Lubezki en “To the Wonder”, lo mejor que tenía esta fallida, al menos para mí, obra de Malick. Más acertada es su banda sonora, que contribuye a conformar un clima intimista de acorde a lo que se pretendía, escapando del tópico irlandés mostrando gratuitamente bellos paisajes.

También nos llama la atención, exceptuando una escena donde aparece un ordenador, que parece que podía haberse rodado hace varias décadas: se utilizan cabinas para hacer llamadas, no hay móviles ni tampoco se muestran avances tecnológicos, quizás en un intento de primar lo humano ante lo “corriente” o lo cotidianamente moderno. Y esa es sin duda es una de sus mayores virtudes.

El título escogido está relacionado con la película (quienes la han visto entenderán) y con que esta es la segunda vez que escribo. Entonces me impongo esa condición para dedicarle unas líneas: que nadie se las ha dedicado. Motivos habrá muchos: indiferencia, impopularidad, que sea relativamente nueva, etc. La segunda condición para escribir en FILMAFFINITY es que al menos me parezca interesante (nota 6 como mínimo), y lo es.
¿Cómo llegué a ella? Porque reconocí al "alcalde Carcetti" de The Wire como protagonista, serie que recién he terminado de ver y que me ha dejado una impresión inmensa, incluidos sus actores.
La trama es simple y manida: dos personas que se juntan por las circunstancias. Hombre y niña. Tío y sobrina. Un reo y una huérfana. Entonces le dan la libertad solo porque la situación lo exige, también porque le faltan pocos meses para cumplir su condena, aunque deberá demostrar que está apto para cuidarla. Como ocurre en este tipo de películas, primero deben hacer que el choque entre sus mundos sea lo menos traumático posible, y una vez que logren eso comenzarán a conocerse y aceptarse. Un sutil pero preciso humor le da empuje a esta parte de la historia. En el ínterin se agregan tres personajes más sin mucho sustento, un matrimonio joven y su hijo, excusa para que el tío y la guapa vecina se hagan ojitos. Pero, como pasa siempre en este tipo de películas, cuando se supone que las cosas están encaminadas, ambos son puestos a prueba. Llega la nota dramática, un hecho del pasado que es el desencadénate de que hayan terminado juntos.
El final es apresurado, que no decepciona por su resolución, más bien porque nos deja la sensación de que, efectivamente, todos somos feos, más la vida. Creo que es por esa sensación agridulce que la recomiendo.