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7 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
LA PELÍCULA MÁS DULCE
Jiri Menzel es uno de los grandes del cine europeo.
Aquí hace un fino análisis de la vida de un discapacitado y de sus relaciones comunitarias, rebosante del humanismo y ternura, características de Jiri Menzel.
Personajes perfectamente creados que se quedarán en mi mente para siempre, junto con unas interpretaciones extraordinarias.
Diálogos de gran calidad.
Tiene momentos dignos de figurar junto a otros de Chaplin, o de cualquier otro genio.
Imprescindible.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Genial crítica social de la época comunista además de mostrar unos valores humanos en la sencillez de la gente de un "dulce pueblecito".
Mi dulce pueblecito es una película tan dulce como el mismo pueblo.
Menzel es uno de esos directores que desconocía por completo y del que he visto dos películas realmente inolvidables, demuestra ser un gran director con esa delicadeza de hacer unas críticas sociales tremendas además de mostrarnos grandes valores sociales y humanos.
Estamos en mitad del comunismo, trabajo organizado, cartas de racionamiento, bloques comunistas…bueno, una sociedad que está en proceso de cambio “aparente”, con ello me refiero a que el comunismo no ha desaparecido totalmente pues este se encuentra dentro de las mentes de aquellas personas que lo mamaron desde pequeños, está en la sangre de estos aunque haya desaparecido del papel.
Para aquellos que vivimos en un país excomunista podemos ver el mensaje de esta película, pues compara la vida en el pueblo y la vida en la ciudad donde todo allí se hacía a escondidas y con trampas.
En Polonia, por ejemplo, se dice que la mejor vida durante el comunismo era en el pueblo pues se tenía de todo, leche, verduras, carne que en las ciudades estaba todo muy racionado y sin posibilidad a cultivarlo, la gente en las ciudades vivía en pequeños pisos inhumanos, que hasta hora viven, y vivo, y funcionaban como hormigas trabajando, anulando su capacidad de pensar y manifestarse, para todos era lo mismo, así se refleja en la película en el momento en el que el pobre del pueblo es mandado a Praga para trabajar y vivir, ahí queda reflejado el auténtico espíritu comunista.
El pueblo era lo mejor de lo mejor, si no se tenía nada, entre los vecinos se ayudaban los unos con los otras y sin dinero, en esos tiempos existía el dinero pero este no tenía ningún valor porque no había nada que comprar, se habría una botella de vodka y todos tan felices, el compañerismo era auténtico y así queda también reflejado en la película, la verdadera vida en los pueblos pero no los de ahora sino la vida de los pueblos en la época comunista, restos que todavía se viven hoy en día en los pequeños pueblos de la Polonia, por ejemplo donde se hace una hoguera, se sacan unas salchichas con unos pepinos fermentados y he de decir que son las mejores fiestas vividas tal como aparece también en la película.
Mi dulce pueblecito es una película de realismo social puro además de mostrar valores humanos puros, así es Menzel, un genio por descubrir, en muchos lugares.
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
No brilla el oro, brilla el alma.
Comedia costumbrista de una dulzura extraordinaria fruto de un cine con mayúsculas, sin desvaríos técnicos, invadido de seres que desearías fuesen reales para poder compartir con ellos. La dirección es magistral y su conjunto hace recordar a Chaplin y a Tatí pero con una personalidad pura, propia y autóctona. De perenne sonrisa y espaciadas pero íntimas y confortables carcajadas, sentirás una creciente tristeza en el alma a medida que tus ojos regresen al mundo real. Está a un paso de la genialidad y lo sobresaliente es que recorre el camino encaramada en la simpleza de una seductora naturalidad, rebosante de humanidad, que a fin de cuentas, es el imán perfecto para atraer lo mejor de nosotros mismos.

Este es el concepto de cine en el que más creo (e igual podría decir música o literatura) alejado del artificio gratuito, de la necesidad perentoria de venderse y de la enorme capacidad alienante con la que bombardea a destajo sin descanso, cada instante con mayor intensidad.

He aquí otro de esos grandes y valiosos desconocidos.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La vida sigue igual
El adjetivo del pueblo es el que se puede aplicar a esta preciosa comedia costumbrista, que analiza con dosis de bondad, lirismo, sencillez e incisiva crítica social una Checoslovaquia en la que las garras del comunismo no ha llegado a calar en la mentalidad del ambiente rural. Paralelamente a la Unión Soviética, en la que millones de campesinos y gente de lejos de las ciudades continuaron practicando los hábitos y creencias que tenían inculcados desde hacía siglos y que ni la revolución de Lenin pudo cambiar, muchos habitantes provincianos checoslovacos no se dejaron engañar por fiebres ideológicas que, por mucho que proclamaran la igualdad social, nadie era tan tonto como para no saber que en la práctica mataban bastantes valores básicos.
De modo que aquellas familias de campo, modestos trabajadores, amas de casa y estudiantes que volvían tras sus labores a una casa ruidosa y acogedora, seguían enarbolando sus cosas de siempre, su apego al hogar, sus sentimientos de amor familiar y fraternal, ayudando a sus vecinos necesitados, ignorando la impersonalidad de un régimen que pretendía controlar la mente y el corazón.
Unas zarpas advenedizas tienen la intención de despojar a Otik, el tonto del pueblo, de sus raíces, de su casa y de su pequeño universo. Aprovechándose de su discapacidad, algunos leones ocultos quieren robarle su casa y echarlo a Praga, a la gran ciudad, donde a todas luces el sencillo joven no podría sobrevivir.
Un tejido bordado con variados personajes, el buen camionero gruñón, el lúcido médico poeta y desastre al volante, el marido celoso, la esposa bonita e infiel, el amante, el chico enamorado de la maestra del pueblo, el artista ambulante, la abuela hacendosa y observadora, los vecinos de la cooperativa… Muchos momentos cargados de humor y de ironía girando en torno a la codiciada casa de Otik, dejando al descubierto los buenos o malos sentimientos, y por encima de todo la buena voluntad de quienes realmente importan, los que defienden la felicidad y la protección de su buen compañero.
Para Pávek y su comunidad, la vida sigue igual, venga quien venga de la ciudad a intentar embaucarlos con cuentos chinos.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Bienvenidos a Krekovice!
48/17(19/02/11) Deliciosa comedia costumbrista rural checa realizada por Jiri Menzel (‘Trenes rigurosamente vigilados’). En ella se hace un retrato de un pueblo checo, Krekovice, esta comunidad rural está asociada como una cooperativa, se encargan entre todos de sacar adelante los campos sembrados, para ello cada uno tiene un cometido, y entre todos son responsables de los problemas que haya en la villa, hay en ella un muchacho con retraso, Otík (buen János Bán) mental que vive solo y trabaja de ayudante de Pávek (Gran Marián Labuda), el camionero, pero este harto de sus torpezas desea prescindir de él y cuando acabe la temporada enviarlo a Praga a currar, en estas surgen intereses en algún vecino por apoderarse de la casa de Otik. Con este argumento discurre este delicioso film coral que es una oda a la utópica idea del comunismo, donde todos se ayudan y no hay dificultad que no se pueda superar con la camaradería, no exento de un tono crítico a la vida en la inhumana ciudad reflejado en el tramo en que Otik va a Praga. En esta obra se idealiza la vida en un pueblo, surcado por personajes entrañables que emanan ternura, esto Menzel lo borda, con situaciones y escenas divertidas no exentas de un tono dramático que lo hace todo tan cercano, nos sumergen en las rutinarias vivencias de estos lugareños. La cinta es también un maravilloso canto a la amistad personificado en la pareja protagonista, dos antagónicas personalidades con multitud de roces pero destinados a estar juntos, ellos nos regalan los gags más humorísticos, asimismo les ayuda el doctor y sus problemas con los coches. La historia rebosa humanidad por todas partes, los personajes están muy bien dibujados gracias al buen quehacer del director, hace que no nos sintamos manipulados hacia la sensiblería fácil, me recuerda bastante a Berlanga por lo bien que sabe trasladarnos el sabor agridulce de una comedia que esconde mucho más si se escarba. Recomendable a los que gusten de cine que irradia buen rollo y te deja un poso agradable. Fuerza y honor!!!
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Rescatando a Otík
Jiří Menzel continua en este largometraje con su marcado estilo: comicidad, historias ambientadas en pueblos pequeños con mucha interrelación entre sus personajes y una colectividad de protagonistas.

Este filme se desarrolla alrededor de la figura de Otík Rabosnik (János Bán), un joven con algún problema cognitivo que vive solo luego del fallecimiento de sus padres, él sirve de ayudante al señor Pávek (Marián Labuda), que no lo tiene en muchas estima debido a sus constantes accidentes y errores, por tanto, se dirige a la junta comunitaria para intentar que laboralmente lo asignen a otra persona.

Por su parte, paralelo a esto, Otík comienza a verse atraído por Praga, la enorme ciudad con muchísimos cines, su pasatiempos favorito, por tanto y tras su eventual separación con Pávek, a quién admira, opta por vender su casa y trasladarse a la ciudad cuando llegue ese momento, en ese punto los pobladores intentarán revertir la situación y darse cuenta de que hay realmente detrás de su ida de la comunidad.

El filme está basado en un guion de Zdenek Sverák, personaje checo de gran relevancia en el cine tanto de guionista como actor, incluso tiene un papel en el filme, así mismo tiene una obra bastante consolidada como escritor de literatura y compositor.

Sin duda en esta película de mediados de los ochenta Menzel alcanza un nivel bastante bueno, cercano a sus obras más notables, la historia se desenvuelve de buena forma, los gags son efectivos y lo más importante que no siempre logra -al menos en sus dos trabajos antes de este- es la parte emotiva, ese abordaje de unidad de los integrantes de la comunidad para con Otík es muy especial.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Magia en la sencillez
Esta película ha conseguido lo que Polanski decía que tenía que conseguir toda buena película: hacerme olvidar que estoy en un teatro y meterme dentro de la pantalla. La naturalidad de los actores y el gusto por las historias pequeñas nada tiene que envidiar al mejor Rohmer, y el ambiente socialista-soviético también me ha recordado al Fassbinder de mama Küster. Una película completamente trascendente en su intrascendencia, y un placer para el alma.
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