Furia primitiva (1988)

Sam Nash (Patrick Lowe) es estudiante y periodista en un periódico universitario. Tanto él como su amigo Frank Duffy (Mitch Watson) están al corriente de los crueles experimentos que realiza con primates un científico del campus, el doctor Ethridge (Bo Svenson), con el fin de regenerar las células cerebrales, en vista a posibles avances médicos en su campo por lo que se ha ganado el apodo de “torturador de monos”.
Después de recriminar a Sam su falta de ambición en sacar a la luz los sucios experimentos del doctor, Frank consigue entrar en el laboratorio de noche y fotografiar todo lo que sea necesario para una noticia bomba. Pero es atacado por el mono quien le clava una letal mordedura que lentamente convertirá a Frank en un ser despiadado y violento (lo equivalente a un contagiado de "28 días después" de Danny Boyle). El problema se acrecentará con la expansión del contagio en los estudiantes más gamberros, en vísperas de una noche de Halloween que se prevé movidita.

Terror fantacientífico ochentero co-producido entre Estados Unidos e Italia (Rambaldi en la dirección y Umberto Lenzi en el guión), muy tópico y de su momento, en que unas pocas muestras de gore se adueñan de una función previsible y agotadora. Tal vez merezca verse por curiosidad por haberse delegado en cartuchera serie Z, éste título que se dio a conocer en Italia como “Furia Primitiva”.

Desconocida, aunque prototípica película de los 80, de las series B que llegaban a los videoclubs y de sus géneros favoritos: la acción y el terrorcillo. Aunque de producción italiana, está rodada en Florida con un equipo técnico y artístico estadounidense de lo más desconocido, algo también habitual en aquellos años.

Película eficiente en sus objetivos, ofreciéndonos, dentro del mayor de los tópicos, un buen número de asesinatos crueles e intentos de agresiones sexuales, junto a personajes descerebrados, el protagonista macho-alfa, la chica indefensa y el científico malvado. Los monstruos se acercan más a los zombies violentos y acelerados tipo "Soy leyenda" que a los vistos hasta el momento, con un maquillaje sanguiñolento y con pústulas.

Aunque el guión está más visto que el tebeo, hay que destacar la parte final del filme, que transcurre en una fiesta nocturna de disfraces la noche de Halloween. Muy bien rodado, aprovecha la confusión que generan los disfraces, junto a unos villanos vestidos de esqueletos de lo más resultones. Las muertes que veremos son de lo más creativas. Hay que destacar el trabajo de Carlo Rambaldi, el creador de ET y los gusanos de Dune, para presentar unos efectos convincentes y muy discretos, destacando el mono animatrónico en la carretera.

No es un clásico, pero seguro que era de las demandadas en los videoclubs, con una carátula de lo más inquietante.