1100 (2019)

La película 1100 (2019), ópera prima del director Diego Castro, transcurre durante un par de días en Rosario, donde a través de un taxista se exhiben distintos personajes y situaciones que atraviesan a la ciudad.

Por Nicolás Bianchi

1100 es una película de drama, con algunos elementos de suspenso y una concepción que recuerda a otros films argentinos como pueden ser Las Acacias (2011) de Pablo Giorgelli o Liverpool (2008) de Lisandro Alonso. Se trata de un cine donde la contemplación y el detalle tienen un lugar central. Se observan situaciones dramáticas y se crean atmósferas, mientras otros elementos como el diálogo quedan en un segundo plano.

Leo (Santiago Ilundain) es un taxista que trabaja en el turno vespertino que abarca parte de la noche. Al llegar a destino nota que uno de sus pasajeros, un hombre pelado y corpulento, está desvanecido. Como no puede reanimarlo lo lleva a un hospital. Más tarde otro pasajero le advierte que allí quedó un paquete, un tanto inquietante, de papel envuelto con cinta adhesiva.

Leo lo guarda sin abrirlo ni verificar que lleva adentro. Al otro día despierta en su casa donde se escuchan permanentes y muy molestos ruidos de construcción. Taladros y martillazos vuelven al ambiente sumamente irritante. Además, claramente, Leo y su pareja Lorena (Cecilia Patalano) atraviesan un momento de crisis que se nota en todos los pequeños reproches que ella le hace, en el silencio indiferente que los une y en algo que se siente como una cotidianeidad insoportable.

Cuando comienza su día de trabajo nuevamente seguimos sin saber qué es lo que tiene el paquete, aunque todos los caminos conducen al mismo lugar. Si bien ese elemento permite que la trama avance, también muestra que el narcotráfico está presente en Rosario como un elemento cotidiano, a veces explícito y a veces negado. Puede ser que Leo realmente no sepa qué tiene entre manos ni quiera saberlo porque lo correcto, que es lo que hace, es devolvérselo a su dueño. Pero también es probable que no haga falta abrirlo porque es obvio, al igual que una de las pasajeras ocasionales que resopla constantemente por la nariz a la que no hace falta preguntarle qué le pasa.

Es así como con sus ruidos y sus problemas atravesados, que la ciudad se materializa, con muchas cabezas, como el tercer personaje de la película. En su casa y en la de su madre Leo escuchará constantemente un televisor o una radio que dispara noticias policiales, puntualmente sobre una joven mujer que hallaron violada y muerta en un descampado. Es un elemento más que reverberará cuando al taxi suba una muchacha que es la corporización del paquete, el siguiente paso en el misterio que no es tal cosa.

La ciudad es también peligro y sudor, no solo provocado por el calor, sino por algún pasajero muy sospechoso. Es también un pequeño desahogo cuando otro atraviesa una situación ridícula que provoca un pequeño estallido en Leo. En todas las situaciones Castro elige alejarse de cualquier componente humorístico y prefiere recargar la película con un ambiente denso, una atmósfera pesada como la humedad que se respira en la ciudad.

1100 es una propuesta muy interesante, una mirada sobre una ciudad con varias capas, que está unida por la crisis de pareja de su protagonista. También es una suerte de exhibición del aguante mental y psíquico de un personaje que parece rodeado por distintos factores que lo perturban. Se trata de una primera obra que con bajo presupuesto y pocos recursos materiales aprueba con creces, y que, por lo tanto, nos hará prestar atención al próximo paso del director.