El final, cuando Arturo está agonizante y suplica a Percival que devuelva la espada Excalibur a la Dama del lago, éste así obedece. Cuando vuelve y las tres damas se llevan a Arturo hacía las nieblas de Avalon, en esa toma (Imagen) final absolutamente maravillosa, es donde más se acentúa el ritmo de mística, de leyenda.

No hay sincronismo temporal dentro de la escena, que incluso en un montaje muy activo, tiene que tener acoplamiento con el tiempo real. Cuando el propio Percival regresa de la tarea, podríamos creer que Arturo sigue yaciente sobre la misma piedra, incluso hasta Percival así lo cree. ¿Cuánto tiempo ha pasado?. Aunque durante toda la película las elipsis son cronológicamente larguísimas, remarcando de una manera difícil de explicar un sueño, una irrealidad, el tiempo antes “de la era del hombre”, el mito… es esta escena final de “la muerte de Arturo” donde luce más ese montaje donde puede haber pasado un tiempo de minutos, días o semanas o años……! Pero en una misma escena, en una, al fin y al cabo, medida cinematográfica de tiempo, con relación a la realidad.!! Todo tiempo se confunde como en un sueño.

Con 24 fotogramas por segundo, y estos segundos cinematográficos que se convierten en planos fijos, secuencias y escenas, se construye una película; y el montaje, cortar y remendar esos trozos de tiempo, es finalmente el Cine, es lo único que aporta el Cine y por lo que se podría estudiar su identidad (¿Qué es el Cine?).

El Cine no es Imagen y sonido (o Música), tampoco es el arte de la interpretación. “A” y “B” son eso: “A” y “B”; el cine sólo es una relación entre ellos: “A+B” o “A-B”. Dependerá de cada cual, que esa relación, sea Arte en sí; de que jugar con el tiempo de narración en un tiempo real (la duración de la película) sea Arte.

La pieza de Wagner sigue sonando, danzando en el tiempo real; pero las imágenes del sueño han de saltar para llegar en el momento exacto de la pieza..... Algo que sólo es comprensible para la emoción de espectador.