Average rating
5.9
Ratings
978
Reviews
38
Lists
14
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
-
Share his/her profile
Alexandros rating:
7
2017
Andrew Sodroski (Creator), Jim Clemente (Creator) ...
7.4
12,366
TV Series. Mystery
"Manhunt: Unabomber" tells the dramatic and gripping true story of the FBI's hunt for the Unabomber, the deadliest serial bomber in history. The story focuses on FBI Agent and Criminal Profiler Jim "Fitz" Fitzgerald who pioneered the use of forensic linguistics to identify and ultimately capture the Unabomber, Ted Kaczynski.
Language of the review:
- es
December 5, 2022
0 of 1 users found this review helpful
Me fue recomendada ver esta miniserie por muchos amigos, dada mi formación como lingüista, y porque me dedico, especialmente, a analizar el discurso, es decir, el lenguaje en uso y, sobre todo, en interacción social. Me negué durante mucho tiempo, no por una razón en especial, sino porque, por lo general, el policial no es un género que me atraiga demasiado, por lo que le doy siempre prioridad a otro tipo de series o películas. Pero, finalmente, decidí verla, porque, además, el argumento es atractivo. Tras ver el último capítulo, me es imposible no escribir esta crítica, que empiezo con la siguiente aclaración: en esta serie se (DES)informa con muchísimos datos que no son del todo correctos o directamente FALSOS respecto a la lingüística forense. Sin restarle mérito a un guion aceptable, a actuaciones magistrales (especialmente la de Paul Bettany) y a una buena dirección (rasgos, todos estos, que hacen de la miniserie un producto digno disfrutar), lo cierto es que en 'Manhunt: Unabomber', como sucede en este tipo de series o películas de "no ficción", la falta de rigor científico o de preocupación por exponer una realidad sustentada por fuentes fiables deja un vacío que pudo haberse llenado fácilmente. A mi juicio, es imperdonable que una producción como esta, cuyo presupuesto desconozco pero que dudo sea bajo, haya sido incapaz de tener en cuenta la necesidad de consultar a un especialista en la materia, sobre todo si se trata de un hecho verídico y de un caso tan serio como el del Unabomber. Si quiere saber por qué lo que se dice sobre lingüística forense es un total desatino, el lector deberá estar preparado para spoilers.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
La miniserie nos recrea un hecho real y nos lo intenta vender lo más fiel posible a la realidad que, sin duda alguna, habrá sido más compleja que la que nos muestran. Hasta ahí, todo está bien, aunque, según leí, con ciertas escenas que los auténticos protagonistas de aquellos acontecimientos aclararon que nunca tuvieron lugar. El problema llega cuando nos intentan convencer de que la lingüística forense nace a causa de unos hechos que se resuelven en la década de los noventa. Aparece, de pronto, un visionario agente del FBI, capaz de darse cuenta de que el uso del lenguaje verbal de un individuo puede brindar pistas para capturar a un criminal. Esto, que le es presentado al espectador como un ingenio sin precedentes en la historia de la humanidad, es apoyado por una doctoranda en lingüística que entra en escena para convertirse en el mejor apoyo del plan ideado por el agente del FBI. Se nos muestra, a partir de la aparición de dicho personaje, una retahíla de medias verdades y de datos equivocados, manipulados o falsos. Desmentiré los que considero más graves y que pueden inducir al espectador a tener una distorsionada visión de lo que fue el nacimiento de la lingüística forense.
En primer lugar, la lingüística forense NO nació de dicha manera. El caso Unabomber, estudiado, entre muchos otros, de forma amplia en esta subdisciplina es importante, pero no es el primero. El primer caso documentado en el que se recurre a métodos propios de la lingüística forense, tal como la entendemos hoy en día, esto es, para determinar la culpabilidad de un individuo del que se sospecha que ha sido autor de un crimen, fue en 1968 a causa de un homicidio que tuvo lugar en 1949 (el famoso caso de Timothy Evans, condenado a muerte sin haber cometido el delito por el que se le acusó). Este descubrimiento se lo debemos al lingüista sueco Jan Svartvik, quien, en la década de los sesenta, usaba el término 'forensic linguistics'. Asimismo, existía, ya entonces, algún antecedente llamativo en este sentido (el hijo del aviador y el carpintero, en 1932) y luego muchos otros casos con similitudes (la atribución de autoría) al del Unabomber y anteriores a este (p. ej. el asesino del policía en 1952, el caso del estudiante suicida de 1992 o el caso Gilfoyle, también de 1992), todos recogidos por Garayzábal, Queralt y Reigosa en su interesante y valiosa contribución a la lingüística forense de 2019, publicada en Madrid por la editorial Síntesis. Por lo tanto, que este hecho fuese el "primero en la historia", tal como se nos cuenta en la miniserie, es FALSO, tan falso como los diálogos entre Kaczynski y Fitzgerald en los que se repite reiteradamente que esto es un caso único en la historia. Quien estas líneas lee podría pensar que en aquel momento, última década del siglo pasado, no se tenía información de los casos anteriores, pero es poco probable, por no decir que imposible, que esa información se le haya escapado nada menos que al FBI.
En segundo lugar, siguiendo el hilo de lo anterior, la lingüística forense NO fue un término acuñado ni una metodología creada por un agente del FBI con el apoyo de una doctoranda estadounidense, sino que, aparte de estar presente como término en el estudio de Svartvik (1968), también aparece ya en 1987, en el octavo congreso de la Asociación Internacional de Lingüística Aplicada (que tuvo lugar Sídney), puesto que, en dicho evento, hubo un apartado dedicado a la lingüística forense, entendiendo la subdisciplina como la interfaz entre el lenguaje y la administración (todo el mérito a la investigadora Mercedes Ramírez Salado, de la Universidad de Cádiz, por su trabajo de 2017, donde nos brinda información sobre esta cuestión). Pero todavía hay más: la creación de la International Association for Forensic Phonetics and Acoustics (IAFPA) en 1991 y de la International Association of Forensic Linguists (IAFL) en 1992. Todo antes de que se resolviera el caso del Unabomber.
En primer lugar, la lingüística forense NO nació de dicha manera. El caso Unabomber, estudiado, entre muchos otros, de forma amplia en esta subdisciplina es importante, pero no es el primero. El primer caso documentado en el que se recurre a métodos propios de la lingüística forense, tal como la entendemos hoy en día, esto es, para determinar la culpabilidad de un individuo del que se sospecha que ha sido autor de un crimen, fue en 1968 a causa de un homicidio que tuvo lugar en 1949 (el famoso caso de Timothy Evans, condenado a muerte sin haber cometido el delito por el que se le acusó). Este descubrimiento se lo debemos al lingüista sueco Jan Svartvik, quien, en la década de los sesenta, usaba el término 'forensic linguistics'. Asimismo, existía, ya entonces, algún antecedente llamativo en este sentido (el hijo del aviador y el carpintero, en 1932) y luego muchos otros casos con similitudes (la atribución de autoría) al del Unabomber y anteriores a este (p. ej. el asesino del policía en 1952, el caso del estudiante suicida de 1992 o el caso Gilfoyle, también de 1992), todos recogidos por Garayzábal, Queralt y Reigosa en su interesante y valiosa contribución a la lingüística forense de 2019, publicada en Madrid por la editorial Síntesis. Por lo tanto, que este hecho fuese el "primero en la historia", tal como se nos cuenta en la miniserie, es FALSO, tan falso como los diálogos entre Kaczynski y Fitzgerald en los que se repite reiteradamente que esto es un caso único en la historia. Quien estas líneas lee podría pensar que en aquel momento, última década del siglo pasado, no se tenía información de los casos anteriores, pero es poco probable, por no decir que imposible, que esa información se le haya escapado nada menos que al FBI.
En segundo lugar, siguiendo el hilo de lo anterior, la lingüística forense NO fue un término acuñado ni una metodología creada por un agente del FBI con el apoyo de una doctoranda estadounidense, sino que, aparte de estar presente como término en el estudio de Svartvik (1968), también aparece ya en 1987, en el octavo congreso de la Asociación Internacional de Lingüística Aplicada (que tuvo lugar Sídney), puesto que, en dicho evento, hubo un apartado dedicado a la lingüística forense, entendiendo la subdisciplina como la interfaz entre el lenguaje y la administración (todo el mérito a la investigadora Mercedes Ramírez Salado, de la Universidad de Cádiz, por su trabajo de 2017, donde nos brinda información sobre esta cuestión). Pero todavía hay más: la creación de la International Association for Forensic Phonetics and Acoustics (IAFPA) en 1991 y de la International Association of Forensic Linguists (IAFL) en 1992. Todo antes de que se resolviera el caso del Unabomber.