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harryhausenn rating:
7
6.5
11,867
Thriller. Drama
USA in the 1970s. We follow the highly intelligent Jack over a span of 12 years and are introduced to the murders that define Jack's development as a serial killer. We experience the story from Jack's point of view, while he postulates each murder is an artwork in itself. As the inevitable police intervention is drawing nearer, he is taking greater and greater risks in his attempt to create the ultimate artwork. Along the way we ... [+]
Language of the review:
- es
December 18, 2018
290 of 312 users found this review helpful
Jack es un arquitecto fallido y un exitoso psicópata. La película comienza con Jack contando su trayectoria a un confesor que no vemos. El criminal narra a su oyente cinco crímenes al azar, cometidos a lo largo de su vida, para defender el asesinato como arte. Sin embargo, todos y cada uno de sus argumentos serán cuestionados y rebatidos por el misterioso acompañante, dejándole en total evidencia.
Cabe decir que es totalmente comprensible que la gente se marchase de la proyección. Es una película violenta, desagradable y antipática. Además, dura dos horas y media. Sin embargo, aquel que aguante verá su proeza recompensada, pues pasado el shock de los crímenes de los que tanto se ha escrito, la revelación final del film, la cuestión que quiere alcanzar von Trier con el despropósito inicial, es sin duda una de las más interesantes de su carrera.
Cabe decir que es totalmente comprensible que la gente se marchase de la proyección. Es una película violenta, desagradable y antipática. Además, dura dos horas y media. Sin embargo, aquel que aguante verá su proeza recompensada, pues pasado el shock de los crímenes de los que tanto se ha escrito, la revelación final del film, la cuestión que quiere alcanzar von Trier con el despropósito inicial, es sin duda una de las más interesantes de su carrera.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Por quitar de enmedio rápidamente la polémica de la violencia explícita, vamos a enumerarla antes de pasar al siguiente punto. En el primer capítulo la cara ensangrentada de Uma Thurman es comparada con un cuadro cubista. En el segundo, el cadáver de Siobhan Fallon es arrastrado por la carretera hasta que se le rompe el cráneo. Una mujer y sus hijos son abatidos en una partida de caza en el tercer relato y luego el cadáver de uno de los niños es deformado mediante la taxidermia, dando como resultado algo similar a los muñecos de Lucio Fulci en Don't torture a duckling. Irónica esta referencia si tenemos en cuenta que un Jack niño tortura a un pato cortándole una pata - efecto visual con una pata postiza de silicona, por cierto. Ya en el cuarto incidente Riley Keough será amorzada y se le cortarán los pechos fuera de pantalla y por último, el fallido intento de masacre colectiva final que hace referencia directamente al nazismo. Casi nada.
Tortura. Mujeres. Nazismo. La película avanza y uno no puede salir de su asombro al ver que von Trier vuelve a recurrir a los mismos clichés para provocar. A saber, personajes femeninos ingenuos y autocompasivos, como Emily Watson en Rompiendo las olas, como Björk en Bailando en la oscuridad o como Nicole Kidman en Dogville; pura carne de maltrato en el guión para el director. Luego también tenemos esa recreación en la violencia que bien merece un profundo psicoanálisis. Añadimos las continuas referencias a Hitler que tantos problemas le han costado en los últimos años y parece que el conjunto va a terminar en un sonado fracaso insoportable.
Pero, sorpresa, bien pasados cuatro capítulos de la película es por fin el personaje de Verge, el confidente, quien da un golpe en la mesa: ya basta. Cada uno de esos elementos que conforman la película es duramente criticado por el misterioso hombre dejando al descubierto la ridiculez de su teoría artística. Y efectivamente, en plena disgresión de Jack y Verge acerca del arte aparece de repente, un montaje de las películas del propio von Trier en la pantalla.
Jack es von Trier y von Trier es Jack. Jack compara el crimen como arte porque ese el cine de von Trier. Es casi pasadas dos horas de metraje cuando vemos la cara de Verge: Bruno Ganz. Uno de los ídolos del director encarnando la alta cultura, pues Verge es también Virgilio, autor de La Eneida y guía en el infierno de La divina comedia de Dante. Verge se encara con Jack/Trier y le golpea donde más duele: no en los crímenes, sino en la casa que el arquitecto nunca pudo construir ¿Por qué? Pues porque nunca ha sabido usar los materiales convencionales. Como von Trier, que nunca se ha visto capaz de seguir esquemas tradicionales en el cine. Es entonces cuando Jack construye su casa de cadáveres al igual que von Trier se muestra consciente de haber construido su filmografía mediante la violencia y la manipulación. Pero esta casa no es un lugar de cobijo, sino una puerta para el infierno. Un infierno modelado según los dibujos de William Blake y los cuadros de Delacroix. La perdición del director que no se salvará de sus propias aspiraciones.
El epílogo de la historia, Catábasis, es quizás la mayor muestra de humildad que von Trier nos ha brindado hasta la fecha. Paradójicamente, haciendo uso de sus referencias pomposas, al igual que en Melancholia. Es una pena que precisamente en un ejercicio de autoanálisis la prensa especializada únicamente le reproche lo mismo que él critica de su propio cine, pues el sadismo de la cinta, aunque accesorio, no deja de ser crucial en esta reflexión artística y filosófica, mucho más interesante que cualquier escena de violencia. Violencia, por otra parte, que ya desprovista al final de la cinta de su intención de provocar, pierde fuelle y no empaña la cuestión que von Trier quiere abordar.
hommecinema.blogspot.fr
Tortura. Mujeres. Nazismo. La película avanza y uno no puede salir de su asombro al ver que von Trier vuelve a recurrir a los mismos clichés para provocar. A saber, personajes femeninos ingenuos y autocompasivos, como Emily Watson en Rompiendo las olas, como Björk en Bailando en la oscuridad o como Nicole Kidman en Dogville; pura carne de maltrato en el guión para el director. Luego también tenemos esa recreación en la violencia que bien merece un profundo psicoanálisis. Añadimos las continuas referencias a Hitler que tantos problemas le han costado en los últimos años y parece que el conjunto va a terminar en un sonado fracaso insoportable.
Pero, sorpresa, bien pasados cuatro capítulos de la película es por fin el personaje de Verge, el confidente, quien da un golpe en la mesa: ya basta. Cada uno de esos elementos que conforman la película es duramente criticado por el misterioso hombre dejando al descubierto la ridiculez de su teoría artística. Y efectivamente, en plena disgresión de Jack y Verge acerca del arte aparece de repente, un montaje de las películas del propio von Trier en la pantalla.
Jack es von Trier y von Trier es Jack. Jack compara el crimen como arte porque ese el cine de von Trier. Es casi pasadas dos horas de metraje cuando vemos la cara de Verge: Bruno Ganz. Uno de los ídolos del director encarnando la alta cultura, pues Verge es también Virgilio, autor de La Eneida y guía en el infierno de La divina comedia de Dante. Verge se encara con Jack/Trier y le golpea donde más duele: no en los crímenes, sino en la casa que el arquitecto nunca pudo construir ¿Por qué? Pues porque nunca ha sabido usar los materiales convencionales. Como von Trier, que nunca se ha visto capaz de seguir esquemas tradicionales en el cine. Es entonces cuando Jack construye su casa de cadáveres al igual que von Trier se muestra consciente de haber construido su filmografía mediante la violencia y la manipulación. Pero esta casa no es un lugar de cobijo, sino una puerta para el infierno. Un infierno modelado según los dibujos de William Blake y los cuadros de Delacroix. La perdición del director que no se salvará de sus propias aspiraciones.
El epílogo de la historia, Catábasis, es quizás la mayor muestra de humildad que von Trier nos ha brindado hasta la fecha. Paradójicamente, haciendo uso de sus referencias pomposas, al igual que en Melancholia. Es una pena que precisamente en un ejercicio de autoanálisis la prensa especializada únicamente le reproche lo mismo que él critica de su propio cine, pues el sadismo de la cinta, aunque accesorio, no deja de ser crucial en esta reflexión artística y filosófica, mucho más interesante que cualquier escena de violencia. Violencia, por otra parte, que ya desprovista al final de la cinta de su intención de provocar, pierde fuelle y no empaña la cuestión que von Trier quiere abordar.
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