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The Chant of Jimmie Blacksmith (1978)

The Chant of Jimmie Blacksmith
120 min.
6,7
90
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Trailer
Sinopsis
Jimmie es un joven mestizo educado por un pastor metodista que vive en constante conflicto entre dos mundos muy distintos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Crimen Racismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Australia Australia
Título original:
The Chant of Jimmie Blacksmith
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1978: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro
9
Desmitificando Australia
Basada en un libro inspirado por la historia del bandolero australiano Jimmy Governor y perteneciente a la llamada nueva ola del cine australiano, esta película camina entre el western y el drama de denuncia social.

Nuestro protagonista es un aborígen que es criado por un párroco, el cual cree que criarle como un hombre blanco es hacerle un favor y así no tiene que ¨vivir como un salvaje¨. Y así, Charlie crece pensando que debe vivir entre los blancos, trabajando en trabajos de blancos y viviendo como tal. Pero ay amigo, resulta que no le dan trabajos de blancos, le tratan como a un negro (osea, peor que a un perro), y bueno, olvídese de que su hija se vaya a la cama con un negro, hasta aquí podíamos llegar, y ya de casarse ni hablamos. Total, que el bueno de Charlie, después de aguantar años con esta mierda hace lo que cualquier ser humano decente hace tras años de opresión.

Muy buen trabajo de caracterización de personajes y excelente fotografía con los fantásticos paisajes del campo australiano. Muy destacable es también la actuación de Tommy Lewis, que nunca había actuado antes y acabó de actor tras verle la mujer de Schepisi en el aeropuerto de Melbourne.

La película es un puñetazo directísimo a la socidedad australiana, particularmente en la manera en que se ha tratado a los aborígenes, primero como una molestia que había que erradicar, luego como un lastre social que había que ¨modernizar¨pero sin consultarles primero, hasta un problema que es mejor fingir que no existe como se hace en la actualidad. No hay más que ver las ampollas que causó esta película cuando fue emitida, con una sociedad hipócrita rasgandose las vestiduras ante el dedo acusador de Schepisi, que fue condenado al ostracismo durante muchos años en su país a raíz del estreno.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sin palmaditas en la espalda
Decía el orador abolicionista, y por supuesto negro, Frederick Douglass allá por el siglo XIX que «la felicidad del hombre blanco no se puede comprar por la miseria del hombre negro». No se puede comprar nada, menos la felicidad, a base de injusticias, porque ni un perro aguanta patadas de manera indefinida.

De esto va el blues del chico Jimmie Blacksmith: de tratar a los aborígenes como perros desde antes de que abran sus ojos y luego juzgarlos y condenarlos por las decisiones que han tomado. Y seguramente por eso, esta terrible y necesaria cinta australiana de 1978, fue un fracaso de taquilla en el país oceánico, porque no trata de racismo, que todavía se sigue vendiendo la mar de bien («Paseando a Miss Daisy», «The Blind Side», «Green Book»), sino de discriminación e injusticia social, que todavía sigue vendiendo bastante mal, como sabe de primera mano, por ejemplo, Spike Lee desde sus inicios («Haz lo que debas») hasta el día de hoy («Infiltrado en el KKKlan»). Y seguramente, también por eso, el filme fue confiscado y clausurado en Reino Unido en virtud de un acta de obscenidad de 1959 gracias a las críticas recibidas por parte de asociaciones religiosas y de prensa en la época del tristemente célebre video nasty.

La película «The chant of Jimmie Backsmith» está basada en la novela homónima de Thomas Keneallym (escritor más reconocido por ser el autor de «El arca de Schindler»), que a su vez toma como base la historia real del aborigen australiano Jimmie Governor, del que poco voy a decir más allá de la soberana y tremebunda explotación a la que fue sometido desde su más tierna infancia, no vaya a destripar sin querer parte de la crueldad de la historia.

A pesar de haber sido nominado a la Palma de Oro en 1978, tan asqueado quedó Fred Schepisi, director del filme, con el recibimiento del público australiano, que cogió las maletas, marchó a Hollywood y se puso a hacer sandeces de esas que le gustan a la gente porque son tan estúpidas como entretenidas: «La casa Rusia», «Roxanne»… regresando a su país natal, afortunadamente, entre medio de tanta vaina, para rodar otra película basada en hechos reales que sería nominada a numerosos premios europeos y hollywoodienses llamada «Un grito en la oscuridad».

Si estáis deseando ver una película desagradable y que os va a dejar mal cuerpo, esta es vuestra más digna oportunidad; si por el contrario queréis recibir palmaditas en la espalda seguid con los premios Oscar y el amor incondicional entre blancos y negros.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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