El tamaño sí importa (2016)

Una nueva comedia romántica que apela a una falsa dignificación de la mujer, es el más reciente trabajo del realizador Rafa Lara, una película que busca en comediantes de la televisión la ayuda para hacer reflotar un proyecto fallido.

Vivi (Ximena Ayala) es una chica de Veracruz que vive en la Ciudad de México, donde trabaja en uno de los tantos emprendimientos del exitoso empresario y actor de moda Diego Suárez (Vadhir Derbez), de quien está platónicamente enamorada.

Suárez establece un negocio con un tipo que lo termina defraudando, mandándolo a la cárcel y perdiendo todo lo que tenía, hasta que el destino le pone de frente a Vivi, la única persona que le ayudará, aunque el parece no recordarla.

Le película tiene un inicio cuesta arriba, con un personaje femenino que busca un hombre que “le prenda el boiler”, enamorada de su jefe actor de moda que no sabe que ella existe envuelto en un halo de superficialidad, después ella le ayudará a salir de su desgracia y el pondrá sus ojos en ella solo cuando ha cambiado su apariencia a gusto de él.

A estos personajes se les suman algunos secundarios que aportan algunos gags que pretenden ser cómicos, la mayoría a cargo de Mara Escalante, haciendo de una madre nada comprensiva muy parecida a sus personajes de televisión, y cerca del final, un cameo extenso de Eugenio Derbez, en un final que pretende dignificar la figura femenina.

Con un título engañoso, ‘El tamaño sí importa’ terina siendo un producto fallido con escasas virtudes y algunas decisiones erróneas, como colocar en el papel principal a un joven sin experiencia ni carisma como el hijo de Derbez, en una historia que busca no ser convencional sin conseguirlo.

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Dentro de los directores que emergieron hace por lo menos veinte años atrás, hay quienes siguen enfrascados en hacer películas al estilo de la telenovela, gente que deja antecedentes muy marcados por sus películas, y que recurren a toda la accesoria del melodrama para cubrir las deficiencias de lo primordial y lo realmente creativo, tal es el caso de Lara.

Protagonizada por la multifacética Ximena Ayala y Vadhir Derbez, conforman una dispareja que jamás conecta por las limitaciones de él y un guión que le queda demasiado chico a ella, quien con una filmografía con interpretaciones camaleónicas jamás se concibe su participación un proyecto pobre que va al intento por dignificar a la mujer.

Cuando Diego —un famoso—, cae en bancarrota y debe reiniciar desde el escalafón del olvido y la desgracia, Vivi una de sus exasistentes intervendrá en su auxilio, pero en esta ocasión desde una trinchera en la que él se percatará de su presencia. De esta interacción y como se prevé, nacerá una relación en la que el codiciado va en la transformación de ella y hacerla a su modo, mientras ambos van en ascenso en el mundo de la moda —así no más, porque de la nada la chavala es un talento desconocido.

Las deficiencias argumentales radican al no construir personajes con verdadero sentido común, olvidan su contexto y van encontrando soluciones fáciles que develan por enésima ocasión la falta de un trabajo ingenioso de un director con presupuestos pero sin brújula.

Resultado poco menos que elemental.