Hazme girar (2022)

Hola, me llamo Jeff Baena, y voy a explicaros una jugada maestra que me he sacado de la manga;
Tengo a dos buenas actrices que además están en racha y que una de ellas es mi pareja. Me viene que ni pintado para rodar una película.

El problema es que me falta un buen guion, unos buenos medios técnicos y unos buenos profesionales. Además de oficio, que no tengo. En definitiva, que me falta de todo y que mejor sería que abandonara la idea y me fuera al bar de abajo a pasar la tarde con mi señora.

¿Y qué hago? Pues me lio la manta a la cabeza, me voy por los cerros de Úbeda, me pongo a rodar y me sale un buñuelo de primera categoría que más bien parece una telenovela de 1000 euros que una cinta con un mínimo presentable.

Pero como soy Jeff Baena pues tiro de tres, luego me fumo un puro y me quedo tan ancho…y a vivir.
(Y lo de la carátula ya ni te cuento)

Duelo de diosas en la cumbre (en la del streaming, pero cumbre a su manera) que practica el viraje compatible entre una comedia romántica vacacional -ni el destino elegido, Florencia, ni la pasión desatada en la estética de su poster, parodiando las novelas rosas, dan pie al malentendido- y la comedia ácida que presagiamos tanto por el pedigrí imprevisible de su director como por el juego que ofrecen respectivamente en cada uno de los especificados géneros el encanto atolondrado de Alison Brie -más adorable cuanto más mustia es la personalidad de sus criaturas- y, contraponiéndose, de nuevo Aubrey Plaza enarbolando la mala uva y el cinismo en inconfundible marca. Y tampoco es que no fuese algo premeditado por Jeff Baena puesto que ambas, juntas o por separado, explotaron previamente en su cine tales comodines interpretativos que, en sus propias filmografías, se repiten sin que me sacien.
No esperaba menos ante la oportunidad de volver para Baena con sus dos mayores musas, que no únicas: también repiten Molly Shannon (le falta tiempo para merendarse, en lo que respecta a generar incomodidad, a quien quiera que comparta escenas con ella o con su "espectacular" vestuario), Debby Ryan o un Fred Armisen pasando buenos ratos (ejem) junto a Tricia Helfer.
El yin y el yang: una lectora de 'Come, reza, ama' se mide a una admiradora de 'Noticia de un secuestro' de García Márquez (cuando chapurreas otros idiomas es más fácil llamar a alguien prostituta sin que se entere).
Vivan las diosas del mamarrachismo y las madres que las parieron a todas (y al suertudo de Alessandro Nivola) en un pasatiempo románticamente gamberro que va pegándose a la espalda en su segundo tramo de, valga la redundancia, los "puñales por la espalda" asestados por Rian Johnson.
Por cierto, cuando digo que Plaza y Brie se miden no me refiero a que lo hagan de una manera necesariamente hostil, pero sí con algún confrontamiento corporal...
¿Se me entiende??
Va bene, ciao!!