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La mala educación de Cameron Post (2018)

La mala educación de Cameron Post
90 min.
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Premios
2018: Festival de Sundance: Mejor película
2018: Festival de Valladolid - Seminci: Espiga de Plata
8
Crítica de La (des)educación de Cameron Post por Cinemagavia
La convulsión adolescente

La adolescencia es descubrimiento y confusión. Descubrimiento del mundo de los adultos y confusión al no saber de qué manera se puede encajar en él. Es una época en la que empezamos a valernos por nosotros mismos, pero en la que aún estamos sometidos al sistema de creencias, expectativas y reglas sociales del entorno que nos rodea, al que se puede reaccionar básicamente de dos maneras: acatando o rebelándose. La (des)educación que experimenta Cameron Post en un centro de terapia de conversión sexual se basa en el conflicto entre esas dos posturas, o lo que es lo mismo, el adoctrinamiento contra la libertad.

Una terapia peligrosa

A poco que sepas acerca de este tipo de centros de reorientación, reconocerás en el film de Desiree Akhavan sus principales señas de identidad: una figura autoritaria que afirma haber curado su homosexualidad, la moralidad cristiana como arma salvadora, la eliminación de cualquier atisbo de individualismo, la insistente búsqueda de culpabilizar a los padres…

A diferencia de la reciente Identidad borrada (2018) con la que comparte temática, la película de Akhavan no contiene ninguna escena de terapia que resulte especialmente chocante ni violenta pero, tal y como se dice en una escena del film, «programar a las personas para que se odien a sí mismas también es abuso emocional». Cameron tiene que lidiar no solo con el odio y la vergüenza que le intentan inducir por haber intimado con una amiga, sino con el odio que sentimos todos hacia nosotros mismos en una etapa tan complicada, engorrosa y decisiva como es la adolescencia.

Hit-Girl en su mejor forma

Desde que despuntó como Hit-Girl en Kick-Ass (2010) con tan solo 13 años, Chloë Grace Moretz jamás ha estado tan bien como dando vida a Cameron Post. Nunca se ha mostrado tan vulnerable y tan auténtica, reflejando el caos mental y el aturdimiento al que está sometido su personaje. Todos su compañeros también están notablemente definidos e interpretados, estando aquellos que conforman la resistencia (Sasha Lane y Forrest Goodluck) y los que intentan por todos los medios encajar y asumir los principios que les están inculcando, incluso a través de gimnasia eclesiástica (estupenda Emily Skeggs).

La película destaca además por el certero retrato que hace de los dos educadores, la hermética psiquiatra encarnada por Jennifer Ehle, y su hermano (John Gallagher Jr.), un tipo que afirma con orgullo haber curado su homosexualidad pero que no tiene ni idea de lo que está haciendo, sumido en la más completa y absoluta soledad.

Conclusión

La (des)educación de Cameron Post es, ante todo, un drama de espíritu crítico libre de los estallidos melodramáticos presentes en este tipo de películas. La protagonista descubre quién es y decide qué rumbo tomar de forma muy natural y orgánica, a través de un guion tan bien escrito como dirigido por Desiree Arkhavan, que dota a cada imagen de significado y belleza. En definitiva, una gran entrada al género ‘Coming-of-Age’ y un viaje a los 90 que evidencia tanto las tácticas ejercidas por la homofobia que siguen vigentes a día de hoy como la atemporalidad de la desazón adolescente.

Escrito por Jorge Blanch
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Piensa bien y acertarás
El tema que plantea Desiree Akhavan, guión propio, adaptado de la novela de Emily M. Danforth, que transcurre por los años 90 del siglo pasado, podrían pensar algunos cándidos y desorientados espectadores que es algo antiguo, que no está de más revisar, pero que ha sido ya superado afortunadamente. ¡Craso error, desinformados optimistas! Sin acudir a lo fácil, a la hora de condenar el constante ataque contra la diversidad sexual, que es el hecho de los países en que aún existe la pena de muerte para comportamientos tan naturales como el que nos relata la directora irano-estadounidense; dejemos claro que en supuestas democracias avanzadas (si hay que dar crédito a los políticos) como la española, hay organizaciones socio-religiosas, si bien su denominación más certera sería: sectas con abundantes socios (concertadas y subvencionadas), que aplaudirían con las orejas los métodos de curación para desviados que propone el centro de recuperación de este film.

Porque es el caso que una simpática y dicharachera jovencita yanqui, hace poco más de veinte años, descubrió, antes de su puesta de largo (Sweet Sixteen), que a ella lo que le gustaban eran las mujeres, que disfrutaba mucho de su compañía y que comparativamente lo único que aportaba su novio oficial era aburrimiento y desasosiego. ¡Anatema!, gritaron quienes la querían e hicieron todo lo que estaba en sus manos para devolverla al buen camino, ¡el de la corrección!

Es el tipo de cine que tendría que servir de terapia a los inquisidores. En las democracias reales, si existieran, la sanidad pública debería recetar películas como esta a los homófobos. Imaginadlos atados a una silla, con cables que salen del gorro que abarca todo su cráneo rapado, rodeados de neurólogos y psiquiatras; con los ojos bien abiertos, enfrente la pantalla, sin pestañeo, mientras alguien con bata blanca echa gotas y les alecciona rítmicamente: es todo por vuestro bien no caca, pensad que ellos lo pasan divinamente; mejor que vosotros por cierto que estáis diagnosticados como reprimidos e inmaduros sexuales, si cumplís con el tratamiento algún día seréis tan felices como ellos.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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